Alejandra Urioste
Canalizando ideas, articulando
iniciativas
Enérgica y apasionada, Alejandra Urioste
habla sobre su trabajo en una oficina
minúscula en el Museo de Historia Natural
Noel Kempf Mercado. Trabaja en la
Fundación Amigos del Museo, una pequeña
organización que se dedica a la gestión de
conservación y educación ambiental. Nos
cuenta sobre su trayectoria personal, la
experiencia de trabajo en la Fundación y
sus experiencias con AVINA.
Lleva ya muchos años trabajando en los
temas de conservación y educación
ambiental. Cuando estudiaba Comunicación
se interesó en el tema del periodismo
investigativo, pero, como dice ella, “aquí
nadie te paga por investigar.” En aquel
momento empezó a buscar dónde podía
aplicar los conocimientos adquiridos y entró
a trabajar en la Fundación Amigos de la
Naturaleza. Allí se enamoró del tema de
conservación y educación ambiental. Luego,
trabajó con la organización CARE también
en temas de educación ambiental.
Recuerda, con entusiasmo: “Allí me fui a
trabajar días enteros, noches enteras con
campesinos, con mujeres, con niños.”
Recuerda especialmente un taller exitoso
en una pequeña comunidad cerca de El
Torno, donde había un grave problema de
uso de agroquímicos que afectaba las
aguas, la calidad de vida y la salud infantil.
Trabajando con esta comunidad, Alejandra
descubrió que tenía facilidad para
relacionarse con la gente. Allí también se
dio cuenta de lo que quería hacer: trabajar
en la educación y el desarrollo sostenible.
¿Qué atrae a Alejandra a la labor educativa?
La impresión de que la actual juventud
boliviana anda sin rumbo, sin compromisos,
sin aspiraciones. Comparando la generación
actual de jóvenes con la generación de su
padre, contrasta los ideales que aglutinaban
a la juventud de la Revolución del 52 con
el aparente vacío existencial de los
adolescentes y jóvenes adultos actuales.
Frente a esta realidad, Alejandra se plantea
la necesidad de contribuir a la construcción
de una sociedad más consciente, más
responsable y, especialmente, en el tema
de conservación. Confiesa que no es nada
fácil despertar la conciencia de los sectores
urbanos frente a problemas como la
deforestación o el exterminio de alguna
especie: “el pájaro está allá, el bosque está
allá”—es la respuesta típica de la gente. Es
por eso que ella resalta la necesidad de
dirigir los esfuerzos informativos hacia las
poblaciones urbanas, ya que la mayoría de
las iniciativas internacionales se concentran
en las áreas rurales. Pero para ella, es igual
de importante inculcar en la población
citadina que “lo que pasa allá'nos afecta
directamente acá.” Ésta es su labor y éste
es el propósito de las gestiones que está
realizando en la Fundación Amigos del
Museo.
¿'Y su método de trabajo? Escuchemos:
“Si me preguntas qué hago yo que cambie
la vida a alguien, que afecte...Converso. Yo
sé conversar, y no solamente hablando,
sino escribir, poner en papel una idea, y
esto es lo que yo hago, y lo que yo produzco.
¿Tienes una idea? Escribamos la idea y
contactemos a la gente. Y yo sé a quien
contactar y para qué y si no, averiguo. Y
esta es mi habilidad, caballero, como
dirí'edan por acá,” sonríe Alejandra y
confiesa que recién ahora adquirió
conciencia de este su arte, gracias a un
taller de “ competencias y coaching”
organizado por AVINA. Mientras el facilitador
hablaba, Alejandra se daba cuenta de que
aquello que él estaba describiendo en teoría,
era lo que ella hacía en la práctica:
conversar, escribir persuasivamente, “vender
una idea”.
Gracias a las habilidades de Alejandra y su
equipo en la Fundación, una gestión reciente
ha sido especialmente exitosa. Durante
tres años se trabajó para desarrollar un
mecanismo de intercambio de información
y una metodología para consolidar la gestión
de las áreas protegidas. Se estudió cómo
se conforman las amenazas al entorno
natural y se evaluaron los factores de mayor
impacto, por ejemplo, la construcción de la
carretera bioceánica, los grandes proyectos
de minería, la presencia de las petroleras
en la zona Vilcabamba-Amboró, “columna
vertebral” de 16 áreas protegidas entre Perú
y Bolivia. Este estudio se hizo con el
propósito de discutir las estrategias para
enfrentar estos peligros en el futuro y
asegurar en la medida de lo posible la
efectiva protección de las llamadas áreas
protegidas.
En cuanto al mecanismo de intercambio de
información, durante tres años el proyecto
financió un servidor de internet. La
Fundación se acercó con la oferta del
servidor a los socios de AVINA, a las
pequeños ONGs locales y a las áreas
protegidas que no tenían manera de hacerse
visibles a escala internacional. El aporte de
AVINA permitió financiar el diseño de las
páginas web de organizaciones como
CEPAC Fundación Natura, y de las Áreas
Protegidas. Ahora mismo ya son 35
instituciones que participan de la red de
comunicación. Las áreas protegidas
subieron a sus páginas toda la información
biológica, sociológica, cultural, turística y
geográfica; las organizaciones como CEPAC
1
publican en su sitio web sus boletines escuchando. Si nos estuviéramos
informativos. Según Alejandra, la gente tiene comunicando, no tendríamos la mitad de
necesidad de mostrar lo que hace, entonces problemas que tenemos.”
se crea un foro, donde uno se hace visible,
donde puedes existir, “porque ahora si no
estás allí,--Alejandra hace un gesto hacia
la computadora, casi escondida bajo
carpetas y papeles--no existes.”

Otro proyecto de la Fundació'n que está en

marcha es la re-categorización del Parque
Nacional Carrasco. El territorio de este
parque ha sido afectado por la expansión
de campesinos cocaleros. Por eso es
diferente del parque Amboró, su vecino.
Conforme Amboró ha crecido, la gente ha
ido construyendo un conocimiento sólido
sobre la importancia de las áreas protegidas,
y ellos “son los primeros en saltar si hay
alguna invasión.” Los municipios del Amboró
y la gente local sienten que se benefician
directamente del Parque. Al contrario, en
Carrasco los intereses locales entran en
conflicto con el proyecto de crear un área
protegida. Viendo esta situación, la
Fundación presentó un proyecto para definir
los lugares que son candidatos a ser áreas
estrictamente protegidas por sus
condiciones ecosistémicas. Asímismo,
existen otras zonas que también tendrían
que considerarse, aunque con otros
parámetros, debido a que ya hay
asentamientos humanos. Este proyecto se
gestionó durante un año y medio...Y con
bastantes problemas. Por ejemplo, había
“muy poco acceso a la sociedad, a la gente
del campo. No pudimos hablar. No quieren
el parque, punto. Y cualquiera que venga
con el tema del parque es mal visto. Incluso
llegó una resolución que cualquier ONG
que llegue, serán secuestrados y quemadas
sus camionetas....los gajes del oficio”—
sonríe irónicamente Alejandra. Para ella,
ésta es una de las mayores frustraciones,
“que tus buenas intenciones no siempre
tengan oídos.” Las visiones enfrentadas no
son el problema, sino la ausencia de diálogo.
La experiencia de Alejandra enseña una
profunda verdad sobre la situación actual
del país. En sus palabras, “este es un
problema que tenemos a nivel del país: nos
estamos hablando pero no nos estamos