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La vacolla del cardenal vitalicio se escondia entre las huestes del general cual ave de rapia encumbrada por

los olores tibios de su libertad recie n alcanzada durante los comicios libertinos de los aos 30s. El duque preocupado por su bienestar decidio dar a conocer sus realidades a la turba moderada por el impetu de la gracia de su seor, el cual libr las ordenanzas para que estas fueran emitidas por todo el orbe, es por eso qu e a partir de ese dia y obviamente desde entonces se le conociera como el librador de las castauelas.

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