Ha llegado la hora de desplegar las alas, y volar a
otros mundos, a otras montañas. Pero las que aquí se quedan, nos saludarán aun por las mañanas. Frágil es la flor cuando la toca el invierno. Frágil quedará ante el silencio de nuestra ausencia. Como sonidos, en las montañas quedarán nuestras voces. En espera, en espera quedarán nuestras esencias de retornar al lugar donde hemos nacido.
Se quedarán las sonrisas que compartimos, los
abrazos y las voces de quienes encontramos en el camino. Y mientras, a lo lejos, donde estemos, estaremos con las miradas perdidas en el cielo, buscando un rinconcito de nuestra tierra. Aquella que nos dio cobijo. Partiremos en busca de mil sueños, ¡yo me voy de la mano de mi mejor sueño!. Y juntas de las manos, tejeremos a cada paso nuevos luceros. Escalaremos otras montañas, no sin olvidar las que en nuestros recuerdos aún nos hacen dibujar un mar de esperanzas. Las que fueron maestras para poder llegar a la cima de la vida.