Está en la página 1de 1

Cada vez que pienso en ella tengo la absoluta certeza de que sus intenciones nunca han sido honradas,

pues su vida entera podra ser considerada un camino de falacias y engaos. Desde el principio fui capaz de advertir su presencia con solo percibir aquella fascinante fragancia que la acosaba a todas partes. Ese perfume que yo identificaba con imaginarias noches lascivas de sexo eterno y, en ocasiones, inmoral y obsceno, de las que ella rara vez formaba parte. Y es que aun contemplando en primera persona el reflejo de la mentira en sus ojos, era capaz de dejarme llevar por aquel hediondo aroma a tabaco rancio y alcohol barato. Me embriagaba hasta el punto de hacerme sentir capaz de ignorar su rechazo y venerar el erotismo que desprenda su mirada cuando dejaba que mis manos recorriesen su cuerpo. No importaba cuntas veces repudiase mis besos; yo consegua cerrar los ojos y recordar con absoluta claridad el placer del que ambos disfrutbamos cuando me dejaba deleitarse en su piel. Me tena en el bolsillo y ella lo saba. Yo era su segundo plato, su ltima opcin; su propia medida desesperada ante la angustia que le provocaba la falta de cario. Y an en los momentos de mxima desesperacin, ella lograba anular sus deseos solo para negarme esos momentos de xtasis; porque saba que eran los nicos instantes de felicidad que me regalaba esa miserable vida que me haba tocado vivir. Y por esa misma razn pareca tener como objetivo principal el inundarme de falsas promesas, de compromisos inconclusos, de palabras que nunca llegaban a cumplirse. Porque saba que yo estara all en cuanto me llamase, sin importar las palizas psicolgicas que me ofreciera cada da. Porque una sonrisa, un abrazo o una efmera caricia obtendran de inmediato mi perdn indefinido.

También podría gustarte