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Noelia María Barrameda García Página 1

Tema 17 El negocio jurídico. La voluntad de negociar


17.1 Hechos y actos jurídicos
El nacimiento, la modificación o la extinción de las relaciones jurídicas se produce
como consecuencia de ciertos hechos jurídicos, esto es, por acontecimientos a los que el
Dº atribuye una consecuencia jurídica.
Los hechos jurídicos pueden ser: naturales y humanos o voluntarios.
Los hechos humanos o voluntarios también reciben el nombre de actos jurídicos:
son las conductas o actuaciones que la persona realiza de forma consciente y voluntaria,
a la que el OJ atribuye consecuencia jurídica.
Hay actos jurídicos cuyos efectos se producen ex lege, es decir, con independencia
de que la persiga o no el sujeto (dº y deberes del matrimonio). La persona no tiene el
poder de configurar las consecuencias jurídicas, porque están predeterminadas por la
ley.
Existen otros actos jurídicos cuyas consecuencias derivan precisamente de que la
voluntad de la persona pretenda obtener esos efectos jurídicos, en ese caso se califican
de negocios jurídicos (NJ)
La característica del NJ es que se trata de un acto de autonomía en virtud del cual
los sujetos establecen los efectos jurídicos que quieren, autorregulan sus propios
intereses.
La relevancia de la voluntad en el dº privado, la esencia de todo acto y negocio
jurídico esta en la declaración de voluntad, que sería el acto de exteriorización, de dar a
conocer a otros la voluntad del sujeto que la emite.
17.2 El principio de autonomía privada
La autonomía privada suele definirse como el poder reconocido a la persona por el
OJ para que se gobierne sus propios intereses o atienda a la satisfacción de sus
necesidades.
La autonomía privada se manifiesta especialmente en la libertad de constituir
relaciones jurídicas, modificarlas o extinguirlas de reglamentos el contenido de esas
relaciones jurídicas.
La omnicompresivida del OJ no llega al extremo de prever una solución concreta
para todo hecho o acto jurídico, pues la libertad de los sujetos permite establecer reglas
de conducta, que aunque se encuentran amparados en el dº positivo, no se encuentran
expresamente contemplada de forma detallada en él.
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La manifestación más importante de la autonomía privada es la libertad contractual,


reconocida expresamente en el art. 1255 CC.
El reconocimiento a la autonomía privada supone que las relaciones entre
particulares están sometidos no solo a las Normas Jurídicas en sentido estricto, sino
también a las reglas creada por los propios interesados (Art. 1091 CC)
17.3 El negocio jurídico
- La categoría conceptual del NJ: hay que comentar afirmando que nuestro CC, al
igual que los restantes códigos latinos, no utiliza la expresión NJ ni ha adoptado
semejante concepto como parámetro de la regulación que le es propia. En contadas
ocasiones, el CC utiliza el vocablo “negocio”, pero en el sentido de “asunto” o “trato”
con contenido patrimonial de interés para cualquiera, en términos jurídicos.
- El debate sobre la utilidad del NJ: actualmente en Alemania, Italia y España,
existe una profunda disputa doctrinal acerca de la pertinencia o inoportunidad de
mantener la teoría general del NJ, cuestión que evidentemente debe ser planteada de
forma diferente bajo el régimen del B6B, y del CC español, ya que en aquél el NJ es un
referente normativo de necesaria consideración, mientras que en nuestro OJ es una mera
referencia sistemática para referirse al conjunto de actos jurídicos que encuentra su
fundamento en la autonomía privada.
Por su parte la jurisprudencia, acude con alguna frecuencia al uso del término en
muchas de las sentencias.
Desde el lado contrario, se destaca que la construcción conceptual del NJ en
nuestro sistema normativo solo es posible realizando una generalización de las
disposiciones normativas referentes a los diversos contratos, y sobre todo, al contrato
general; ampliando posteriormente dicha generalización con la consideración de otra
instituciones como el matrimonio, la emancipación… Una vez conseguido por
distracciones sucesivas los rasgos comunes de todas las instituciones apuntadas, se
estructura la teoría general del NJ, para pasar de inmediato a la incontrovertible
necesidad de distinguir entre los NJ familiares, testamentarios, contractuales…
17.4 Los elementos del negocio jurídico
- Esenciales de forma necesaria o inderogable para el sujeto o para las partes, deben
integrar el negocio jurídico para que se considere válido y eficaz. Serían por ejemplo, la
voluntad o el consentimiento; la cusa, forma, objeto...
- Naturales: circunstancias, datos técnicos o características del negocio jurídico que
la ley considera integrados en el mismo, salve que sean excluidas
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- Accidentales: representados por la condición, el término y modo, en cuento


determinaciones de carácter accesorio, que propio y expresa voluntad de los sujetos,
pueden formar parte del negocio jurídico.
17.5 Clasificación de los negocios jurídicos
- Negocios inter vivos y negocios mortis causa
Los mortis causa son los que implican una disposición de bienes para después de
la muerte (testamental). Suelen ser unilaterales simultáneamente).
Los intervivos, son los que regulan las relaciones jurídicas de una persona
durante su vida (los contratos).
- Negocios personales y patrimoniales
En los personales la declaración de voluntad de las partes tiende a la creación o
modificación del estado civil de las personas (adquisición de la nacionalidad,
emancipación…).
Los patrimoniales afectan a una relación jurídica de contenido económico
(contratos, testamentos…).
- Negocios Típicos y atípicos
Los negocios típicos, al tiempo que tienen un reconocimiento legal expreso,
gozan de un régimen normativo específico (adopción, testamento…).
Los negocios atípicos, serían los acuerdos de voluntades que siendo lícitos y
admisibles con carácter general, como derivación de la autonomía privada, carecen de
regulación institucional, por no haber sido contemplados expresamente por el legislador
(uniones de hecho, contrato de garaje…).
- Negocios Causales y Abstractos
Los negocios abstractos, producen efectos por la mera voluntad de las partes sin
necesidad de tener en cuenta el elemento causal. Aunque este tipo de negocios no parece
admisible en nuestro sistema jurídico.
Negocios Causales, atienden a la causa del mismo.
- Negocios gratuitos y onerosos
El negocio es gratuito o lucrativo, cuando solo una de las partes obtiene
beneficio o ventaja patrimonial (donación).
El negocio oneroso, es cuando ambas partes realizan un sacrificio patrimonial de
equivalente cuantía.
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- Negocios unilaterales y bilaterales


Esta distinción se relaciona con las partes que interviene en un negocio jurídico.
El concepto “parte” es distinto a persona.
El negocio es unilateral cuando solo requiere la voluntad de una parte para que
se produzca los efectos jurídicos (testamento, renuncia de dº).
En cambio cuando se requiere la declaración de voluntad de dos o más partes se
califica de negocio bilateral. Generan obligaciones pero ambas partes de forma
recíproca y correspondiente. También se conoce como sinalagmático.
Son negocios solemnes o formales aquellos que para producir los efectos que le
son propios deben asumir una forma determinada, legalmente prescrita. Aquellos a los
que se le impone una formalidad determinada como la escritura pública…
Los no solemnes por el contrario no están sujetos a ninguna formalidad.
17.6 La voluntad negocial y su exteriorización
La declaración de la voluntad es el acto destinado a dar a conocer a otros sujetos la
voluntad del que la emite, por lo que es un acto de exteriorización, sino se hace así, y
permanece interiorizado, no puede producir consecuencias jurídicas. La voluntad, como
acto de autonomía privada, debe haber sido libre y conscientemente formado.
17.7 Los medios y clases de declaración de la voluntad
Declaraciones expresas y tácitas: las declaraciones “expresas” son auqellas que se
exteriorizan de tal manera que se conoce la voluntad del que la emite, con
independencia del mecanismo que se utilice. Las declaraciones son tácitas cuando la
voluntad negocial se deduce de ciertos actos y conductas realizados por el sujeto.
El valor jurídico del silencio: las omisiones o la conducta omisiva de cualquier
persona tenga relevancia a efectos negociales. Se considera el silencio como un hecho
concluyente, en el caso de que quien calle estuviera obligado a expresar una
determinada exteriorización conforme a la regla de la buena fe en el actuar jurídico. No
se refiere al que calla, otorga.
Declaraciones recepticias y no recepticias: las declaraciones recepticia, las
consecuencias jurídicas de la declaración solo se producen desde que ésta es conocida
por su destinatario que debe manifestar su aceptación a no. Se califica como “no
recepticia” cuando la declaración produce efectos jurídicos desde que se exterioriza sin
necesidad de que su contenido sea aceptado por estas personas (testamento).
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17.8 Interpretación, calificación e integración del negocio jurídico


La interpretación es la tarea de averiguar la intención que llevó a los sujetos a
celebrar el contrato y determinar el significado preciso de la voluntad contractual.
La calificación del contrato es la operación dirigida a determinar el tipo contractual
de que se trata, identificando con alguna de las categorías previstas por el OJ o
concluyendo sobre su carácter atípico.
La integración consiste en determinar la reglamentación contractual, introduciendo
en ellos reglas que no tienen su origen en la voluntad de las partes, sino en normas
dispositivas, los usos y la buena fe (Art. 1258 CC). La aplicación jurisprudencial de esta
norma ha permitido determinar el alcance de las prestaciones de las partes contratantes
- La interpretación del contrato: los criterios interpretativos se regulan en los Arts
1281 a 1289 CC.
A) Interpretación subjetiva e interpretación objetiva
Los arts 1281 a 1283 del CC responden a un criterio objetivo con la que se trata
de indagar tanto en la voluntad de cualquiera de las partes, cuanto la intención común de
ambos.
Los arts. 1284 a 1289 responden a criterios subjetivos que abocan a la
interpretación sistemática, la exclusión de la anfibología, el principio de conservación
del contrato; interpretación conforme a los usos… en orden arts. 1284, 1286, 1284,
187…
17.9 La voluntad viciada
La voluntad negocial ha de ser libre y conscientemente formada, cuando su
formación se ha visto impregnada por factores externos, se afirma comúnmente que la
voluntad está viciada.
Los vicios de la voluntad son: el error, la violencia, la intimidación y el dolo.
El error como vicio de la voluntad o error propio.
En el art. 1.266 el término error tiene la significación usual de equivocación o falsa
representación mental de algo.
La validez y eficacia de los negocios jurídicos no puede quedar sometida a las
alegaciones de las partes de haberse equivocado sin más ni más.
El art. 1.266 si regula los requisitos o circunstancias fundamentales que comportan
que el error sea relevante o no con vistas a privar de eficacia al negocio jurídico
celebrado.
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Art. 1.266: para que el error invalide el consentimiento deberá recaer sobre la
sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato o sobre aquellas condiciones de la
misma que principalmente hubiesen dado motivo a celebrarlo.
Debe tratarse de un error esencial o sustancial, relativo al significado o contenido
del negocio o al objeto del contrato, para que pueda alegarse como causa de invalidez
del negocio jurídico. De ellos se deduce que, aun habiéndose equivocado, la parte que
haya sufrido error no podrá invalidar el contrato en los siguientes casos:
1) Error en los motivos: la falsa representación mental recae sobre los móviles
subjetivos que llevan a cualquiera de los sujetos del negocio a emitir su
declaración de voluntad.
2) Error de cuenta o error de cálculo: según lo dispuesto en el art. 1.266.3 sólo
dará lugar a su corrección.
En base a la jurisprudencia del TS., ha de requerirse igualmente para invalidar el
negocio jurídico que se trate de un error excusable.
En cuanto al error sobre la persona con que se contrata, el art. 1.266.2 establece
que sólo invalidará el contrato cuando la consideración a ella hubiese sido la causa
principal del mismo. En este caso la sustancia de la cosa se sustituye por la identidad o
cualidades personales de la otra parte contratante o del negocio jurídico (p.ej.: contrato
con el Sr. Balenciaga, creyendo que es el famoso modista, y resulta tratarse de un primo
lejano que se ha limitado a hacer n cursillo de corte y confección).
El art. 773 establece que cuando de cualquier manera pueda saberse cuál sea la
persona nombrada, el error en el nombre, apellido o cualidades del heredero no vicia la
institución.092820
La violencia.
Según el art. 1.267.1 del Código Civil, hay violencia cuando para arrancar el
consentimiento se emplea una fuerza irresistible.
Tal fuerza irresistible se dará en todos aquellos casos de violencia física absoluta en
que la voluntad de la persona que realiza la declaración es sustituida por la del agente
violentador. Por ello el Código también prevé la nulidad del testamento otorgado con
violencia.
La intimidación.
La intimidación es otro de los “vicios de la voluntad”. Según el art. 1.267.2,
consiste en inspirar a uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un
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mal inminente y grave en su persona y bienes, o en la persona o bienes del cónyuge,


descendientes o ascendientes.
La amenaza de que sea objeto la persona que emite una declaración de voluntad
negocial ha de ser de tal naturaleza que inspire un temor racional y fundado que lleve a
prestar su conformidad a una actuación negocial no deseada.
De acuerdo con el art. 1.267 será necesario atender también a la edad y la condición
de la persona, ya que no todas las personas tienen un idéntico grado de temor.
La amenaza ha de estribar en el anuncio de un mal inminente y grave.
Si la capacidad intimidatoria de la amenaza sobre el contratante se asienta en la
cercanía entre él y la persona amenazada, ésta no tiene porqué tener un vínculo familiar
tan restringido con recoge el Código.
La amenaza intimidatoria ha de ser injusta y extravagante al Derecho, ya que en el
caso de que la amenaza se reduzca al posible ejercicio de un derecho, no se estará
llevando a cabo intimidación alguna. El art. 1.267 contempla el denominado temor
reverencial o metus reverentialis; el temor a desagradar a las personas a quienes se debe
sumisión y respeto no anulará el contrato.
Las personas a quienes se debe sumisión y respeto pueden dar origen a
intimidación.
Régimen común de la violencia y la intimidación.
El art. 1.268 dispone que los contratos celebrados bajo violencia o intimidación
serán anulables.
Dicho mandato normativo suele ser criticado, pues se considera que los contratos
celebrados bajo violencia absoluta deberían ser nulos de pleno derecho por inexistencia
absoluta de voluntad.
El art. 1.268 dispone que la violencia y la intimidación pueden ser causas tanto por
la otra parte contratante cuanto por un tercero que no intervenga en el contrato. Se trata
de evitar que el violentador o intimidador pueda conseguir la validez de los actos.
El dolo.
Noción y requisitos
Actuar dolosamente significa hacerlo malévola o maliciosamente, ya sea para
captar la voluntad de otro, ya sea incumpliendo consciente y deliberadamente la
obligación que se tiene contraída.
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Nosotros nos referimos al dolo como vicio de la voluntad, consistente en inducir a


otro a celebrar un negocio jurídico mediante engaño o malas artes. El sujeto engañado
incurrirá en error.
Afirma el art. 1.269 que hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas
de parte de uno de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin
ellas, no hubiere hecho.
El art. 1.270 dispone que para que el dolo produzca la nulidad de los contratos,
deberá ser grave y no haber sido empleado por las dos partes contratantes.
El dolo incidental es la conducta engañosa que lleva a quien, libre y
conscientemente, está decidido a contratar, a aceptar unas condiciones desfavorables o
perjudiciales que no hubiera aceptado de no intervenir el dolo incidental. Sólo obliga a
al que lo empleó a indemnizar daños y perjuicios.
Para que el dolo sea causa de anulabilidad del negocio jurídico se requiere:
a) Que el dolo sea grave, llevado a cabo con mala intención consciente y
deliberada, de engañar a otra persona con la que se pretende celebrar un negocio
jurídico. El denominado dolo bueno, consiste en cantar las excelencias del bien
o del servicio que se oferta, no se considera como dolo.
b) El dolo ha de inducir a la otra parte a celebrar el negocio jurídico. Ha de tratarse
de un dolo determinante, sin cuya existencia la parte que lo sufre no hubiera
manifestado su voluntad favorable a la celebración del negocio jurídico. Se
encuentra recogido por el art. 1.269.
c) Que el dolo haya sido empleado por las dos partes contratantes suele hablarse
de compensación de dolo. La compensación de dolo no puede entrar en juego
respecto del testamento.
El dolo omisivo
El contratante que pretenda engañar a la contraparte llevará a cabo una conducta
activa.
El art. 1.269 habla de palabras o maquinaciones insidiosas para identificar a la
conducta engañosa, tal resultado lo mismo puede lograrse mediante una conducta activa
cuanto omisiva del que la lleva a cabo.
El dolo puede consistir también en conductas pasivas o reticentes que, resultando a
la postre engañosas, induzcan a celebrar un negocio jurídico a quien no hubiera llegado
a hacerlo en caso de habérsele hecho saber cuanto, consciente y deliberadamente, le
oculta la otra parte.
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El dolo del tercero


El art. 1.269 parece requerir de forma necesaria que el agente doloso sea
precisamente la otra parte del contrato. Pero no excluye la existencia de dolo cuando la
tercera persona actúa a consecuencia de una maquinación de uno de los contratantes; en
tal caso la intervención del tercero es material, ya que quien conspira o maquina es el
contratante maligno.
Ha de propugnarse la anulación del negocio jurídico cuando se conozca la
actuación insidiosa de tercero aunque no haya conspirado con él.
17.10 Discrepancia entre la voluntad y la declaración: la voluntad oculta o no
declarada
Declaraciones iocandi causa o docendi causa.
Cuando una persona realiza manifestaciones que podrían ser consideradas
negociales, pero de broma a modo de ejemplo, se produce una divergencia entre la
voluntad real y la voluntad declarada.
La reserva mental.
Supuestos en que una persona emite una declaración de voluntad cualquiera
mientras que en su fuero interno, contradice lo declarado. Existe contradicción entre la
voluntad interiorizada y la voluntad exteriorizada.
El Derecho no tiene como misión regular los pensamientos, luego la reserva mental
es intrascendente para la validez y eficacia del negocio. El declarante quedará vinculado
por su voluntad exteriorizada frente a los terceros y, por tanto, la reserva mental no tiene
relevancia alguna.
El Derecho mental repudia la reserva mental.
La simulación: los negocios simulados.
Simular un negocio equivale a fingir o aparentar una declaración de voluntad o la
celebración de un acuerdo de voluntades que realmente no son queridos por las partes.
Se habla de simulación absoluta para señalar que la apariencia de un negocio es una
ficción, y no responde a ningún designio negocial verdadero de las partes.
La simulación relativa se da en aquellos supuestos en que la ficción negocial trata
de encubrir otro negocio verdaderamente celebrado y que, por distintas razones, se
pretende mantener oculto.
La finalidad perseguida por las partes al celebrar un negocio simulado puede ser de
índole muy distinta. Puede cimentarse el pacto o acuerdo simulatorio en realizar un
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negocio prohibido a través de otro fundamentalmente permitido, como presentar ante


Hacienda un negocio bajo la forma de otro a efectos de pagar menores impuestos.
La autonomía privada no debe fundamentar ni justificar actividades lúdicas ni
actuaciones que objetivamente pueden ser calificadas como contrarias a la buena fe o al
abuso del derecho, según ocurre respectivamente en la simulación absoluta y en la
simulación relativa.
Los principios generales en la materia son:
• Frente a terceros debe considerarse válido el negocio simulado y el disimulado.
• Inter pares, en el caso de simulación absoluta, el negocio simulado debe
considerarse inexistente. En la simulación relativa, sería nulo el negocio
simulado y válido el negocio disimulado u oculto.
• La voluntad real debe prevalecer inter pares, mientras que en relación con los
terceros su importancia decae frente al valor de la voluntad declarada en
atención del principio de protección de la apariencia jurídica.

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