Está en la página 1de 3

CONTEXTO DE PLATÓN

República VI (504e-511e)
República VII (514a-517c)

Platón nace en el año 427 a.C. en el seno de una familia de noble linaje, detalle en absoluto insignificante
para entender su filosofía. Sus padres fueron Aristón (que encontró ascendentes mitológicos en Poseidón) y
Perictione, perteneciente a una distinguida familia ateniense descendiente de Solón. Su madre volvió a casar con
Pyrilampos, tío de ella, y ferviente defensor de Pericles. Su nombre verdadero era Arisrocles. "Platón" fue el apodo que
le puso su profesor de gimnasia por sus "anchas espaldas".
Tres veces viajó a Siracusa para poner en práctica sus ideas políticas. Las consecuencias fueron inva-
riablemente desastrosas: fue vendido como esclavo (un amigo que lo reconoció pagó su rescate), hecho prisionero y
su vida llegó a correr serio peligro. Al volver del primer viaje funda en las afueras de Atenas su Academia. Le da ese
nombre por estar cerca del templo dedicado al héroe Akademos. Allí escribió la mayoría de sus obras importantes en
los cuarenta años que permaneció en el lugar. Las actividades más frecuentes eran discusiones y debates,
convirtiéndose en el centro educativo más importante de la época.
Murió en el 347 a.C., justamente en el 80° aniversario de su nacimiento, y fue enterrado en el jardín de su
Academia.
1.1. Contexto histórico
El siglo V a.C. fue la época de mayor esplendor para Atenas, en la que florecieron sin igual la democracia, la
filosofía y las artes. Es ciertamente extraordinario pensar cómo en la Atenas de aquel tiempo coincidieron personajes
tan deslumbrantes como Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Heródoto, Tücídides, Sócrates, Protágoras,
Anaxágoras, Fidias, Praxíteles y un larguísimo etcétera. Por eso para muchos se trata de la verdadera edad de oro de
la humanidad. Además, bajo la dirección de Pericles, Atenas se convierte en la potencia hegemónica del mediterráneo
oriental después de su victoria sobre los persas.
Todo eso va a cambiar con las Guerras del Peloponcso que se inician en el año 431 a.Q, o sea, cuatro anos
antes del nacimiento de Platón. Atenas se encuentra entonces en el punto álgido de su dominio y decide que es el
momento de derrotar definitivamente a su rival de siempre. Esparta, que representa un ideal de sociedad jerarquizada
siempre dispuesta a apoyar a las colonias disconformes con el dominio -a menudo abusivo- impuesto por Atenas.
Pericles idea una estrategia que considera invencible: reunir a los habitantes de la Ática en Atenas. De esa manera,
dada la abrumadora superioridad ateniense en el mar, tenía garantizados los suministros y podía hostigar
indefinidamente los puertos de sus rivales. Pero aparece un hecho imprevisible: el hacinamiento de la población
provoca un brote de peste. El propio Pericles será víctima de la epidemia en el 430 a.C.
Es el principio del fin. A partir de este momento Atenas irá perdiendo progresivamente las señas de identidad
que la convirtieron en modélica y temible para sus enemigos. Su economía queda muy debilitada: las condiciones de
vida empeoran y las diferencias sociales aumentan.
Los sucesores de Pericles estuvieron muy por debajo de su altura. Por ejemplo Nielas o el veleidoso
Alcibíades, sobrino de Pericles y uno de los jóvenes preferidos de Sócrates.
El 404, después de más de 25 años de guerra. Esparta derrota a Atenas y le impone condiciones muy duras,
entre ellas, el gobierno de los Treinta Tiranos. En él intervienen familiares (Cármides y Critias) y amigos de Platón, que
le invitan a formar parte, pero rehusa por la crueldad que muestran.
La democracia se reinstaura en el 403, pero se trata de un burdo simulacro de la anterior, enseñoreándose el
caos, la demagogia y la corrupción. En ese contexto se produce la condena a Sócrates (399).
Tebas y Atenas llegan a formar una segunda Confederación Ateniense, pero son solo las últimas escalas de
un periodo de transición cuyo desenlace final será la derrota de las poleis griegas en la batalla de Queronea (338), que
terminará definitivamente con la independencia de las ciudades-estado y dará origen al imperio macedonio que
Alejandro Magno extenderá por medio mundo.
Platón vive, pues, unas circunstancias históricas extraordinariamente convulsas. Y de alguna manera su
filosofía es una respuesta a la decadencia y el desorden que le tocó vivir. Atenas se desmoronaba. ¿Cómo es posible
haber llegado a esta situación después del esplendor anterior? Platón cree encontrar la causa en la ignorancia de
ciudadanos y gobernantes acerca de qué es la Justicia. La única posibilidad de mejora pasa, pues, por la educación
filosófica de los gobernantes. En su famosa Carta VII Platón revela que su preocupación prioritaria son los asuntos
políticos. Su interés por la filosofía es secundario:
como medio para instaurar un Estado verdaderamente justo ("llegué a comprender que todos los estados
actuales están mal gobernados... Entonces me sentí irremisiblemente movido a alabar a la verdadera filosofía y a
proclamar que sólo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la vida privada").

1.2. Contexto cultural


En escultura se abandona el carácter solemne y ornamental de la época anterior y existe una
tendencia a plasmar el sentimiento, el momento fugaz. En literatura aparece la biografía como género y la prosa
gana terreno ante la poesía. La tragedia se aproxima al lenguaje cotidiano y representa temas actuales en los
que importa más el perfil psicológico de los personajes que la acción misma. El naturalismo psicológico y el
acercamiento a la realidad sustituyen al tono heroico-trágico anterior.
Contemporánea a la fundación de la Academia platónica, es la Escuela de Isócrates. Ambas pugnan
por la hegemonía espiritual en el campo de la educación y de la cultura. En la Academia el ideal educativo se
cimenta a partir de la filosofía (entendida como conocimiento de los supremos valores), mientras que en la
Escuela gira sobre la retórica (sin embargo, Isócrates, a diferencia de la retórica anterior, le confiere una meta:
una nueva ética panhelénica). Para Werner Jaeger, Isócrates es "el hombre que viene a coronar

1
verdaderamente el movimiento de la cultura sofística". También es considerado el padre de la "cultura
humanisra".
Platón escribió también poemas y tragedias, que rompió cuando conoció a Sócrates y decidió
dedicarse a la filosofía. No obstante, conservó el gusto por la belleza de las palabras y por la dramatización,
como demuestra la puesta en escena de muchos de sus diálogos.
Mostró gran interés por las matemáticas y la astronomía. En el frontispicio de su Academia colocó la
inscripción "Nadie entre aquí que no sea geómetra". A un matemático -Teeteto- le dedica un diálogo y a otro,
Eudoxo de Cnido (el mayor matemático de su tiempo), le encargó la dirección de la Academia en su segundo
viaje a Italia. Es un hecho conocido la decepción que provocaban en muchos sus conferencias sobre el Bien,
debido a que la mayor parte del tiempo solo hablaba de matemáticas.

1.3. Contexto filosófico


El primer maestro de Platón fue Crátilo, un discípulo poco brillante de Heráclito. Se puede decir que
Platón toma de Heráclito la concepción del mundo sensible como un perpetuo fluir, si bien con la diferencia
fundamental de que para Platón se trata de un mundo que no es verdaderamente real, mientras que para
Heráclito sí lo es.
Sin duda, más influencia ejerce en su filosofía Parménides. Si exceptuamos el monismo y el
materialismo parmenídeos, podemos decir que las Ideas platónicas poseen los mismos rasgos que el Ser de
Parménides. La epistemología platónica también tiene a Parménides como precedente, con su Vía de la Verdad
y su Vía de la Opinión, la primera reservada a la razón y la segunda a los sentidos.
El pitagorismo fue un referente continuo en su obra, por ejemplo en aspectos como la importancia
concedida a las matemáticas, la creencia en la inmortalidad del alma, la doctrina de la reencarnación, la
concepción dualista del hombre y la consideración del cuerpo como sepulcro (soma-sema). Hay autores que
piensan que el platonismo no es en realidad más que una "racionalización del pitagorismo". Merece
comentarse que, en su primer viaje a la Magna Grecia (Italia), se acerca hasta Tarento únicamente con la
intención de conocer al pitagórico más famoso de su época, Arquitas. Este hecho tuvo consecuencias muy
importantes en su vida, pues, antes de regresar a Atenas, decide pasarse por Siracusa, entonces ciudad
especialmente floreciente, donde intentará en tres ocasiones llevar sus ideas políticas a la práctica, con los
resultados ya comentados.
En menor medida, podríamos citar a Anaxágoras, en tanto que primer filósofo que propuso una causa
final (el nous) en la constitución del universo. Pero también expresa Platón su decepción cuando comprueba
que Anaxágoras, a la hora de explicar los procesos naturales, no recurre a la inteligencia ordenadora sino
únicamente a causas mecánicas (remolino, éter y "otras muchas cosas extrañas").
La concepción de la materia en Platón es básicamente la misma que la de los atomistas (Leucipo y
Demócrito): caótica, informe, eternamente en movimiento. Aristóteles señala esta semejanza en su Metafísica:
"Hay algunos, como Leucipo y Platón, que afirman que la actividad existe desde siempre, ya que desde siempre
hay movimiento".
Obviamente la influencia más profunda y determinante es la de Sócrates. Todo el pensamiento
platónico está teñido de socratismo: el intelectualismo moral, la valoración de la razón frente al mundo
cambiante de las opiniones, la concepción de la filosofía como permanente diálogo, la preocupación por la
política y por la educación del ciudadano, el desinterés por los temas de la Naturaleza...
Su teoría de las ideas supone una extensión (a Sócrates solo le preocuparon las virtudes morales) y
una radicalización de la convicción socrática de que existen esencias universales (no solo hay esencias
objetivas, sino que en Platón llegan a ser objetos independientes, es decir, no ya que la Belleza sea la misma
para todos, sino que además la Belleza existe aparte de las cosas bellas y de los sujetos que la conocen). Su
existencia garantiza un conocimiento definitivo, claro y verdadero.
Incluso cuando se aparta del ejemplo de su venerado maestro, como en su decisión de escribir textos
filosóficos, lo hace de la manera más fiel: reproduciendo una conversación con la mayor verosimilitud posible
(con personajes reales y, en ocasiones, hechos reales).
El Sócrates que aparece en los diálogos de Platón no es el Sócrates real, pues defiende ideas que
están más allá de su filosofía y pertenecen más bien a la de Platón (salvedad hecha de los primeros diálogos).
El hecho de que éste decidiera hacerlo protagonista de la mayor parte de sus diálogos debe entenderse como
un reconocimiento al maestro.
Si es inevitable hablar de Sócrates, no lo es menos referirnos a los sofistas, que testimonian mucho de
lo que Platón más rechazaba. Es cierto que cabe hablar de dos generaciones bien distintas, constituyendo la
segunda -la que más trató- una degeneración de la primera, pero Platón manifiesta igual hostilidad a las
doctrinas de ambas (lo cual no excluye que sintiera respeto por alguno de ellos, como es el caso de
Protágoras).
El enfoque divergente abarca prácticamente todos los ámbitos: si Platón se mueve en unas
coordenadas dogmáticas, absolutistas, racionalistas, aristocráticas e innatistas, los sofistas, por el contrario, lo
hacen en una línea escéptica, relativista, empirista, democrática y convencionalista. Si Platón y Sócrates
defienden el diálogo como único método y sus enseñanzas son gratuitas, los sofistas recurren a largos
discursos y al comentario de textos, además de cobrar por su actividad docente.
El título original de la obra es Politeia, que puede traducirse como "régimen o gobierno de la polis" o
también "organización política del Estado". Dadas las connotaciones que tiene en nuestro idioma, no es muy
feliz la traducción por la "República", que se toma del título en latín Res pública ("cosa pública"). Por eso
algunos traductores, pocos, optan por transcribirlo directamente del griego (Politeia) o traducirlo como El
Estado.
El subtítulo de la obra, Acerca de la Justicia, fue agregado por Trasilo, astrólogo de Tiberio, en el siglo I

2
de nuestra era. Es sin duda el diálogo platónico más ambicioso en cuanto a riqueza temática, todo un verdadero
compendio de su filosofía. No obstante, es innegable la primacía de la cuestión política.
Se suelen reconocer cuatro períodos en la filosofía platónica:
1) diálogos de juventud o socráticos;
2) diálogos de transición;
3) diálogos de madurez; y
4) diálogos de vejez.
Si exceptuarnos el libro I, que pertenece al primer período, la República corresponde a la etapa de
madurez, en la que aparecen los temas más característicos del pensamiento platónico (de este periodo son
también diálogos tan significativos como el Fedón, el Pedro y el Banquete). La República se considera el
diálogo más importante de Platón y el segundo más extenso después de las Leyes.
La República consta de 10 libros escritos durante más de veinte años. Los podemos dividir en 5 partes:
-la) Acoge al libro I. Se cree que constituía originalmente un diálogo independiente titulado Trasímaco.
Es muy anterior a los otros 9 libros -lo escribe pocos años después de la muerte de Sócrates- y en él aborda
críticamente la doctrina sofística del derecho del más fuerte.
-2a) Reúne los libros del II al IV. Se habla de la justicia en el Estado y en el individuo, y se describe
cómo sería el Estado ideal.
-3a) Va del libro V al VII. Es la parte más importante del diálogo donde se exponen elementos
fundamentales de su filosofía. Habla de la injusticia y de las formas degeneradas de Estado, de la educación del
gobernante, además de exponer la teoría de las ideas, los grados de conocimiento y el método dialéctico.
Fueron escritos entre el primer y el segundo viaje de Platón a Siracusa.
-4a) Comprende los libros VIII y IX. Sócrates retoma la discusión del libro V sobre las formas
degeneradas de Estado, en la que cada una es degradación de la anterior.
-5a) Únicamente el Libro X. Se trata de un epílogo. Básicamente se ocupa de los premios y castigos
que recibirán respectivamente el hombre justo e injusto tanto en esta vida como en la otra. Finaliza con el mito
escatológico de Er, que expone que es el hombre y no los dioses el responsable de su propia vida.
Respecto al tipo de Estado que propone en la obra. Paleas de Calcedonia (s. V-IV a.C.) ya defendió la
repartición igual de los bienes, señalando a la propiedad privada como causa de todos los desórdenes e
injusticias. Hipódamo de Mileto (s. V a.C.), por su parte, sugirió dividir a los ciudadanos en tres clases:
artesanos, labradores y guerreros, que pueden poseer propiedades pero de carácter público; no obstante, los
gobernantes son elegidos por el pueblo. Sobre la comunidad de bienes, hijos y mujeres no hay precedentes en
Grecia. Su contacto con las comunidades pitagóricas le debió influir sin duda, así como el modelo espartano. Y
lo mismo respecto a su idea "feminista" de que las causas de la situación de inferioridad de la mujer eran
básicamente de tipo social (la estructura familiar) y no natural. En otros aspectos podemos encontrar
precedentes en Heródoto, Eurípides o Isócrates.
Después de las decepciones de sus viajes a Sicilia, progresará en El Político y Leyes hacia una visión
posibilista, por no decir desilusionada y pesimista: admite ahora la familia y la propiedad privada (con
determinadas restricciones, que impidan el exceso de pobreza o riqueza). Pero si estos aspectos quedan
suavizados, no ocurre lo mismo con el modelo de sociedad cerrada y uniforme, en la que la religión se hace
obligatoria y se castiga el ateísmo.
Respecto al fragmento que comentamos -el final del libro VI y el principio del libro VII- constituye la
parte más importante de la obra. Posee un carácter unitario (aún cuando se desarrolle en dos libros). Su
cometido central es concretar qué tipo de preparación han de recibir aquellos que vayan a gobernar. La
respuesta es que deben poseer el más elevado saber, el conocimiento del Bien, que es el objeto supremo. Por
ese motivo resulta obligado analizar dicha Idea y el procedimiento para alcanzar su comprensión (la dialéctica).
Con tal fin Platón utiliza un lenguaje riquísimo, con presencia continua de imágenes y símbolos.
Los dos principales interlocutores a lo largo del libro, y los dos únicos que hablan con Sócrates en el
fragmento seleccionado, Adimanto y Glaucón, son hermanos de Platón.

También podría gustarte