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Nada le faltaba a la alegría de

Dios

Toda la creación no ha
aumentado ni en un átomo
su infinidad de alegría, de
belleza, de vida, de potencia.

He aquí que todo lo ha hecho


para la criatura a la que ha
querido poner como rey de la
obra de sus manos:

para el hombre
Mucho os ha dado, y más
aún os habría dado, Dios, con
tal de poseer a la Criatura de
sus delicias, al Sol de su sol y
flor de su jardín.

Y mucho sigue dando por


Ella, a petición de Ella, para
alegría de Ella, porque su
alegría se vierte en la alegría
de Dios.

A cada milagro que sale de


Dios, creado por el deseo del
Dios Trino de ver la
esplendorosa sonrisa de
alegría de la Virgen.
¡Bien merecía la
pena crear al hombre
y dejarle vivir y
decretar perdonarle,
para tener a la
Virgen bella, a la
Virgen santa, a la
Hija predilecta, a la
Madre purísima!

La razón de la
constante, perfecta,
íntima alegría de este
Dios Uno y Trino
La Virgen fue creada en el
pensamiento sublime de
Dios

“Yo te miro y doy al mar y


al firmamento el azul de tu
mirada; el color de tus
cabellos, al trigo santo; el
candor, a la azucena; el
color rosa como tu
epidermis de seda, a la
rosa; de tus dientes
delicados copio las perlas;
hago las dulces fresas
mirando tu boca; a los
ruiseñores les pongo en la
garganta tus notas y a las
tórtolas tu llanto”
Dios, para manifestarse
a los hombres, no eligió
como trono suyo un
astro del Cielo. No quiso
tampoco las alas de los
ángeles como base para
su pie. Quiso un alma
sin mancha, Consuelo
para los hombres, Madre
de Dios, Reina del Cielo,
viene segunda después
del Hijo del Padre y
segunda en su eterno
Pensamiento
Eva también había sido creada
sin mancha, Mas,
espontáneamente, quiso
corromperse. María, vivió en
un mundo corrompido – Eva
estaba en un mundo puro – no
quiso lesionar su candor ni
siquiera con un pensamiento.

Conoció la existencia del


pecado, las conoció para
expiarlas, y para ser,
eternamente, Aquella que tiene
piedad de los pecadores y ruega
por su redención.

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