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tiene como presupuesto la consideración del Dº Penal como un instrumento del control
social que nos le va a pretender la elaboración de las categorías jurídicas y su sistema
desde la preocupación por los presupuestos sociales de las mimas.
Por otra parte, la influencia de estos planteamientos con fundamentación
sociológica exige incluso un nuevo enfoque en los estudios jurídicos, que salve la
excesiva orientación positivista de la tradicional enseñanza del Derecho. El
complementar la teoría con estudios de ciencias empíricas y el estudio de la aplicación
práctica han de ser los ejes de esta necesaria reforma en la formación de los juristas.
- La reforma de las legislaciones penales, la mayor parte de los CP respondían al
Estado Liberal decimonónico, la superación de este modelo de Estado, unido a la
evolución de las relaciones económicas y sociales y a las nuevas concepciones ético-
sociales convertían en inaplazable la sustitución de las legislaciones penales.
Las circunstancias políticas a las que antes se ha aludido han favorecido este
proceso del que es resultado directo la nueva codificación penal que se ha producido en
los países europeos en los años 90, Portugal, Francia, España, el más temprano de
Alemania, y el siempre inconcluso de Italia.
6.2 La Dogmática penal
La Dogmática del Dº Penal tiene la tarea de conocer el sentido de los preceptos
jurídico-penales positivos y desarrollar su contenido de modo sistemático. Puede
decirse, por tanto, que la tarea de la Dogmática del Dº Penal es la interpretación del Dº
Penal positivo, si el término interpretación es utilizado en su acepción más amplia que
incluye la elaboración del sistema.
Con carácter general, todos aquellos juristas que parten de planteamientos
estrictamente positivistas entienden, como ya lo hizo Binding, que el único ámbito de la
Ciencia del Dº Penal es el del Dº Positivo. Esta situación se da en el desarrollo que el
Neokantismo y el Finalismo hacen de la Dogmática elaborada por el Positivismo.
En la actualidad se produce una revisión general del pensamiento dogmático que,
sin abandonar la idea de sistema, refuerza su conexión con la realidad, la abre a los fines
político-criminales y comienza a hablarse de una Dogmática penal internacionalmente
aceptable, con la meta de la búsqueda de soluciones viables para la práctica tribunal.
La trascendencia que el principio de legalidad posee en el Dº Penal hace
irrenunciable la labor dogmática, pues ésta favorece la seguridad jurídica al fijar el
contenido de la Ley los criterios de su aplicación. Asimismo, la Dogmática cumple con
una función de elaboración del Derecho, al proceder a la creación de instituciones
Noelia María Barrameda García Página 4
ser entendida como actividad del Estado o como actividad científica, que tiene por
objeto precisamente el estudio de esa actividad del Estado:
a) Como actividad del Estado: la Política Criminal forma parte de la política
general del mismo. Comprende el desarrollo de actividades por parte del
Estado para la consecución de los fines que él mismo se haya marcado en
relación al fenómeno delictivo o a los comportamientos desviados, así como
la determinación de estos mismos fines.
En este sentido, forma parte de la política jurídica, en cuanto, entre otros
posibles medios, determina la utilización de una rama del O.J., por lo que
engloba la política penal. Pero, la Política Criminal sobrepasa los límites de
la política jurídica al comprender también el posible empleo de medidas de
política social que pretenden incidir sobre el fenómeno delictivo y que
sustituyen a la utilización del Dº Penal. Por tanto, a través de la Política
criminal el Estado establece la orientación de todo el sistema penal, lo que
supone no sólo la definición de qué comportamientos considera delictivos,
sino también establece cuál es la finalidad de la pena y cuáles los medios que
se han de emplear para poder alcanzarla. Mediante la actividad político-
criminal se formaliza el control social a ejercer sobre los comportamientos
desviados que se consideran delictivos.
b) Como actividad científica: la Política criminal forma parte de la Ciencia del
Derecho Penal, y tiene como objeto:
- Estudiar la determinación de los fines que pretenden ser alcanzados mediante
la utilización del Derecho penal, así como de los principios a los que debe
estar sometido el Derecho positivo.
- Sistematizar, en función de los fines y principios preestablecidos, los medios
de los que se dispone para el control del comportamiento desviado, entre
ellos el Derecho Penal, así como las líneas generales de su utilización.
- Examinar las distintas fases del sistema penal en función de los criterios
marcados en los momentos anteriores. Respecto al Derecho positivo, se
concretará la posible interpretación del mismo en función de dichos
principios, o en la crítica en el caso de que tal interpretación no sea posible
con la formulación de propuestas alternativas de regulación.
La Política criminal realiza, por tanto, una investigación cuyos resultados van
dirigidos no sólo al legislador sino también al juez y a los restantes protagonistas
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vigente, va dirigida al juez, sin perjuicio de admitir que tienen una unidad funcional en
cuanto ambas pretenden afrontar la lucha contra la criminalidad.
A la concurrencia de toda esta serie de circunstancias se debe el que sector
doctrinal encabezado por Roxin –y en concreto a partir de su Política criminal y sistema
del Derecho penal- pretenda una integración de la Política criminal dentro del sistema
del Derecho Penal sobre la base de sistematizar, desarrollar y contemplar las concretar
categorías del delito bajo el prisma de su función político-criminal. Tal tesis puede
fundamentarse sobre la consideración de que “la vinculación al derecho y la utilidad
político criminal no puede contradecirse sino que tienen que compaginarse en una
síntesis, del mismo modo que el Estado de Derecho y el Estado social no forman en
verdad contrastes irreconciliables sino unidad dialéctica”.
En suma, la nueva construcción implica la superación de la posible oposición
entre Dogmática penal y política criminal mediante la introducción de valoraciones
político-criminales dentro del sistema del Derecho Penal.
El desarrollo de la Criminología, su multiplicidad metodológica, y la diversidad de
sus orientaciones políticas, permite afirmar la superación definitiva de la antigua
pregunta de en qué puede serle útil la Criminología al Dº Penal, e incluso hay que
señalar que a veces tal interrogante puede verse invertido. El análisis empírico que
realiza al Criminología sobre el delincuente, sobre el delito o sobre el control social que
desarrolla el Derecho Penal, tiene que atribuirle a sus resultados una función de
legitimación de las normas penales, en el sentido de que si éstas se promulgan con una
pretensión de incidencia sobre la realidad social, su legitimación ha de venir a través de
la constatación del cumplimiento de los fines a que las normas obedecen.
La Criminología analiza, por tanto, la realidad del Derecho penal en una sociedad
determinada, y sus resultados deben ser tomados en consideración por el penalista en
varios sentidos. El análisis criminológico aportará datos sobre la efectividad o no de los
preceptos penales, no solo en cuanto a la problemática de la “cifra negra” sino también
sobre la obtención o no de los fines perseguidos por la aplicación de la sanción penal,
estudios de reincidencia…
En conclusión, es objeto de la Ciencia penal la determinación tanto de cuál es el
contenido actual de los preceptos penales, como de cual debe ser el contenido de los
mismos. Para llevar a cabo tal cometido es irrenunciable tener en cuenta los resultados
de la investigación criminológica. Sólo con ellos podrá referirse adecuadamente el
examen de los preceptos penales a la realidad social que pretendan regular.