Oh mujer, bendita entre todas las mujeres: Tú eres la honra del
género humano, y la que después de Jesús, ha contribuido más a la
salvación de nuestro pueblo. Tus méritos son imposibles de medir y tu poder para interceder a favor de todos nosotros es inmenso. Tú eres la Madre de Dios, la Señora más importante del mundo, la Reina del Cielo. Tú eres dispensadora de innumerables gracias y favores del Señor, y eres el más hermoso adorno de la Santa Iglesia de Dios. Tú eres ejemplo y modelo para quienes quieren llegar a la santidad, eres el consuelo de los afligidos y esperanza segura para nosotros de obtener la salvación. Tú eres alegría del Paraíso, Puerta del Cielo, glorificadora de Dios. Nuestra alma está sedienta de ayudas espirituales y Tú eres Oh María la Fuente a quien Dios ha concedido el Vino de las ayudas sobrenaturales para que repartas a manos llenas. Y Tú eres generosa porque en ti vivió por nueve meses el Ser más generoso que ha existido y existirá, Cristo Jesús, manso y humilde de corazón. Fuente inagotable de gracias y de bendiciones, Oh María, Reina llena de piedad, alcánzanos de Jesús su perdón y la eterna salvación. Oh María, la que más ha amado a Dios en esta tierra y la criatura que más ha sido amada por nuestro Creador. Tú, que ardiste siempre en el más encendido fuego de amor hacia Dios, envíanos una chispita de ese amor, para que venga a encender nuestros corazones que son tan fríos para amar a un Dios tan bueno. Por el gran amor que le tienes a Jesús y por el inmenso amor que sientes por nosotros, alcánzanos de tu Divino Hijo este gran favor: un gran amor a Dios, un amor semejante al que Tú le has tenido siempre. Amén.