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Como en Santiago / Cada oveja con su pareja
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Ebook151 pages1 hour

Como en Santiago / Cada oveja con su pareja

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Como en Santiago es una dura crítica a la política santiaguina de la época y al arribismo de algunos sectores de provincias que trataban de adecuar sus costumbres a las de la capital. Cada oveja con su pareja es la historia de don Cayentano, quien viaja a Santoago solo para ayudar a su sobrino enamorado.
LanguageEspañol
PublisherZig-Zag
Release dateNov 11, 2015
ISBN9789561221598
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    Como en Santiago / Cada oveja con su pareja - Daniel Barros Grez

    e. I. S. B. N.: 978-956-12-2159-8

    1ª edición: marzo de 2006

    Gerente editorial: José Manuel Zañartu Bezanilla.

    Editora: Alejandra Schmidt Urzúa.

    Asistente editorial: Camila Domínguez Ureta.

    Director de arte: Juan Manuel Neira.

    Diseñadora: Mirela Tomicic Petric.

    © 2006 para la presente edición

    Editado por Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

    Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia.

    Teléfono 56 2 28107400. Fax 56 2 28107455.

    www.zigzag.cl / E-mail: zigzag@zigzag.cl

    Santiago de Chile.

    El presente libro no puede ser reproducido ni en todo

    ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningún medio

    mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom, fotocopia,

    microfilmación u otra forma de reproducción,

    sin la autorización escrita de su editor.

    Índice de contenido

    PRÓLOGO

    COMO EN SANTIAGO

    ACTO PRIMERO

    ACTO SEGUNDO

    ACTO TERCERO

    CADA OVEJA CON SU PAREJA

    PRÓLOGO

    Humanismo y costumbrismo en la obra de Daniel Barros Grez

    Arqueólogo, ingeniero, arquitecto, etnólogo, filólogo, historiador, inventor, novelista, dramaturgo, matemático y fabulista, Barros Grez (1834-1904) fue uno de aquellos hombres de más amplias dotes y brillante inteligencia que se recuerden del siglo pasado en Chile. Nació en Colchagua, en el Departamento de Santa Cruz -quizás el mismo donde se desarrolla Como en Santiago-, hijo de Manuel Barros y Concepción Grez. Ambos tenían abundante fortuna, lo que permitió a Daniel un buen pasar y así poder dedicarse al estudio y la literatura. Muy niño presenció el fusilamiento de su padre, acusado de complotar contra el gobierno de Prieto, lo que a juicio de muchos determinó su carácter retraído y su aire melancólico. Este suceso se refleja en varios de sus escritos, principalmente en su novela El huérfano.

    Estudió en el Instituto Nacional de Santiago y se tituló de agrimensor en la Universidad de Chile hacia 1853. Se volcó con la misma pasión por la investigación que por la literatura, escribiendo una obra monumental, gran parte de ella aún inédita. Su novela El huérfano, por ejemplo, está compuesta por 1.798 páginas, divididas en seis tomos. Trabajó sin descanso en sus diversos oficios y así levantó planos de edificios, puentes y calzadas, construyó caminos y galerías. Fue llamado por el gobierno de Guayaquil para dotarla de agua. En 1873 fue premiado en la Exposición Internacional de Viena por su invento: un aparato mecánico para distribuir las aguas de regadío. También inventó la violi-arpa, con el objeto de contribuir a la difusión de la música en las escuelas del país. Estudió sobre los aborígenes de Sudamérica, sobre todo los pascuenses. Fomentó la regeneración de los criminales y delincuentes. Durante muchos años colaboró con La Aurora, de Valparaíso, publicando refranes, bajo el título de La filosofía del pueblo. A veces dio conferencias sobre temas que iban desde el resultado de sus investigaciones (Modo de estudiar la naturaleza y Procedimiento para copiar planos), hasta lo literario.

    Así lo recuerda Nicolás Peña: Aunque algo retraído, solía don Daniel Barros Grez presentarse a las sesiones del antiguo Ateneo a leer algunos estudios de mitología griega, llenos de erudición e inolvidables, porque se medían por metros, pues el autor acostumbraba a pegar las páginas originales una en pos de otra, de manera que era corriente ver varios metros en el suelo de la cinta de papel, desenrollándose en las manos del autor desde lo alto de la tribuna. Fue coleccionista de botones viejos, mariposas y arañas peludas.

    Daniel Barros Grez fue un creador, un hombre de ciencia, un humanista que vivió intensamente las ideas y los acontecimientos de su época. Su literatura y su dramaturgia aspiran a mejorar la sociedad en que se desenvuelve, sin caer necesariamente en el discurso pomposo o la moraleja edificante. El Chile de aquella época intentaba asentarse como una república independiente, con libertades ciudadanas y gobiernos justos, emanados del pueblo. Sus escritos aspiran al cambio social, al progreso de la nación, a la reforma del hombre, tal como sucede con el gran novelista del período, Alberto Blest Gana.

    La dramaturgia de Barros Grez, con todo este ideario, se inscribe en el ciclo del realismo costumbrista hispanoamericano, que en él alcanza niveles de costumbrismo crítico. De esta manera, su ojo satírico y atento refleja los modos, los comportamientos, el lenguaje, los tipos sociales, los escenarios y las instituciones chilenas. En sus obras aparecen el contraste entre la ingenuidad campesina y la viveza capitalina; el fraude eleccionario y los falsos defensores de la república; los jóvenes elegantes y vacuos, al descubierto; aparecen, en fin, esas mujeres orientadoras y pícaras que no dejan pasar fácilmente un gato por liebre. Son típicos aquellos personajes ya maduros que aspiran a un amor juvenil, pero imposible (Cada oveja con su pareja, El casi casamiento), y donde el autor se encarga de guiar la acción para ridiculizar a estos amantes crepusculares y unir a los jóvenes desplazados. Su reflexión crítica alcanza niveles mayores en El vividor, donde ya no sólo se encarga de desenredar amoríos equívocos y dar el triunfo a los jóvenes idealistas y honestos, sino que deja en evidencia al modelo de lo que no debe ser el país, el típico vividor, embaucador y acobardado, símbolo de aquello que Barros Grez siempre despreció. En esta y otras obras, el autor consigue equilibrar la crónica íntima de unos cuantos personajes, con el trasfondo de la historia de un país, que se mezclan y entrecruzan. Así, los personajes individuales y los prototipos (el senador, el siútico, la dueña de casa, el estudiante, el provinciano, la enamorada sin remedio) se suman a los acontecimientos nacionales de envergadura, tejiendo un panorama amplio del universo chileno.

    La trascendencia que Como en Santiago ha tenido a lo largo de este siglo -aun a pesar de sus defectos de construcción- radica en la fuerza crítica, casi hasta la caricatura, que el autor le imprimió a los personajes y las situaciones. Todo gira en torno al extremo arribismo al que puede llegar la clase media de provincia, encarnada en la familia de don Victoriano. En ese pueblo llamado Santiaguito, muchos de los personajes ven en la capital su estilo de vida, y los modos, los usos, las costumbres deben imitarse. Doña Ruperta y su hija Dorotea encarnan aquello que el chilenismo designa como siútico: personas de capa media que aspiran a ser y vivir como la clase adinerada, pero copiando mal, deformando o rebajando incluso el buen gusto de quien dicta la moda. De allí entonces, de esta ruptura entre lo que es y lo que puede ser, nace el grotesco y la caricatura.

    Porque Como en Santiago no es exactamente una obra realista, sino más bien una comedia de costumbres que tiende hacia la amplificación y la extrema ridiculización.

    Como en otras creaciones de Barros Grez, un personaje embaucador y a todas vista falso, se adueña del escenario: Faustino, máximo representante del modo santiaguino. Ante él caen rendidos Dorotea, su madre y don Victoriano, aunque nada más sea por unirse a la corriente. Pero son los habitantes de la provincia (don Manuel, Silverio e Inés) quienes desarmarán la intriga y los negocios de Faustino, a través de una jugada notable. De esta manera, Barros Grez eleva a aquellos personajes auténticos y simples, que desean vivir como sí mismos y no como en Santiago. Inés consigue el amor de Silverio y don Manuel logra que una estafa no se perpetre. De pasada, madre e hija reciben una lección por su arribismo desmedido, aquel que les hace despreciar lo suyo y admirar lo lejano, quizás una metáfora utilizada por el autor para aguijonear a un sector del país que vivía mirando hacia fuera.

    Una vez más saltan aquí otros temas permanentes en las obras de Barros Grez: los vicios cívicos que había que extirpar, el aprovechamiento del puesto público, los defectos educativos de los padres y esos refrescantes finales felices, que dan la tonalidad optimista a gran parte de su creación.

    Aunque siempre primaron las situaciones por sobre los conflictos estrictamente dramáticos, y los rasgos sicológicos muchas veces aparecen apenas delineados, la obra de Barros Grez es perfectamente contemporánea. Su humor, su humanismo, sus críticas, sus retratos del período y el haber resumido un espíritu de época, una sensibilidad nacional, determinaron su carácter fundacional para el teatro chileno.

    Juan Andrés Piña

    COMO EN SANTIAGO

    Comedia de costumbres en tres actos

    (1875)

    Personajes

    Don Manuel, hermano de

    Doña Ruperta, mujer de

    Don Victoriano, padre de

    Dorotea, prometida de

    Silverio, hijo de don Manuel.

    Inés, sobrina de don Victoriano.

    Faustino, amante de Dorotea.

    Un Escribano.

    Un Receptor.

    La escena pasa en la capital del departamento de Z, en casa de don Victoriano. El lugar de la escena es una sala modestamente amueblada, con dos puertas laterales, y una puerta y una ventana en el fondo, que dan a un patio exterior.

    ACTO PRIMERO

    Escena I

    Inés

    Inés: (Entretenida

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