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La obediencia amorosa de Mara Virgen al Plan divino es la clave del discipulado por la que se ingresa al camino de la comunin existencial,

viviendo la comunin con Jess, en Jess que es la Vida misma, y experimentando el misterio de su presencia, anuncindolo con la vida y la palabra, al impulso del Santo Espritu que lleva a actuar segn el Plan de Dios y al hacerlo clamar con ese obrar humano Abb, Padre (Gl 4, 6), dando gloria a Dios con el quehacer y aun ms con la propia vida.

MARIA, PERFECTO MODELO DEL DISCPULO

Nelly Flores Carbajal

A la eleccin y llamada de Jesucristo, el discpulo responde con toda su vida. Se trata de una respuesta de amor, a una llamada de amor. Estamos llamados a la perfeccin de la caridad (LG 40). Por eso la respuesta est lejos de ser meramente intelectual. A la eleccin amorosa de Jess, el discpulo responde, por gracia de ios, con fidelidad hasta la cruz y el testimonio de la Resurreccin, al grado de estar dispuesto a dar la vida por los dems. Un ejemplo es el de la Virgen Mara.

La Virgen Mara, discpula y misionera por excelencia, echa luz sobre cmo los hombres y mujeres de Amrica Latina hemos de vivir esas dimensiones de la vida cristiana de cara a este tiempo difcil que tenemos por delante. Cuando cree a Dios y desde la fe pronuncia el Hgase sin lmites en la Anunciacin-Encarnacin, la Inmaculada Virgen inicia un ejemplar discipulado. Su apertura a la Palabra y su internalizacin de la real presencia del Verbo Eterno de Dios hecho hombre en el Seor Jess se vuelven paradigmticos para la accin de avanzar en comunin con Jess, a la accin misional y solidaria.

Luego de recibir la Buena Noticia no se la queda para s, sino que rpidamente marcha hacia su necesitada parienta Isabel, portando la Luz Eterna. Es as que cuando Isabel la ve se llena del Espritu Santo al saltar su hijo en su vientre. se es el proceso del discipulado: acoger, interiorizar al Seor, dejar que su Vida se exprese en toda nuestra vida, permitir que irradie su luz y su calor a los dems, y ser nosotros cooperadores de esa irradiacin, prestarle la realidad de nuestra vida, de nuestro ser, de nuestra mente, de nuestro corazn, de nuestro cuerpo para que se exprese y se proyecte en la realidad concreta de los seres humanos, extendiendo hasta los confines de la tierra el anuncio y explicacin de la Buena Noticia, que la Iglesia atesora y comunica a todos como expresin de su vida y misin.

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