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I. Abadón
B. Apolión
Nombre dado al "ángel del abismo",* quien era "rey" de las "langostas" en la
profecía simbólica de Ap. 9:10-11.
II. Abismo
A. En el AT se refiere:
1. Al océano primordial (Gn. 1:2; Job 8:24, 27, 28; Sal. 104:5, 6). 2. A las
aguas subterráneas (Gn. 7:11). 3. A las profundidades del mar (Ex. 15:8; Sal.
106:9; Is. 63:12, 13; Job 28:14). 4. A las profundidades de la tierra (Sal.
95:4). 5. Al lugar de los muertos (Sal. 69:15; 71:20; Ez. 26:19, 20; cf Job
38:16, 17).
B. En el NT:
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de los demonios y/o un lugar de tormento (Lc. 8:31; cf Mt. 8:29; Mr. 5:7), y
también la morada de los muertos (Ro. 10:7; cf Sal. 71:20). En Ap. 9:1, 2, 11
se refiere el lugar de donde salen langostas destructoras, símbolos de agentes
destructores; en los cps 11:7 y 17:8 describe el lugar donde será encerrada la
"bestia"; y en el cp 20:3 es la morada de Satanás durante los 1.000 años (el
antecedente de este versículo podría ser Gn. 1:2, donde la LXX dice ábussos
para el heb. tehôm; cf Job 41:32-34). Báthos se usa literalmente para las
profundidades del mar (Lc. 5:4). Buthós sólo se usa para las profundidades
oceánicas (2 Co. 11:25).
En Mt. 25:41 se presenta a los impíos como reservados para el "fuego eterno
[aionios]", que se equipara con castigo eterno [aionios]" (v 46). El fuego que
purificará la tierra (2 P. 3:10-12; cf Mt. 3:12; Lc. 3:17) se encenderá al
final del milenio* y aniquilará tanto el alma* como el cuerpo de los
impenitentes (Mt. 10:28; Ap. 20:9). Un estudio del uso del gr. aionios y de su
significado con respecto al fuego final, pone de manifiesto que el énfasis
recae en su carácter destructivo más que en su duración. Por ejemplo, Sodoma
y
Gomorra recibieron el castigo del fuego eterno (aionios; Jud. 7). Ese fuego
destruyó por completo dichas ciudades, pero se extinguió hace muchísimos
siglos. Judas presentó la destrucción de esas ciudades como un "ejemplo" del
destino que aguardaba a los licenciosos apóstatas de sus días. La palabra
"inextinguible" y la expresión "que no se puede apagar" se pueden entender de
una manera similar. Jeremías predijo que Dios encendería un fuego en las
puertas de Jerusalén que "no se apagará" (Jer. 17:27). Esta predición se
cumplió cuando Nabucodonosor destruyó la ciudad (cf 52:12, 13; cf Neh. 1:3).
Ciertamente ese fuego no está ardiendo hoy. Es evidente que no se apagaría
hasta lograr que todo quedará consumido.
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Término que denota un lugar de castigo. Aparece 12 veces en el NT. Guéenna
es
la forma helenizada de Gê Hinnôm, "Valle de Hinom", un desfiladero cercano a
Jerusalén que aparece a menudo en el AT (Jos. 15:8; 2 R. 23:10; 2 Cr. 33:6;
Jer. 7:31 ). Allí se llevaba a cabo el bárbaro rito de quemar vivos a los
niños en honor de Moloc (2 Cr. 28:3; 33:1, 6), abominación que abolió el rey
Josías mediante la profanación de los lugares elevados donde se había
practicado esta forma de culto. Jeremías predijo que por causa de este pecado
el Señor convertiría el valle de los hijos de Hinom* en un "valle de matanza",
donde los cadáveres de los israelitas arderían hasta que no hubiera lugar para
uno solo más, y el resto serviría de alimento para las aves de los cielos (Jer.
7:32, 33). Sin duda, esto contribuyó a que se considerara ese valle como lugar
de juicio para los impíos. La tradición rabínica posterior insiste en que el
valle de Hinom era un lugar ubicado fuera de la ciudad para quemar cadáveres
y
basura.
La palabra guéenna aparece 3 veces en el Sermón del Monte (Mt. 5:22, 29, 30).
La RVR y la DHH traducen la expresión por "infierno de fuego" o sencillamente
por "infierno". La BJ translitera el vocablo y dice "gehenna" o "gehenna de
fuego". En el cp 10:28 Jesús menciona al que es capaz de "destruir el alma y
el cuerpo en el infierno", y en el cp 18:9 habla del "infierno de fuego".
Amonestó a los fariseos acerca "de la condenación del 578 infierno" (cp
23:33). Afirmó que era mejor ser lisiado, pero lograr la vida eterna, y no
serlo y, en cambio, ser arrojado al fuego del infierno (Mr. 9:43, 45, 47). Su
referencia al infierno en Lc. 12:5 aclara que ésta será una experiencia que se
producirá más allá de la muerte.* En Mt. 23:15 la expresión "hijo del
infierno", literalmente "hijo de la gehenna", se refiere a los conversos al
judaísmo, quienes eran más fanáticos que los fariseos que los habían
convertido. Estas referencias al castigo final que recibirán los pecadores
mediante el fuego del infierno, tienen su correspondiente aclaración en textos
como Mt. 3:12, donde se compara a los pecadores con paja que arde en un
incendio que nadie puede apagar (cf Mr. 9:43-48; Lc. 3:9).
3
algún castigo (Lc. 16:23), pero se trata de una parábola que de ninguna manera
se puede considerar doctrinalmente definitorio (para otros detalles acerca del
término, véase CBA 5:376, ).
El heb. She'ôl (al igual que el gr. hád's) se refiere al mundo invisible, el
lugar de los muertos, implícito en la palabra española "infierno", por lo menos
en una de sus acepciones. Pero, puesto que la palabra "infierno" connota
también un lugar de castigo para los impíos, dicha traducción a menudo
produce
confusión. Por eso, la RVR y la BJ han preferido transliterar los términos
hebreo y griego por "Seol" y "Hades", mientras la DHH recurre a circunloquios.
Esta tendencia en las traducciones modernas constituye un reconocimiento de
la
diferencia de signíficado que existe entre el "infierno" español, tal como se
lo entiende hoy, y los términos usados en hebreo y griego.
Término que aparece sólo una vez (2 P. 2:4, BJ). De acuerdo con los griegos y
con la literatura apocalíptico judía, el Tártaro era un lugar que se encontraba
debajo del Hades, y allí se recibía el castigo divino. Pedro usa este término
para referirse al lugar más profundo adonde fueron arrojados los ángeles
rebeldes (cf Jud. 6).
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