Está en la página 1de 1

De este punto que no regresa al inicio,

del que se queda en un círculo vicioso,


este enemigo que vive solo y tan dentro,
este principio que no termina de iniciar.
Lunes, la semana pasada es de ayer,
del ambiguo personaje,
del dios que no supo querer,
al que le sobraban los motivos,
al que le gustaba morir en soledad.
La luna, la rosa, la amiga…
Este sombrío día de verano,
este junio sin lluvias en la acera,
de este huracán en primavera,
de este viernes sin un “no te vas”.
El otoño que no supo terminar en la hora pasada,
donde la vida no gana nada, el silencio,
cuando pierdo la luna,
cuando la estrella se atrapa en una copa de licor,
cuando la noche negra se atropella en la cama,
yo, que pierdo y me encuentro,
que las cosas de ayer son fuentes de nostalgia.
Hoy que las dudas son tuyas,
que las caricias ya no son mías
que tu adoras tus mentiras y nadas en mares de fibras,
los tendones que me rompen el alma,
la madera, música de la calma, del ruido aciago y vacío;
los funerales de las sombras,
el país de la misericordia,
tus flores marchitas en los cementerios.
Esos llenos de palabras vanas,
de un hueco en el diccionario,
prendas de vaqueros con restos de balas,
con una oración que no profesan sus duelos,
con aquella calma arropada de su canción,
de ese hueco profundo en el abismo,
es universo dentro de la partícula
dentro de lo que estalla el lunes por la mañana,
de lo que reconstruye un eufemismo,
una estación del tren
donde las despedidas las digo yo.

También podría gustarte