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La indignacin del esclavo

Me indigna tener que irme, alejarme de ti. Quisiera poder estar en tu presencia a cada instante, olvidarme del mundo, dejar atrs la luz de los mortales, envolverme en tu luz, aunque sea solo para observar tu belleza. La vida me golpea a cada instante, cuando no te veo, cuando siento mis sentimientos, cuando mi alma despierta a la oscuridad de la luz del mundo. Las cadenas de los pensamientos que acobardados esgrimen razonamientos queriendo buscar luz en la vanidad, en las sombras de la ciencia, pesan a mi mirada que golpea el suelo, llorando la condicin de esclavo. Solo tu Salvacin llega hasta m como guerrero valiente, y me levanta de mis pequeeces, alzando mi mirada, mirando al cielo. Que diferencia, que cambio de perspectiva. Espera espralo anhelante, que no te ha dejado solo. Como escondido, invisible, invitado insignificante pero de gran estima, esta dentro, solo espera el momento. Camina junto a ti, respira tu aire, llora tus lgrimas, alegra tu risa, se esconde adentro, ms adentro, debajo de la piel, donde el corazn no llega con su sangre. Pero no vive por ti si tu no lo dejas, no te dice que hacer si tu no le preguntas, aparta su vista cuando te acercas al pecado, llora en silencio cuando t fe falta. Tiene el destino del universo en su mano, pero respeta tus decisiones. Ha creado el tiempo y sus das no tienen nmero, pero ha entregado tus das en tu mano, para que lo ames y lo conozcas, si as quisieras, solo t decides sobre tu tiempo. Cuando de rodillas lloro ante su presencia e imploro su consejo, me quedo quieto, esperando esperando su susurro, su toque en mi corazn, su palabra en la Biblia. Mi Rey me habla cuando l quiere, cuando lo considera bueno, me

deja or su dulce voz, me lleva a sitios inexplorados, por amor a l, por la cruz que me limpio, por Cristo. Entonces quisiera seguir all. No por lo que he visto u odo, sino por que all estoy junto a l, mi Seor, mi Dios Santo. Este es el fin de todo discurso: Ama a Dios, malo con todo tu corazn. Ama a Cristo, y vive una vida llena de amor y verdad que le agrade a l. Mis ojos ya no miran el polvo, l ha levantado mi vista.

Henry Padilla Londoo

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