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La muerte y el espejo

UN CUENTO rase una vez, hace mucho, mucho tiempo, un nio que jugaba cada da con la muerte, pues an no tena a nadie ms con quien jugar. Y la muerte era cariosa con l y no le haca nada malo sino que muchas veces le traa de los mundos superiores donde viva los ms lindos regalos. El nio tampoco le tena miedo a la muerte, pues todava no haba abierto sus ojos terrenales. Y no le haca falta, pues el sabia ver por dentro, con el corazn, y all su amiga tena un aspecto maravilloso, radiante de luz. Pero en la pared de la casa donde viva el nio haba un espejo, y este senta envidia de tal amistad. Quera que el nio solo tuviese ojos para l, pues al fin y al cabo para eso estaba el all. Qu es un espejo al que nadie mira? Un da, la muerte le trajo al nio una fulgurante corona. El nio se puso muy contento y cuando se march la muerte, se paseaba por la estancia con la corona en la cabeza. Y he aqu que el espejo grit: Los ojos, nio, deprisa abrirs! Lo que trajo la muerte has de mirar! Pero el nio no hizo lo que quera el espejo, pues la muerte le haba advertido que no le prestara atencin. En otra ocasin, la muerte le regalo un hermoso cetro real, de plata. Cuando estuvo solo, el nio jugaba con l y era feliz. Y otra vez exclam el espejo: Los ojos, nio, deprisa abrirs! Pues yo te estoy mostrando la verdad. Pero el nio no hizo como le aconsejaba el espejo. Una vez ms, algn tiempo despus, la muerte le trajo de regalo al nio un lindo par de zapatos rojos que poda llevar siempre y que nunca se desgastaran. El nio bailo con ellos en la habitacin, y el espejo exclam: Del oscuro poder te has de guardar pues si no la muerte te aniquilar! El nio entonces empez a tener un poquitn de miedo y pens: una mirada no puede hacer dao. Y abri los ojos y se mir en el espejo. Y el espejo le

mostr su verdad: que la resplandeciente corona estaba hecha de cardos y espinas secas, y que el cetro de plata no era otra cosa que un descolorido huesecillo y los zapatos rojos dos malos pucheros de barro. Y cuando el nio se vio a s mismo en el espejo descubri, tras sus rosadas mejillas, una putrefacta calavera que le miraba con espantosa sonrisa. Y, de pura tristeza y horror, al nio se le par el corazn. Desde entonces, la muerte se mueve en medio de los hijos de los hombres y les va cerrando los ojos para que aprendan denuevo a mirar por dentro. Y en cuanto a loa espejos, hay que taparlos cuando ella llega. ste es el cuento de las dos visiones.

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