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LAS PALABRAS Y LAS COSAS. FOUCAULT.

Capitulo 1 No se tratar de conocimientos descritos en su progreso hacia una objetividad en la que, al fin, puede reconocerse nuestra ciencia actual: lo que se intentar sacar a la luz es el campo epistemolgico, la episteme en la que, los conocimientos, hunden su positividad y manifiesta as una historia que no es la de perfeccin creciente, sino la de sus condiciones de posibilidad. Ms que una historia, en el sentido tradicional de la palabra, se trata de una arqueologa. Esta investigacin arqueolgica muestra dos grandes discontinuidades en la episteme de la cultura occidental: aquella con la que se inaugura la poca clsica y aquella que, a principios del s. XIX, seala el umbral de nuestra modernidad. Cuestin epistemolgica episteme reservado para el conocimiento cientfico griego la verdad es construida, no hay verdades objetivas.

Para Foucault es la estructura subyacente que acta, que opera de forma inconsciente. Nunca, en ningn tipo de episteme el campo de lo dicho ocupa el mundo visible. Se puede nombrar el mundo pero no todo. El hombre: es slo una invencin reciente, una figura que no tiene ni dos siglos, un simple pliegue en nuestro saber y que desaparecer en cuanto ste encuentre una forma nueva. Eje hombre Problematemporalidad. La historia de la locura sera la historia de lo OTRO, lo que para una cultura es a la vez interior y extrao, debe por ello excluirse, pero encerrndoselo. La historia del orden de las cosas sera la historia de lo MISMO, aquello que para una cultura, es a la vez disperso y aparente debe, por ello, distinguirse mediante seales y recogerse en las identidades. S. XVI- XVII Se crean loqueros para encerrar a los locoslos distintos. No se toleran. Lugares de enclaustramiento. Las meninas. La relacin del lenguaje con la pintura es una relacin ntima. No por que la palabra sea imperfecta y, frente a lo visible, tenga un dficit que se empee en vano por recuperar. Son irreductibles una a otra: por bien que se diga lo que se ha visto, lo visto no reside jams en lo que se dice, y por bien que se quiera hacer ver, por medio de imgenes, de metforas, de comparaciones, lo que se est diciendo, el lugar en el que ellas resplandecen no es el que despliega la vista, sino el que definen las sucesiones de la sintaxis.

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