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En teoría la Historia Clínica Electrónica puede ser más segura que la de papel por los
mecanismos de control y acceso que sobre ella se pueden implementar. Estos
controles pueden ser en ocasiones vulnerados. La implementación de los controles
debe ser incluida dentro del sistema lógico (software) de la interfaz de la historia clínica
electrónica y puede también implantarse sobre el acceso a la información en forma
física (hardware). Estos controles son en ocasiones complejos y pueden ser, como ya
se había dicho, vulnerados o violados.
• Temor, desconfianza:
Es normal que ante una nueva medida, en especial aquellas que necesitan la
implementación de nueva tecnología (que puede ser desconocida para parte del
personal) se ofrezca resistencia inicial. De be hacerse énfasis en el entrenamiento del
personal y generar procesos que faciliten la adaptación a los nue vos esquemas
tecnológicos.
• Costos, formas y tiempos de implementación:
El personal al que hacíamos referencia en el caso anterior está más calificado desde
el punto de vista técnico para el manejo de documentos electrónicos y por lo tanto
podría tener acceso a datos no autorizados y modificarlos en forma fraudulenta.
Por ser un documento legal que a veces es ambiguo, no claro de leer, con
riesgo de perder información contenida en ella por los aspectos inherentes al
manejo del papel, el variado acceso de personal, forma y espacio de archivar;
con la historia clínica electrónica se pretende que muchas de estas
dificultades tiendan a desaparecer.
En las instituciones hospitalarias cubanas, la HC se
maneja en formato de papel, con los inconvenientes
que genera su llenado, almacenamiento y
conservación, al punto que, en las últimas décadas y
para facilitar su conservación, instituciones capitalinas
como los hospitales Hermanos Amejeiras y Julio Trigo,
entre otros, han empleado las historias ambulatorias,
como ocurre en el caso de los médicos de familia
(atención primaria), donde el paciente es quien se
encarga de conservar y almacenar dichas historias
Facilita y fortalece la práctica médica. Tiene beneficios
para el paciente, para el médico y para la institución,
tales como la rapidez, la claridad, la seguridad y la
comodidad. El médico puede dedicarle más tiempo al
paciente, el que antes destinaba a diligenciar formatos.