ABRAZO

de Eugenio Griffero.

Faltan cinco minutos, tengo tiempo. No se si alguien preguntar por mi, me gustara saberlo. Entrarn en la habitacin y la encontrarn vaca. Debo extender las sbanas limpias sobre el colchn, siempre me agrad. Un golpe en el aire y caen arrugadas. El olor es fresco. Despus, tirar de las puntas para dejarlas lisas, levantar el colchn y meterlas debajo. No necesito almohadas ni colchas. Dos minutos. Solo dos. Se recost, estaba desnuda como siempre. Su espalda goz con el frescor de la sbana limpia. Mir el cielorraso agrietado y algunas manchas de los ngulos. No haba ruidos. Separ las piernas y apoy una mano en su sexo, movi con suavidad los pliegues que cubran la entrada y meti un dedo. Sonri. El vientre abultado anunciaba que el nio nacera pronto. No poda esperar. Hizo un esfuerzo y acerc la otra mano. Introdujo ms dedos y comenz a jadear, deba controlarse, no era cuestin de echarlo a perder. Se calm y distendiendo las paredes con fuerza, hundi las manos hasta las muecas. Los tejidos cedan con facilidad. La abertura era suficientemente amplia, levant las piernas y acerc al borde un taln y despus el otro. Hizo fuerzas con las manos y los talones. La entrada no resisti. Mara pudo incorporarse y mir, nada le interesaba ms que ese orificio oscuro. Acerc la cabeza y trat de ver el fondo. Poco a poco meti la nariz y los labios hasta que la cara desapareci por el agujero. Un esfuerzo ms y el pelo resbal por el pasadizo. El resto fu fcil. Contuvo la respiracin y pudo entrar el tronco. Las tetas golpearon contra los dedos, pero entraron tambin. Un ltimo movimiento permiti que los brazos y las piernas se perdieran por el orificio. Mara lleg, ya no estara sola jams. Se abraz a su hijo y comenz a susurrar una cancin de cuna hasta el silencio.

Eugenio Griffero. ( de su libro CLIMA.)