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Luego de haber realizado la lectura del texto personalmente me formula una serie de
inquietudes que podría sintetizar en estos 3 puntos:
1. Franco a mi entender tiene una mirada un poco resguardada sobre la posibilidad que
tiene el sujeto de escapar de las garras del capitalismo, de constituirse en un sujeto
autónomo que vaya contra la corriente, de lo que dicta la sociedad.
Personalmente creo que al menos en el caso de nuestro país ante las situaciones mas criticas
hemos manifestado ser sujetos de derecho, formadores de nuestra propia historia.
Por ejemplo las fábricas tomadas por los trabajadores devenidas en cooperativas de trabajo
tras la crisis del 2001, los cacerolazos, piquetes y manifestaciones todas las salidas
creativas ante la situación adversa. Discutibles sí pero implican el ejercicio democrático de
la sociedad una participación ciudadana, y una particular forma de ver la realidad.
Coincido con Franco, al entender que hay un cierto desinterés por las cuestiones sociales,
que en la mayoría son fragmentadas y que no implican la adhesión de la sociedad toda.
A este respecto de cuestiones que enuncia Castoriadis de las características del sujeto de
este tiempo del mercado su insignificancia y falta de identidad, cito fragmentos de una
canción, Setentistas de Attaque 77que evoca la vuelta o permanencia de otros ideales de
participación y como chocan en los de la sociedad actual:
2. Hasta que punto podemos gestar una subjetividad en el marco de una realidad que lo
masifica todo, como es posible revelarse ante la inmensidad de esta, pero pienso que
más bien no es que la subjetividad se diluyo, sino me animo a pensar en una nueva
forma de ser sujeto en este contexto. El problema reside en que la mayor parte de las
situaciones de interculturalidad se configura hoy no sólo por las diferencias entre
culturas desarrolladas separadamente sino por las maneras desiguales en que los grupos
se apropian de elementos de varias sociedades, los que combinan y transforman.
Cuando la circulación cada vez más libre y frecuente de personas, capitales y mensajes
nos relacionan cotidianamente con muchas culturas, nuestra identidad no puede
definirse ya por la pertenencia exclusiva a una comunidad nacional. El objeto de estudio
no debe ser entonces sólo la diferencia, sino también la hibridación. Hoy la identidad,
aún en amplios sectores populares, es políglota, multiétnica, migrante, hecha con
elementos cruzados de varias culturas.
3. En base a los planteos del autor se suscito mi duda que papel juegan las instituciones
sociales, los medios de comunicación, las organizaciones estatales, etc. Y En los últimos
quince años ha cambiado la situación de este campo, notoriamente en América Latina.
Comienza a existir información sistemática sobre los hábitos y gustos de los
consumidores, que permite recolocar en relación con ellos el debate sobre políticas
culturales. También se avanzó en estudios cualitativos sobre culturas populares,
consumo de arte de élite y de medios masivos de comunicación. Esas investigaciones
estuvieron asociadas a cierta utopía de los estudios culturales en su primera etapa:
conocer más los comportamientos, las necesidades y los deseos de los consumidores iba
a facilitar una democratización de la cultura. Con el tiempo ese imaginario ha perdido
fuerza. Una de las razones del debilitamiento es que las políticas culturales públicas
quedaron desubicadas en el proceso de industrialización e informatización de la cultura,
o entregaron esas nuevas modalidades al mercado. Por otro lado, el crecimiento en el
estudio de los públicos se debe sobre todo a lo hecho por las empresas
comunicacionales que mantienen en forma hermética ese saber.