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El melodioso canto de la sirena

En la mitologa1 griega , las sirenas viven en una isla del Mediterrneo su canto era tan vello que los marinos que lo escuchaban no podan resistirse y arrogaban sus naves contra los arrecifes .Los sobrevivientes eran asesinados sin pie da cuando Ulises abandona la morada de la hechicera Circe , sabe que debe pasar cerca de la isla de las sirenas . Por ello no duda en cumplir el consejo de la hechicera : Pide a tus hombres que te aten al mstil y no te suelten mientras dure el canto .

"Entretanto la slida nave en su curso ligero se enfrent a las Sirenas: un soplo feliz la impela mas de pronto ces aquella brisa, una calma profunda se sinti alrededor: algn dios alisaba las olas. Levantarse entonces mis hombres, plegaron la vela, la dejaron caer al fondo del barco y, sentndose al remo, blanqueaban de espumas el mar con las palas pulidas. Yo entretanto cog el bronce agudo, cort un pan de cera y, partindolo en trozos pequeos, los fui pellizcando con mi mano robusta: ablandarse pronto, que eran poderosos mis dedos y el fuego del sol de lo alto. Uno a uno a mis hombres con ellos tap los odos y, a su vez, me ataron de piernas y manos en el mstil, derecho, con fuertes maromas y, luego, a azotar con los remos volvieron al mar espumante. Ya distaba la costa no ms que el alcance de un grito y la nave crucera volaba, mas bien percibieron las Sirenas su paso y alzaron su canto sonoro:

"Llega ac, de los dnaos honor, gloriossimo Ulises, de tu marcha refrena el ardor para or nuestro canto, porque nadie en su negro bajel pasa aqu sin que atienda a esta voz que en dulzores de miel de los labios nos fluye. Quien la escucha contento se va conociendo mil cosas: los trabajos sabemos que all por la Trade y sus campos de los dioses impuso el poder a troyanos y argivos y an aquello que ocurre doquier en la tierra fecunda". Tal decan exhalando dulcsima voz y en mi pecho yo anhelaba escucharlas. Frunciendo mis cejas mandaba a mis hombres soltar mi atadura; bogaban doblados contra el remo y en pie Perimedes y Eurloco, echando sobre m nuevas cuerdas, forzaban cruelmente sus nudos. Cuando al fin las dejamos atrs y no ms se escuchaba voz alguna o cancin de Sirenas, mis fieles amigos se sacaron la cera que yo en sus odos haba colocado al venir y librronme a m de mis lazos. "

1 Cuentos y leyendas que explican el origen de algo

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