Está en la página 1de 1

Había una vez una familia a la que le gustaban mucho los

instrumentos de música.

La familia iba a concursos, y quedaban siempre los primeros.

Pero un día empezaron a tocar, y de pronto, la guitarra desafinó, la


tela del tambor se aflojó, por lo que los descalificaron, los echaron del
concurso y se arruinaron. Vendieron sus instrumentos para pagar lo que
debían al banco, no era suficiente, así que les embargaron la casa y no
tenían para comer.

Pasaron de ser famosos y ricos a ser mendigos, iban pidiendo por las
casas: comida, dinero, ropas, etc. La mayoría de la gente no les daba nada,
otros les daban los desperdicios, o les daban las cosas que no les gustaban.

Todos los días por la noche se iban a dormir bajo un puente, su


mobiliario eran cajas, y trozos de mantas sobre los que dormían.

Un día, el más pequeño le pegó patadas a una lata, sonaba a música,


a continuación se encontraron un cubo, latas, etc. y entonces recordaron su
pasado, imaginando el sonido de sus instrumentos. Cada uno construyó con
las latas y demás residuos el instrumento que había tocado en el pasado:
uno la flauta, otro el violín. Marcharon al son de su música sin saber que
los instrumentos sonaban como si fueran instrumentos reales.

Un profesional de la música se interesó por el material utilizado para


crear los instrumentos de forma que sonaban como si de instrumentos se
tratara. Les propuso comprarlos, les preguntó su precio, y les ofreció 500
euros por cada uno de ellos. Al escuchar esa cifra, se los vendieron. E
inmediatamente comenzaron a
construir nuevos instrumentos
con los mismos materiales que
utilizaron en los anteriores.

Tres años más tarde, los


mendigos se hicieron famosos,
no por tocar los instrumentos,
sino por hacerlos con la basura
que se encontraban.

También podría gustarte