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SINDERESIS

http://www.enciclopediacatolica.com/s/Sinderesis.htm

Synderesis o, más correctamente, synteresis, es un término utilizado por los teólogos escolásticos
para designar el conocimiento habitual de los principios prácticos universales de la acción moral. El
proceso de razonamiento en el campo de la ciencia especulativa presupone ciertos axiomas
fundamentales sobre los que se apoya toda ciencia. Son tales el principio de contradicción, "una
cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo", y las verdades evidentes, como "el todo es mayor que
cualquiera de sus partes". Estos son los primeros principios de la inteligencia especulativa. En el
ámbito de la conducta moral existen similarmente primeros principios de acción, tales como: "el
mal debe ser evitado; el bien, realizado"; "no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti";
"se debe honrar a los padres"; "debemos vivir con moderación y actuar con justicia". Estas son
verdades evidentes en el campo de la conducta moral que cualquier persona en su sano juicio
admitirá si las entiende. Según los escolásticos, la facilidad con que las verdades morales son
comprendidas por la inteligencia práctica se debe al hábito natural fijado en la facultad cognitiva
que llaman sindéresis. Mientras que la conciencia es un dictado de la razón práctica que determina
si una acción particular es buena o mala, la sindéresis es un dictado de la misma razón práctica que
tiene como su objeto los primeros principios generales de la acción moral.

STO. TOMÁS, Summa, I, Q. lxxix, a. 12 (Parma, 1852); PATUZZI, De ratione humana en MIGNE, Theologiae Cursus
completus, XI (París, 1841).

T. SLATER
Transcito por John D. Beetham
Traducido por Emilce S. Fékete

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https://dspace.unav.es/retrieve/1352/Molina%2B

Sindéresis y conciencia moral

Francisco Molina, Universidad de Navarra

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http://joseaugustoazpurua.tripod.com/id13.html

SINDÉRESIS

Por sindéresis entendemos la capacidad del ser humano de entender rectamente las cosas.

Por sindéresis entendemos la capacidad del ser humano de entender rectamente las cosas. Y si esa es
su acepción correcta, tendremos que aceptar que son muy pocas las personas dedicadas a la política
que poseen tal característica.

Las discusiones acerca del bien y el mal son innumerables e inacabables. Quizás, debido a la
carencia de sindéresis de la clase política (y quizás hasta de la académica); y aunque pueda resultar
presuntuosa la afirmación que he hecho, creo que una explicación puede demostrar que no lo es.
Mucha gente afirma que el mercado, con su mano invisible, no es capaz de asignar justa y
rectamente los recursos siempre escasos, debido a la maldad humana que induce a los grandes
empresarios a abusar de lo que se ha dado en llamar débiles jurídicos: las grandes mayorías
poblacionales; y es la carencia de sindéresis la que impide ver que no son los grandes empresarios,
sino sus cómplices políticos en el poder (y los académicos que propugnan la dictadura del
proletariado), quienes verdaderamente dañan a los débiles y potencian a los poderosos.

Hoy en día se puede ver con mucha mayor claridad que en los gobiernos democráticos anteriores
uno de los mayores problemas existentes en el país durante la segunda mitad del siglo veinte: el
formalismo de los políticos en el poder. Roy Chaderton, y José Vicente Rangel son ejemplos típicos
de la inconveniencia del formalismo cuando con su incongruente verbo intentan negar a la
población no tan sólo una garantía y derecho constitucionalmente reconocido, sino hasta el poder
originario constitucional. Hay dos elementos constitucionales que fueron creados cuando Chávez
creía que iba a estar por siempre en el favoritismo de los venezolanos; uno era la garantía de poder
sacar de su puesto a un gobernante que no tuviese la aprobación mayoritaria (con esa garantía
Chávez esperaba justificar su fallido golpe de estado, supuestamente producido por no existir esa
posibilidad constitucional). Y el otro es que las autoridades no podían estar sometiendo a la
población a lo que Chávez llama leguleyismo que es precisamente lo que Chaderton y José Vicente
tratan de hacer: inventar formalismos para tratar de impedir que los ciudadanos alcancen sus
objetivos cuando estos no les convienen a los gobernantes.

Y no son tan sólo los políticos de esta quinta república quienes carecen de sindéresis; los anteriores
de la cuarta también sufren de esta carencia, aunque trataban de disimularla con mayor éxito que los
de la quinta que ni tratan de hacerlo.

Ese comportamiento de no poder ver más que lo que resulta conveniente a los propios intereses es
precisamente lo que constituye una falta de sindéresis. O se pudiera mejor plantear que los intereses
que se perciben claramente, los de corto plazo, son a veces incompatibles con los de largo plazo, y
tienden a impedir que estos últimos puedan ser bien servidos y alcanzados

Los políticos, al intervenir en la economía y limitar las actividades productivas o de intercambio,


obtienen beneficios inmediatos del establecimiento de permisos o licencias previas; luego, no es de
su interés (los de corto plazo) el permitir que la gente produzca y comercie libremente.

Y por una parte tienen razón al instaurar controles y todo tipo de alcabalas y peajes, ya que pueden
beneficiarse pecuniariamente (ahora que están en el poder) de esos controles por los que la
ciudadanía productiva tiene que pagar. Pero tal actividad tiene que tener una contraprestación y es la
protección de los incompetentes que son quienes pagan gustosos por el privilegio de que les
eliminen la competencia.

Si la gente pudiera trabajar sin cortapisa alguna, serían los más competentes y quienes sirvieran
mejor al público (y no a los políticos) quienes tuvieran éxito económico y no aquellos que están
dispuestos a pagar por el uso del poder coactivo del estado para eliminar la competencia. Al ser los
más competentes quienes produjeran, las actividades económicas resultarían de mayor nivel y,
generando fuentes de trabajo productivo, al aumentar su demanda, tendería a subir el nivel de los
salarios, con lo cual, teniendo los trabajadores mayor capacidad de compra se activaría aún más la
economía. Todo esto implica que de dejar a la gente en libertad de producir y comerciar, los
aumentos en la producción y, por ende, de generación de utilidades aumentaría con lo cual
aumentarían los niveles de impuesto sobre la renta y podrían entonces los políticos recibir
cantidades mayores de ingreso, trabajando mucho menos de lo que tienen que trabajar para obtener
sus ingresos de manera gravosa y ruinosa para la población.

De ser estas cosas como las planteo, se comprendería que el deseo malsano de los políticos en el
poder, de malemplearlo satisfaciendo su ego y restringiendo o impidiendo la actividad económica y
la competencia, constituye una manifiesta carencia de sindéresis.

Lástima que la segunda mitad del siglo veinte la perdiéramos los venezolanos capaces de producir,
por causa de la falta de sindéresis de nuestros políticos.

Los productores tenemos entonces que entrar al área política, pero no para actuar como han actuado
quienes han logrado protecciones y privilegios, sino para tratar, con nuestra sindéresis y actividades,
de impedir que las protecciones y privilegios dañen a las grandes mayorías consumidoras y
productivas.

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