Está en la página 1de 1

Una epstola, a mi misma:

Te cuento, que traigo un saco pesado dentro del pecho, con rocas afiladas que ni han lastimado mi corazn; su ritmo sigue igual, normal y mi respiracin no ha sido daada por el conflicto de espacio. Por tanto soy fuerte, ms fuerte que la traicin, ms erguida anda mi postura ripostando humillaciones y slo sea tambaleado desde luego mi emocin y he sentido mucha tristeza. He conocido que aquel que te ofende no es tan cruel, como el que lanza su perfidia en frases cortas y teje a tus espaladas una conspiracin, que te excluye, por su propio beneficio. He conocido que aquella que rie y no da respuesta importantes, es como la serpiente, que se arrastra en silencio hasta lograr morder su presa; igual para, para alimentar su ego, enriquecer sus sueos materiales y alcanzar un status de persona que nunca haba posedo. Hoy, ahora mismo de todo esto me rio. Perdono tan profundamente este tro de actitudes. Pienso en Lao Tse, facundo Cabral, me he valido mucho de hooponopono para mantener la claridad y transparencia de mi alma. ltimamente llego a mi Aleph y todo esto me ha dado el mpetu y la certeza, que de triunfo. Un triunfo verdadero, permanente con desarrollo sostenido, no aquel del momento en que uno de los dos gane la peleaPerdono al mercader de afectos que es capaz de tejer una patraa, por insulso e inmaduroperdono la cortesana con imagen de beata que quiere tener lo que nunca tuvo y me compadezco de aquel que ejecuta, sin hacer discriminacin de errores ajenos, para daarme. En fin estoy en paz conmigo misma y del suelo una vez ms me levantare, soy fuerte sigo pensando en cmo hacer el bien, sonro y hago bromas y duermoooo, como una bendita Alfonsina Freud 12/11/11

También podría gustarte