CAPITULO IV
Batlle y el Movimiento Obrero y Social
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Carlos M. Ramax esta serie a otros corresponde
mostrar las especiales catacteristicas de la vide politica y de la
economia uruguaya en la época ‘de Batlle y Ordénez, asi como el
SGCorrollo de nuestra cultura intelectual y el avance de las prac-
ticas_educativas.
‘Especialmente, sin tener en cuenta las caracteristicas nue-
yas due adquiere 1a economia a partir del gobierno de Latorre,
yimas todavia desde 1890, es. dificil ‘comprender la importancia
Yue en el Uruguay de principios del siglo. XX comenzd a co-
Qeponder al proletariado.y a las clases medias urbanas y el por.
qué de su incidencia en ja vida politica.
Al intentarse en el primer
tema demo-liberal, por vez DI
entran como protagonistas en
jndisolublemente vinculado a Ja
Batlle y Ordéiez.
LOS COMIENZOS DEL MOVIMIENTO SOCIAL Y OBRERO
La primera organizacion obrera uruguaya de, que. tenemos
noting & de 1865, y corresponde-a los obreros tipégrafos que 5° :
coaligan especialmente con
la introduccion de
piente intelectual es muy anterior pues se
biente intelcgsteban Echevarria que funda en 1837 la “Sociedad
de Faris Sy publica “Dogma Socialista”, en. la estela de Saint
Simon y i tomo 1a labor de Bugéne Tandonnet que
oor 184 dedica buena parte del periddico “Le Messager Fran-
qzise”._aue, $e * dita en el Montevideo sitiado, a la difusién de _
personalidad y las ideas de Charles Fournier, 1a propaganda
de as oe utopicas” y la critica de la “sociedad indus-
“ial”.
‘Gugeao en Europa la Primera Asociacién Internacional, de
Jos Trabajadores propicia la organizacion obrera —ahorg. estre-
10s rate winculada a las nuevas ideas sociales de sus dirigen-
havens, Engels, Bakunin, y los, proudhonianos franceses— jun-
to a las “secciones exitlonales” de los paises latinos, Inglaterra,
Alemania, Suiza, ER UU, etc, se contara también el Uru-
/ guay.
Tay Esta fecha corresponde en toda América Latina con. Jo fundacién de
socieda i ‘Tipogratica” de Chile
ides similares, (‘‘Sociedad de 1853 es la
aaima es la “UniGn Tipografica” de Buenos Aires en
Zefislado en nuestro libro, actualmente €n prem”
socialistes. ‘Latine (1492-1836).
jos. LAmerique
estos es ee A Argno en Flig-
mm sido Co! .
tro, medio. eetonsturia, Montevideo, Garcia. 1945 Poles 88 is yon
fro Las ideas sociallstas en el siglo XIX, “Montevideo. Medina, 1949,
(3) Yer G1 revista’ Nuesfro Tiempo N° 2, febrero de 1935, 1a nota ‘Los
ver on nals del 78 y tanseripeién documental.
—39Baille y el Movimiento Obrero y Social
tolerante, escaso en tensiones y da oportunidades de ingreso a
estos apellidos nuevos. La ideologia revolucionaria es. entonces
sustituida por el progresismo batllista. Como es habitual en es-
tos casos ello no supone siempre una renuncia total a los idea-
les de la juventud. El nuevo grupo a que se incorporan estara
tenido de muchas ideas revolucionarias, su legislacién y mas
todavia su estilo de accién y prédica registrara aquel contacto.
LA. EXTREMA IZQUIERDA Y BATLLE
4Qué opinién le merecia a la extrema izquierda contémpora-
nea la personalidad de Batlle y su actuacién publica?
En estos afios son muchos los articulos de la prensa anar-
quista, socialista y sindicalista en que se comenta el batllismo
como problema.
Nos parecen eee tipicos los ejemplos que siguen,
que son casi coincidentes y se difunden en la misma época.
En: “El Socialista” —érgano oficial del Partido Socialista
Uruguayo— bajo el titulo definitorio de “Nuestra Politica”, di-
ce en 1912:
“Constituimos una extrema izquierda avanzada que critica
la accion gubernamental en todo lo que ella adolece de resabios
criollos y burgueses, que la espolea hacia las mas francas orien-
taciones reformadoras, contrarrestando el efecto de las influen-
cias conservadoras, y que finalmente vigila celosamente las con-
quistas realizadas. Esta orientacién (actual) de una politica so-
cial no reposa mas que en un hombre, no es la obra ni la con-
dicién de un partido. El hombre pasar y el partido continuara
en el Poder y no seria dificil que volviese a depararnos, después
de un gobierno francamente radical un gobierno solapadamen-
te reaccionario como el de Williman, etc.” (44) 2
Al afo siguiente en “El Anarquista’, Antonio Marzovillo
escribiendo bajo el titulo de “Batlle y los anarquistas”, expresa:
“Una buena parte del pueblo uruguayo, incluso algunos anar-
quistas no muy firmes en sus mismas creencias, se encuentran
-mareados por la politica del actual mandatario Batlle y Ordo-
fiez. Es cierto que es un caso especial el que pasa con el gober-
nante de este pais que se encuentra empecinado en introducir
un conjunto de reformas no comunes entre gente de mando; pe-
ro, es muy cierto también, que tales reformas resultaran mas
que inttiles en la practica, si una conviccion y conciencia en
el pueblo no hace efectivd esos beneficios cuando los interesa-
dos pretendan rehuir las leyes respectivas. $
“Por Jo tanto, el lugar de los anarquistas debe estar entre
el pueblo, no para apoyar la politica de Batlle sino para elevar
su cultura, etc. Es la ocasion mas oportuna para demostrar al
pueblo el verdadero engranaje de la actual forma de sociedad, el
cual engranaje por su estructura, no admite simples reformas
sino una’ radical transformacion en la propiedad privada y en
la forma de gobernarse los pueblos para que se sienta la verda-
dera efectividad de un bienestar economico y moral.
(aa) Bditorial del N° 45 (28 de enero de 1912). Corresponde destacar que
waite coneeptos tomaban pie en un articulo similar aparecido en el
primer numero del periddico libertario Ideas que cirigia Eduardo G
Gilimon.
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Carlos _M. Rama
_ “Sin. embargo —termina el articulo— esperamos del buen
criterio del lector no confundirnos con esa gente que, tanto com-
bate a Batlle como mafiana lo defenderian si éste les diera parte
en el comedero (presupuesto) nacional”, (45) :
El reciente juicio histérico de la extrema izquierda sobre
Batlie, ya alejado de la lucha cotidiana, ha sido similar en sus
apreciaciones. Asi Emilio Frugoni en su oracién.del Ateneo en
1936 dice: “Tal vez algun dia explique, desde esta misma tribuna,
por qué lo combatiamos (a Batlle) los socialistas, y por qué ya
Jo consideramos uno de esos grandes forjadores de la nacionali-
dad que merecen el respeto consciente de las masas populares y
de los partidos de la clase obrera”. (46) i
El Sr. Francisco R. Pintos, en la nueva “linea histérica” que
en materia politica comienza a aplicar el Partido Comunista a
que pertenece desde 1934, publica un volumen sobre Batlle, en
que. reconoce que hasta la fecha se habia “apreciado falsamen-
__~te” la obra y la personalidad de Batlle.
Postula en cambio ‘la valoracion de los aspectos progresis-
tas y democraticos del ideario batllista y considera a su lider
“primera figura politica del pais, desde que él existe como Es-
tado independiente, y una de las primeras de toda América en
su época”. Mas adelante haciendo el paralelo entre ‘rigoyen y
Batlle concluye que “el gran mérito (del ultimo) es existiendo
las condiciones, dar una satisfaccién aj las aspiraciones populares
y aun~adelantarse en algunos casos a ellas”. (47)
LA DECADA DEL 20 ‘
La corriente politica que anima el Sr. Batlle en la década
de] veinte se cristaliza y adquiere sus facetas definitivas.
Es de 1920 1. adopcién del Programa del Partido en que se
resumen sus ideas, y mas todavia se establece la defensa de las
conquistas logradas en las décadas precedentes.
_Por_otra Ee se establece una decantacién politica y hasta
social, Después del “riverismo”, y el “vierismo” se aparta —to-
davia en vida de Batlle— el grupo del Dr. Julio Maria Sosa.
E| batllismo se beneficia del enorme crecimiento de las cla-
ses medias, surgidas de la emigracién europea, que su politica
ha favorecido, y su politica tiende a orientarse de acuerdo a su
idiosincracia. Los empleados, pequefos comerciantes o industria-
les, los profesionales universitarios, hijos de los obreros manua-
les de 1890, comienzan a actuar en las filas del partido del Sr.
Batlle y hacen de éste un verdadero idolo de las multitudes. La
legislacién social de estos afios busca consolidar. las anteriores
conquistas y procuran como norte mas la seguridad que la de-
mocratizacién social. /
del N° 1 del 16 de abril de 1913. El editorial intitulado El anar-
reitera similares conceptos, (“venimos a afirmar la _persona-
narquista, frente a blancos y colorados de todo matiz, frente
tas y anarquistas, partidarios del reformismo, del batllismo,
del blanquismo y de cualquier otro ismo que no sea el anarquismo’’).
(46) ae aa 22 is octubre de 1936, inclaido en El Libro de los elo- |
. Ob. cit, Pp.
(47) Batlle y ol proceso histérico del Uruguay, Montevideo, Garcia, 1
ra y oF Yense tambien Justice, del"6 de mayo de Sab, eomien:
arlo de 'L. F, eon el mismo titulo, os
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