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Cae la noche como en las selvas ms grandes, esta noche, abierta y solitaria.

El planeta asoma al horizonte, como un nio, sus atributos ms bellos. Parece una sonrisa con msica su estertor rojizo. Pero no hay ecos, ni seres que la habiten. La selva no es sino un desierto deforme y oscuro, donde las gorilas hembra se han bebido el ro. La ltima nota est an escrita con sangre en la garganta del bho. Es una cruz de fuego. Es un Agero. Yo que viv siempre solo, que fui libre, quedo atado a un grillete de acero para siempre. Yo que pensaba que las tumbas se sitan en la frontera de la muerte por su propiedad hermtica, adonde el aire no llega, ahora me parece el prado desconchado la tumba idnea para esparcirme, hinchndome ad nuseam como un beb redondo, completndome. El cielo se despide, con buitres albinos como pauelos blancos, de m, que ya estoy lejos de todo y de todos, conducido por una trocha polvorienta. El cauce vaco empieza a ensancharse, trocndose en terrazas secas. Y ya empieza a subirme el fro de la estepa, de los grillos muertos, por la corva, en un afn mgico y siniestro por acabar con mi equilibrio de una sola vez; y ya me doblo, doblndome como un plstico fundido, y me caigo, cayndome como una veleta quebrada, a lo ms profundo de la tierra de este pramo yermo. Esta noche, cuanto ms abierta ms solitaria. Ms y ms, infinitamente, de lo que crey mi alcoba. Tanto que no alcanzo a contenerla. T, mujer de humo, no entiendo por qu espacias, unas de otras, las paredes de mi casa.

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