Está en la página 1de 2

LA REVOLUCION ALFARISTA VISTA POR SUS ENEMIGOS Alfaro haba entrado a Quito a la cabeza de turbas de la Costa, encausadas en algn

centenar de multitud provinciana, que en espectativa de surgir, se haca liberal; rodeado de gente irresponsable, de esa que con maas sectarias insultan creencias religiosas; dirigido por comerciantes quebrados, por contrabandistas impunes, por asaltadores de Bancos, que lisonjeando a l, caudillo espiritista-masn, con el incesante grito de su nombre Viva Alfaro!, blasfemaban de Dios y profanaban santuarios; y odiando al serrano, por su civilizacin cristiana, en Oficinas de Polica, flagelaban, atormentaban, violando los fueros de la dignidad humana... Todos los conquistadores de la Sierra perseguan un solo ideal, el de adquirir con prontitud, con facilidad, de cualquier modo que fuese, riquezas soadas y contemplarlas luego, en manos del placer. Ningn propietario se vea seguro, muchos pagaban contribucin personal, acusados de cualquier malquerencia. Se haba confiscado las mejores haciendas. La familia no se consideraba amparada por ley alguna: tropas del caudillo azuzadas por aventureros, de esos que trajinan por los puertos de mar, para vivir de audacias y de rapia, husmeando por calles, entraban al hogar, y en casos, violaban a la mujer. Oficialmente averiguaban de reservas de Bancos, de depsitos judiciales, de fondos de cofradas, de tesoros Municipales, de Colegios y Universidades; de legados, donaciones, herencias, de cunto constitua el haber de la Capital de la Repblica. Y se haba destrudo imprentas; con atropello violento entrados al Palacio Arzobispal; al golpe de mazo que pedaceaba la Imprenta del Clero, y a los reflejos del incendio de los archivos, escarneciendo la dignidad del Ilustre Arzobispo Pedro Rafael Gonzlez Calisto, con gestos y algazaras burdeleros,

habanle forzado a vivar a Alfaro.1 (Testimonio del jefe guerrillero conservador Miguel Angel Gonzlez Paz.)

1 Gonzlez Pez, op. cit., pp. 241-242.

También podría gustarte