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Me acostumbre a la felicidad ajena. A mi me ensearon que lo ajeno no es tuyo y que la costumbre no viene con nosotros.

No hay felicidad si hay culpa, la culpa no es ajena Est desde siempre, desde antes de poder entenderla Con su comezn inesesaria y su risotada sutil Me acostumbre a vivir en la muerte En la alegra prestada no hay donde dormir Yo duermo en la ilucin de la soledad Conocida y cotidiana amiga de la culpa y compaera de la muerte En los espejos de las esquinas la cara siempre se arruga

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