Saly Azúcar

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A trancos caminaba por el pasillo largusimo, mis pasos eran sordos; el piso estaba alfombrado por un material grueso.

Iba con la cerviz doblada, con los brazos aleteando coordinadamente por los flancos de mi cuerpo, mis pantorrillas ya renunciaban a servirme, me par ante una mujer delante. La mujer no me vio, Dnde la haba visto?, era muy joven, en ste lugar donde vivo las hay muchas. Entr a mi departamento algo extasiado, al abrir la puerta toda pareci con un tono rosicler o quizs tambin algo amarillo de foto envejecida. Ya no daba ms, algo call en mi espalda y algo se ubic en mis nalgas que me hizo sentar fatigado y a la vez confortado en la misma silla de siempre. Sentado, me plante seguirla hasta tenerla como novia, tanto era mi entusiasmo que no me reconozco del todo ahora. Sal de mi cuchitril, camine un pasos, golpe la puerta de la alcoba de sta chica, sali, le dije que la amaba, dio un atisbo de sonrisa al escuchar sta indiscrecin, que fue creciendo y trocando hasta convertirse en expresin de extraeza y convencimiento, y ah en el umbral de su puerta me quera rodear con sus brazos de artista, se acerc, me paralic de punta a cabo con el mero roce de sus manos en mi jersey, ella las sac algo preocupada, luego vi a lontananza, que puso los labios en forma de O y amenazando con ellos a los mos, me dio un beso casi maternal, me sostuvo solo con sus labios para que no me cayese. An no me caigo hasta la fecha por sus precauciones.

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