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a) "Que todos los hijos de la iglesia de Mâcon y todos los fieles cristianos sepan que el
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canónigo Etienne de Chaumont en presencia del obispo de Mâcon, señor de Bérard, y de
sus clérigos dio un mansus ubicado en la región de Lyon que pertenece a los canónigos
regulares de Saint-Pierre, situado en la parroquia de la Chapelle en el villorio de Brutoria,
con todas sus pertenencias. En ese mansus reside Guichard, buen campesino, que debe
en servicio:
para Pascuas, un cordero;
para la siega (del heno), seis piezas de moneda;
para la cosecha del grano, una comida (con varios asociados) y un setier de avena;
para la vendimia, doce denarios;
para Navidad, doce denarios, tres panes, un setier de vino;
para Cuaresma, un capón;
para fin de Cuaresma, seis piezas de moneda;
Etienne firmó esta carta y la hizo afirmar."
b) "Juan Butery tiene una verga de tierra por la cual debe, cada año, quince dineros...
Tres días por semana debe trillar una medida de trigo ... o hacer otro trabajo a voluntad de
su señor. Cada año, en invierno, todas las veces que sea llamado, debe labrar un bonnier
y rastrillarlo; el señor lo alimentará... En el día de San Martín, debe labrar tres acres. Y si
un señor va a Bec por este señorío y se halla desprovisto de montura o escudero, debe ir
a caballo con él durante un día, es decir, durante treinta leguas... Igualmente, debe lavar
las ovejas, segar el prado del señor... recoger el heno y acarrearlo... Y, durante toda la
semana de la siega, debe estar exento de los otros trabajos... Durante todo el otoño, a
partir del día de San Pedro, debe, de manera continua y cotidiana, medir la producción de
medio acre o realizar otros trabajos equivalentes...
No puede casar a su hija ni a su nieta sin la autorización del señor, ni vender, sin su
permiso, un caballo o un buey de su propio ganado... Debe ir al molino del señor...
Todos los poseedores de vergas, en sus trabajos y costumbres, son iguales y de la
misma condición. A la muerte [del terrazguero] el señor debe percibir el mejor animal. Y si
muere ab intestato todo su ganado quedará a disposición del señor."
"...El conde Gérard, de feliz memoria, y su piadosa esposa Berta, impulsados por el
temor de Dios y por su salvación y la salvación de los suyos, fundaron un monasterio en
las márgenes del río La Cure, en un alodio que les pertenecía en propiedad y que era
totalmente libre y establecieron en ese lugar una congregación de siervos de Dios.
Por medio de una memoria que contenía sus disposiciones testamentarias,
colocaron a este monasterio y a todo lo que habían dado a título de propiedad perpetua,
bajo la protección y la autoridad de los bienaventurados príncipes de los apóstoles y de
sus sucesores, por los siglos de los siglos, en la sede de la iglesia romana...
Se ordenó en consecuencia que ningún seglar o ninguno de los enviados del rey
estableciera dominio alguno en el mencionado monasterio, en el mencionado monasterio,
en el mencionado castillo, o en las villas que constituían parte de su dominio, y no
instituyera ni derecho de visita, ni de multa, ni derecho de régain 6 , ni derecho de peaje en
los puentes, o no exigiera que fuera instituido por el mencionado monasterio; que
quienquiera osara violar ese decreto de inmunidad fuera declarado pasible de multa de
seiscientos sueldos, de los que la mitad debía ingresar al fisco real, y la otra mitad a la
iglesia que hubiera sufrido el daño. Y a fin de que ese decreto de su autoridad fuera
plenamente ratificado y puesto en vigor, los reyes confirmaron por su propia mano y lo
sellaron con su sello. Con la ayuda de estas libertades y de estas inmunidades tan
completas, la joven plantación se cubrió abundantemente de un nuevo césped y el
resplandor de sus ramos verdeantes encantó a un gran número de provincias. Pero como
entre los diversos vicios que la naturaleza humana ha contraído como consecuencia de la
prevaricación de nuestros primeros padres, la envidia de lívida tez es la que más
horriblemente ha infectado al género humano; muchas potencias, tanto eclesiásticas como
seculares, de los alrededores, imbuidos de este veneno, realizaron todos los esfuerzos
posibles para despojar al mencionado monasterio de su guarnición de libertad y quitarle la
ilustración de su nobleza...
En su piadosa solicitud y con ocasión de las frecuentes invasiones de los hombres
impíos, los abades de Vézelai, con generosa liberalidad concedían frecuentemente un
homenaje espontáneo a los condes de Nevers, para que ellos se considerasen obligados
en mayor grado a prestar socorro contra sus enemigos a una iglesia que, no estando
obligada a su respecto por ninguna circunstancia, les confería [sin embargo] asidua y
gratuitamente grandes beneficios. Pero el corazón corrompido de los hombres abusa
siempre de los favores; a veces incluso los homenajes gratuitamente ofrecidos lo hacen
mucho más insolente y el homenaje concedido a un ingrato no se acoge jamás a título de
favor. De allí surgió que Guillermo, quien posteriormente llegó a ser monje de la Cartuja,
mientras administraba los negocios de la ciudad de Nevers, abusó insolentemente de los
salarios y otros beneficios que le acordaba la iglesia, se esforzó por obtener de ella, por
métodos tiránicos, algunos censos contrarios no solamente al estado de paz, sino también
a las libertades. El venerable abad Pons desdeñando sus pretensiones arrogantes, rehusó
muy razonablemente lo que pedía tan injustamente, y se defendió con sabiduría de lo que
se le exigía imperiosamente. Perturbado al verse así rechazado, el de Nevers se inflamó
por una cólera tal, que desvió de Vézelai las vías reales e interceptó las avenidas públicas
del burgo.
[El pleito suscitado entre el conde de Nevers y el abad Pons de Vézelai, se ventila ante
Luis VII antes de partir éste para la Cruzada.]
El conde dijo además `que quería que los hombres de Vézelai, ligados a la iglesia,
estuvieran sometidos a su justicia; y que todas las veces que le pluguiera ordenarle al
abad, éste los llevara ante su corte, para recibir allí forzosamente su juicio; que si por azar
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surgía alguna discusión entre esos mismos hombres y el abad, el conde decía que no
debían llegar a una buena inteligencia sino por su intermedio pero solamente en la corte
misma del abad´. El abad respondió `que la iglesia de Vézelai no había sido fundada ni por
el conde ni por sus antepasados, que los hombres a los que se refería no pertenecían a su
feudo, que ni el abad ni la iglesia los tenían de él; que en consecuencia, sería injusto que
estuviesen sometidos a su jurisdicción, no perteneciendo a su beneficio. En cuanto a la
concordia a restablecer entre los burgueses, el abad declaró que nada era más injusto que
una pretensión tal y más contraria a toda verdad y a toda justicia, pues la paz es un bien
común a todos, tal como los bienaventurados evangelistas lo atestiguan en las divinas
Escrituras y por medio de los santos Padres, y que no había existido jamás en la Iglesia,
desde los antiguos tiempos, ninguna costumbre semejante a la que se alegaba, o del
mismo género. El conde dijo además que `los hombres de Clamecy, cuando iban a las
ferias o al mercado de Vézelai, depositaban sus mercaderías en las plazas y se decían
exentos de los censos que pagaban los demás hombres; y, en consecuencia, el conde se
quejaba de que los preceptores del abad exigieran de ellos esos censos a viva fuerza´. El
abad respondió acerca de eso `que había desde hacía tiempo plazas para esas diversas
necesidades, que nadie tenía derecho alguno de exención; y que puesto que todos los
hombres que venían a las ferias o al mercado de Vézelai pagaban de buen grado un
derecho de impuesto según las diversas especies de mercaderías, entendía que esos
impuestos fueran parejamente pagados por aquellos que no podían decir en virtud de qué
derecho pretendían exceptuarse.
Luego de esto, el abad se querelló contra el mencionado conde, pues detenía a los
buhoneros y mercaderes que frecuentaban la vía pública desde Auxerre hasta Vézelai, y
no les permitía llegar a Vézelai."
"Federico, por la gracia de Dios obispo de la iglesia de Hamburgo, a todos los fieles
en Cristo, presentes y futuros, bendición perpetua. Queremos que el contrato que gentes
de este lado del Rhin, llamados holandeses, han establecido con nosotros, sea conocido
por todos. En efecto, esos hombres vinieron hacia nuestra majestad, pidiendo
insistentemente la concesión de una tierra tomada en nuestro obispado, hasta ese
momento inculta, pantanosa e inútil a los habitantes de la región, para cultivarla. De
acuerdo con la opinión de nuestros fieles, juzgando que esto sería útil a nosotros y a
nuestros sucesores, no hemos rechazado su pedido y hemos acordado nuestro
consentimiento.
Se ha establecido un contrato, según los términos del cual, por cada manso de la
mencionada tierra, nos darán un dinero anual. Hemos estimado que era necesario inscribir
aquí las dimensiones del manso, para que en el futuro no haya ninguna discordia entre las
gentes, o sea 720 varas 7 reales de largo y 30 de ancho, con los arroyos que atraviesan la
tierra, que concedemos de la misma manera. Por fin, han admitido, conforme con nuestra
voluntad, darnos el diezmo de los frutos de la tierra, a saber: la undécima gavilla, la
décima parte de los corderos, de los puercos, de las cabras, de los gansos, la décima
medida de miel y lo mismo en cuanto al lino; rescatarán por un dinero el potrillo criado
hasta la fiesta de San Martín y el ternero por un óbolo. Nos han prometido que se
someterán en todos los casos a la justicia sinodial según los decretos de los Padres, a la
justicia canónica y a las instituciones de la Iglesia de Utrecht. Para la justicia y los pleitos, a
fin de no sufrir perjuicios de parte de los extranjeros, se han comprometido a pagar cada
año dos marcos por cien mansos, para poder solucionar entre ellos todos los procesos. Si
no pueden solucionar entre ellos los pleitos o la justicia de los asuntos importantes, que
apelen al obispo y, llevándolo al lugar de su residencia para que juzgue la causa, que se
encarguen de su manutención durante su permanencia; recibirán entonces los dos tercios
de los derechos de justicia y dejarán el tercio al obispo. Les hemos concedido el derecho
de crear iglesias en esta tierra allí donde les parezca útil. Cedemos a esas iglesias para el
uso del sacerdote que las sirva, el diezmo de nuestros diezmos de esas mismas iglesias
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parroquiales. Los parroquianos de cada una de esas iglesias, se obligan a dar en dote a
su iglesia un manso para las necesidades del sacerdote.
Nombre de los hombres que vinieron a nosotros para establecer la confirmación de
este contrato: el sacerdote Enrique, a quien hemos concedido de por vida las
mencionadas iglesias; los laicos: Helenikus, Arnold, Hiko, Fordolt, Referic, a los cuales
concedemos la mencionada tierra según las leyes del siglo y la convención establecida, y
a sus herederos después de ellos. La redacción ha sido realizada en el año 1106 de la
encarnación del Señor, el sexto día de la indicción, bajo el reinado de Enrique III,
emperador augusto de los romanos."
7.- HOMENAJE
"El siete de los idus de abril, se rindieron los homenajes al conde, cumpliéndose
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con las formas determinadas para prestar fe y fidelidad y con el orden siguiente. En primer
lugar, cumplieron el homenaje de tal forma: el conde preguntó al futuro vasallo si quería
ser su hombre sin reserva y éste respondió: "Lo quiero", luego con las manos estrechadas
en las del conde se besaron. En segundo lugar, aquel que había cumplido el homenaje
comprometió su fe ante el conde, en estos términos: "Prometo por mi fe ser a partir de
este instante fiel al conde Guillermo y reservarle completamente y contra todos mi
homenaje, con buena fe y sin malicia"; y en tercer lugar juró éste sobre las reliquias de los
santos. Luego con la vara que tenía en la mano, el conde dio la investidura a todos
aquellos que habían cumplido el homenaje prometiendo fidelidad y ofreciéndoles su
juramento."
"Yo, Hugo de Rochefort, ...reconozco haber hecho homenaje a ti, mi señor G.,
conde de Forez, y a tus sucesores. He recibido de ti, a título de feudo libre, el castillo de
Rochefort ... y lo que yo y mis sucesores adquiramos en este castillo y en su dominio.
Además, lo que poseo o lo que adquiera, en feudo, por compra o de cualquier otro modo,
en el dominio de Cervière, de Saint-Julien y de Saint-Priest, lo he concedido de buena fe a
ti y a tus sucesores para tenerlo a perpetuidad. En cuanto a ti, después de esta concesión
y este homenaje, prestado a ti en presencia de varios, me has dado a perpetuidad, a mí y
a mis sucesores, lo que posees y lo que adquieras en el futuro en el mencionado castillo
de Rochefort y su dominio, de forma que no posees nada en este castillo y su dominio que
no sea mío. Y lo que yo y mis sucesores tengamos u obtengamos en él, en el futuro, de ti
y de tus sucesores, lo tendremos a título de feudo. Es preciso señalar que, cada vez que
el señor de Cousan quiera inquietarme, el conde mismo (al igual que su hijo) me ha
prometido su ayuda bajo juramento y vendrá a defenderme. A la inversa, si el conde de
Forez quiere atacar al señor de Cousan, yo y mis sucesores estaremos obligados a
prestarle ayuda.
Hecho en el año en que el señor conde de Forez comenzó la construcción del
castillo de Cervière."
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10.- MONARQUIA FEUDAL
"Año de la Encarnación del Señor 1059 ... el rey Philippe fue coronado por el
arzobispo Gervais en la iglesia catedral frente al altar de Notre-Dame de acuerdo con el
orden siguiente.
Comenzada la misa...el señor arzobispo se volvió hacia el rey y le expresó la
doctrina católica; preguntándole, luego, si creía en ella y la quería defender. Después de la
respuesta afirmativa, se le presentó la "professio". Habiéndola aceptado la leyó él mismo...
y la suscribió. Esta "professio" es la siguiente: `Yo, Philippe, por el favor de Dios, futuro
rey de Francia, en el día de mi coronación, prometo, frente a Dios y sus santos, conservar
a cada uno el privilegio canónico, la fe que le es debida y la justicia; ser el defensor con la
ayuda de Dios como es justo que el rey actúe en su reinado en favor de cada obispo...´
Entonces, con el consentimiento de su padre Henri, el arzobispo procedió a la elección
real de Philippe. Luego de él, lo mismo hicieron los legados romanos... Luego de ellos, los
arzobispos y obispos, abades y clérigos. Inmediatamente Gui, duque de Aquitania. Luego,
Hugues, hijo y delegado del duque de Borgoña. Luego de él, los enviados del marqués
Baudouin y los de Geoffroy, conde de Anjou. Luego, los condes Raoul de Valois, Herbert
de Vermandois, Gui de Ponthieu, Guillaume de Soissons, Renaud, Roger, Manasse,
Hilduin, Guillaume d´Auvergne, Aldebert de la Manche, Foulques d´Angouleme, el
vizconde de Limoges. Después los caballeros y el pueblo, grandes y menores dieron el
consentimiento al unísono, gritando tres veces: Aprobamos, queremos que así sea."
NOTAS:
1
Moyo: medida de capacidad equivalente a 258 litros.
2
Avoué: institución carolingia consistente en la elección de un laico, el avoué (abogado,
advocatus), que cumple la función de interlocutor entre el monarca y la abadía inmune
a su cargo.
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Mainmorte: impuesto sobre la sucesión que manifiesta la incapacidad de poseer
plenamente un patrimonio y, por lo tanto, de legar con libertad.
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Laudemio: tasa de mutación que paga al señor el feudatario que vende su feudo.
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Rélief: derecho de sucesión que paga el heredero de un feudo para asegurar su
tenencia. Frecuentemente equivalía a las rentas que el feudo proporcionaba en un año.
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Régain: nombre que se daba al segundo corte de los prados y al último de los
artificiales.
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Vara: medida equivalente a 0,83 metros.