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Atisbar en media tarde, tras invisible persiana, tu silueta color mbar.

De tus ojos, usurpar secretos, palabras doradas que elogien tu presencia, dulce regalo que alegra mis horas.

Quiero tocar tu mano, hablar un idioma nuevo comprendido slo por nosotros, que te haga sonrer, y sonrojar.

Susurrar ante tu mirada castaa (dulce amenaza apenas resistible) frases pasadas, olvidadas, de seductores poemas amorosos.

Ninfa del atardecer, has elegido mis ratos libres para tornarme un seguidor de tu sombra, de tu voz, -canto de mil sirenas extraviadas-.

Y ni siquiera la voluntad del coloso encadenado romper ese embrujo tuyo que denominas voz.

Heme aqu pues, rendido escribiendo con mi sangre, con mis lgrimas,

los versos desesperados, que no riman, que no alcanzan a decir, cuanto -oh dioses!me inspiras

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