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Quienes dan a los pobres para ser vistos de
los hombres no reciben promesa alguna. Ya han obtenido su
recompensa; jams podrn ser pagados dos veces.
Ocultemos nuestra caridad, aun delante de
nosotros mismos. Dar a menudo y mucho debe ser tan natural
que para ti sea lo mismo tomar diariamente tu alimento como
ayudar al necesitado. Reparte tus limosnas sin decir en tu inte-
rior: cun generoso soy! No intentes con ello recompensarte a
ti mismo. Djalo todo en manos de Dios, el cual siempre ve,
recuerda y recompensa. Bienaventurado el hombre que trabaja
en secreto por los dems; sus favores ocultos sern para l fuen-
te inagotable de alegras. Este pan comido en secreto es para l
alimento ms sabroso que los banquetes reales. Cmo podr
yo proporcionarme este placer tan exquisito? Teniendo yo un
verdadero y abundante banquete en el que se derrame el amor y
la generosidad de mi alma.
Ahora y en adelante, el mismo Seor en
persona recompensar al que da en secreto. Esta recompensa
llegar ciertamente a su tiempo y de la manera ms perfecta.
Cuntas cosas se encierran en esta promesa! Solamente la eter-
nidad nos lo revelar.

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