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Los tipos más comunes de glicoproteínas encontrados en células eucariotes son definidos .De
acuerdo a la naturaleza de las regiones de unión con la proteína, siendo las más frecuentes las de
tipo N y O. Las N-glicanas son una cadena de oligosacáridos unida en forma covalente a un residuo
de asparagina de una cadena polipeptídica dentro de una secuencia consenso: AsnX-Ser/Thr,
generalmente vía N-acetilglucosamina (GlcNAc) (Figura 1a). Las O-glicanas, son una cadena de
oligosacáridos unida covalentemente a un residuo de serina o treonina (Ser/Thr-O) generalmente
vía una N- acetilgalactosamina (GalNAc).
Las glicoproteínas, una vez sintetizadas pueden encontrarse en la superficie celular o como
moléculas de secreción, por lo que pueden modular o mediar una gran variedad de eventos
durante las interacciones celulares y de células con la matriz extracelular, cruciales para el
desarrollo y funciones de organismos multicelulares complejos.
Este tipo de alteraciones tiene un amplio espectro de manifestaciones como son alteraciones en el
desarrollo del sistema nervioso central, retardo psicomotor, alteraciones en la coagulación e
inmunodeficiencia. La variedad de la presentación clínica depende de la vía de glicosilación
específicamente afectada, de tal forma que se les clasifica en tres grupos (Tabla I).
Tipo I: Es un grupo heterogéneo de enfermedades que fueron descritas de acuerdo al
comportamiento isoeléctrico de la transferrina sérica. De manera natural esta proteína presenta
varias isoformas dependiendo de su Nglicosilación.
Esta alteración ocasiona un defecto en la síntesis sistémica de N-glicoproteínas por lo que las
manifestaciones clínicas incluyen hipotonía, retardo psicomotor severo, derrames pericárdicos,
disfunción hepática, susceptibilidad a infecciones y muerte a temprana edad.
Tipo II: Son debidas a defectos en el procesamiento de las N-glicanas o en la adición de otras
glicanas a proteínas. Dentro de este grupo se encuentra el síndrome de deficiencia en la adhesión
leucocitaria tipo II (LAD-II, Leukocyte adhesion deficiency type II). Originalmente, este síndrome
fue descrito como un defecto en la adhesión leucocitaria, con leucocitosis periférica e infecciones
bacterianas recurrentes (LAD-I). La base molecular de LAD I es una disminución o ausencia en la
expresión de una molécula de adhesión tipo integrina en linfocitos, por una mutación en la cadena
β (CD18). En cambio, LAD-II es debida a una pérdida en la capacidad del transportador de fucosa
(GDP-fucosa), (Figura 2b). Normalmente los leucocitos y células endoteliales presentan estructuras
fucosiladas (por ejemplo el factor sialil Lewis X), las que funcionan como ligandos de las selectinas
E, L y P (moléculas de adhesión, CD62)
Las manifestaciones clínicas son similares al tipo I, debido a que no hay migración celular a través
del endotelio a los sitios de lesión, por la ausencia del ligando fucosilado de las selectinas. Además
de la leucocitosis persistente se agregan retardo psicomotor y antígenos sanguíneos (Sistema
H/ABO, secretor y Lewis X) deficientemente fucosilados .
Otras: HEMPAS (Hereditary erythroblastic multinuclearity with a positive acidified-serum lysis). Los
individuos con este padecimiento contienen un anticuerpo que reconoce algún tipo de antígeno
eritrocitario (no identificado aún), que genera la lisis de estas células cuando el suero es
acidificado, de ahí su nombre. Se ha demostrado que en estos pacientes la serie eritroide tiene
una deficiencia en la N-acetilglucosaminiltransferasa II (GlcNAcT-II) y/o en la α-manosidasa II;
ocasionando eritropoyesis deficiente, anemia, hiperplasia medular y esplenomegalia. Sin embargo,
las características moleculares en este padecimiento no han sido comprendidas en su totalidad.
CAMBIOS EN LA N-GLICOSILACIÓN:
Artritis reumatoide (AR). En individuos con este padecimiento se han observado deficiencias en la
glicosilación de las IgG séricas. En el modelo murino se ha demostrado que existe una correlación
directa entre la concentración sérica de IgG agalactosilada y el avance de la enfermedad. Otros
estudios han demostrado que los pacientes con AR tienen disminuida la actividad en la
galactosiltransferasa linfocítica (GTasa) y esto correlaciona con los niveles séricos observados para
IgG agalactosilada. Más aún, se ha demostrado que los individuos con AR tienen autoanticuerpos
anti-GTasa en comparación con individuos sanos. Estos datos sugieren que los cambios en la
glicosilación de las IgG, pudieran estar involucrados en el daño por inmunocomplejos
característicos de esta enfermedad.
Cáncer: Las alteraciones en la glicosilación de proteínas son eventos comunes en las neoplasias.
Por ejemplo, en el coriocarcinoma uno de los cambios más consistentes es el incremento de
oligosacáridos unidos en forma covalente a Asn. Este fenómeno se debe a que existe un aumento
en la actividad de la N-acetilglucosaminiltransferasa . Otro ejemplo es el adenocarcinoma de
pulmón, en donde se ha encontrado la expresión de una N-glicoproteína de la que se desconoce
su función y que, en condiciones normales sólo se encuentra en baja densidad en las células de
intestino delgado y riñón. En el cáncer de células de transición de vejiga se ha reportado función
disminuida de una transferasa en los casos invasivos (acetilglucosaminiltransferasa T2)
comparados con los no invasivos, lo que sugiere que esta transferasa pudiera estar involucrada en
la progresión del cáncer y metástasis. Otros cambios en la N-glicosilación en individuos con
enfermedad pulmonar obstructiva crónica, se ha encontrado transferrina deficientemente
glicosilada en comparación con individuos sanos. Los autores sugieren que esto podría estar
implicado en los mecanismos patogénicos de la enfermedad. Por otra parte, se ha reportado un
mayor número de proteínas N-glicosiladas en individuos infectados con HIV, los cambios más
significativos se encuentran asociados con la neumonía causada por Pneumocystis carinii.
CAMBIOS EN LA O-GLICOSILACIÓN:
En el modelo murino con nefropatías inducidas por virus, también se ha observado que existe una
reducción significativa en la O-glicosilación de la IgA. En este sentido, existe una correlación
estrecha entre el patrón de secreción de citocinas tipo Th2 y la deficiencia en la Oglicosilación,
pues la adición de IFN-γ disminuyó la deficiencia. Los autores de ese estudio sugieren que el
incremento absoluto en la producción de citocinas tipo Th2, es un factor patogénico importante
para la generación de la nefropatía por IgA en humanos.
Los linfocitos provenientes de individuos con WAS muestran proliferación disminuida ante
estímulos mitogénicos policlonales, en comparación con individuos sanos, ya que aparentemente
la estructura Oglicosídica puede estar involucrada en los procesos de activación linfocitaria y
consecuentemente en las alteraciones observadas en la misma
(Thomsen-Friedenreich) y Tn. Una gran variedad de cánceres presentan esta alteración: carcinoma
epidermoide de la mucosa respiratoria, carcinoma colorrectal y, carcinoma mamario, entre otros.
La característica que regularmente comparten estos cánceres son alteraciones en las mucinas.
Estas son glicoproteínas que forman parte de los componentes estructurales de la superficie
celular y del moco protector en los tractos respiratorios, gastrointestinales y
reproductivos.Estructuralmente son oligómeros altamente O-glicosilados y flanqueados por
dominios con secuencias específicas requeridas para su polimerización.
En estos carcinomas las mucinas son expresadas en las células que las producen y la pérdida de la
adhesión en las células cancerosas facilita que las mucinas lleguen incluso a circulación sanguínea.
Fibrosis quística (FQ): La alta morbilidad y letalidad en la FQ son debidas a infecciones respiratorias
crónicas que culminan con la colonización de Pseudomona aeruginosa.Aunque el defecto primario
de la FQ se encuentra en el gene CTRF que codifica para una proteína transmembranal que
funciona como canal de cloro, los pacientes infectados con esta bacteria presentan un incremento
en la glicosilación de mucinas. Se ha sugerido que la bacteria induce la expresión de
sialiltransferasas y fucosiltransferasas en la mucosa bronquial, sin embargo otros factores
inmunológicos como la inflamación persistente, podrían estar implicados en los cambios de la
glicosilación ya que recientemente se reportó que el TNF-α es capaz de inducir la expresión de
glicosiltransferasas y sulfoniltransferasas en células de la mucosa normal.Todos estos resultados
son consistentes con las alteraciones en la glicosilación observadas en FQ .
Es pertinente aclarar que aunque estas alteraciones también son adquiridas, se han clasificado
como un grupo aparte, pues estrictamente no es un fenómeno de glicosilación debido a que no
hay la participación de enzimas que transfieran oligosacáridos sobre una determinada proteína,
por eso el término más conveniente es glicación.
De esta manera, hay una correlación con la expresión de RAGE en la vasculatura cercana a los
depósitos de amiloide, además de que la interacción AGERAGE en neuronas, induce la liberación
del factor estimulante de colonias de monocitos (M-CSF, Monocyte -Colony Stimulating Factor) vía
NF-κb; esta citocina activa a la microglia en la vecindad de los depósitos. De la misma forma la
interacción de los AGE con su ligando incrementa la expresión del mismo, contribuyendo aún más
a la disfunción neural. Por otra parte, además de la generación de AGE, también se han
demostrado procesos que incluyen N52 y O-glicosilación, sugiriéndose que tienen una estrecha
correlación con el incremento del daño en esta enfermedad.
Por lo que se sugiere la implicación de los eventos bioquímicos descritos para los productos finales
con glicación avanzada, en la generación de aterosclerosis y otras enfermedades relacionadas al
consumo del tabaco.
Autofagias:
La autofagia o autodigestión celular es una ruta implicada en la degradación de proteínas y orgánulos que puede ser
importante en la patogenia de algunas enfermedades. Disfunciones en el proceso de autofagia se asocian con cáncer,
neurodegeneración, infección y envejecimiento. Paradójicamente aunque la autofagia es en principio un proceso
protector de la célula puede también jugar un papel en la muerte celular. El conocimiento profundo de este proceso
puede abrir nuevas líneas de investigación hacia la mejora de la salud humana.
A primera vista no parece lógico que un proceso de autodigestión pueda ser beneficioso pero en casos de falta de
nutrientes la célula se ve obligada a utilizar sus propios recursos para sobrevivir. Así, por ejemplo, en la vida diaria en
los períodos de ayuno entre las comidas la autofagia se activa en el hígado para mantener sus funciones metabólicas.
Existen varios tipos de autofagia entre los que se encuentran la macroautofagia, la microautofagia y la autofagia
mediada por chaperonas (CMA: Chaperone Mediated Autofagia). En la microautofagia se fagocitan grandes estructuras
celulares a través de mecanismos selectivos mientras que en la macroautofagia se fagocitan de forma no selectiva. La
autofagia mediada por chaperonas es responsable de la degradación selectiva únicamente de proteínas solubles. Resulta
vital que exista una fina regulación de los procesos de autofagia dentro de la célula.
La identificación de genes relacionados con la autofagia y la aparición de nuevos métodos de monitorización de los
procesos de autofagia permitirá avanzar en el conocimiento de este importante proceso celular.
Microfagia: En el proceso de microautofagia el material a degradar es secuestrado por los lisosomas mediante la
invaginación de su membrana. Una vez introducido en el lisosoma el material es degradado por la acción de las
hidrolasas lisosómicas.
Autofagia mediada por chaperonas: En la autofagia mediada por chaperonas las proteínas dañadas o mal plegadas son
translocadas a través de la membrana lisosomal. Esta translocación está mediada por la acción de chaperonas citosólicas
y lisosómicas con la intervención del transportador LAMP-2A (Lysosome-Associated Membrane Protein type 2A). Una vez
dentro del lisosoma la proteína es degradada por la acción de hidrolasas lisosómicas.
No es fácil discernir hasta qué punto la autofagia resulta en un balance positivo o negativo de la supervivencia celular.
Experimentos bloqueando genes asociados con la autofagia parecen acelerar la muerte celular pero, sin embargo,
existen excepciones como la activación descontrolada de la proteína Beclin 1, involucrada en la autofagia, que produce
un aumento de la muerte celular. Esto puede deberse a una activación de la apoptosis o a una degradación masiva de
contenido citoplásmico. Las interrelaciones entre la autofagia, que funciona primariamente como mecanismo de
supervivencia celular y la apoptosis, que es una ruta que conduce inevitablemente a la muerte celular, son complejas.
Los dos mecanismos son regulados por factores comunes, comparten componentes y se influyen uno a otro. Muchas
señales de activación de apoptosis inducen también autofagia y existen señales que inhiben ambos procesos. Hasta
ahora los intrincados mecanismos moleculares entre ambos están aún por completar.
Neurodegeneración
Cada vez aparecen más evidencias que demuestran que existen alteraciones en los procesos de autofagia en muchas
enfermedades neurodegenerativas. A continuación nos centraremos en enfermedades en cuya patogenia ya se ha
demostrado una relación con la autofagia.
La autofagia ocurre a nivel basal y es clave para llevar a cabo el “control de calidad” intracelular. La demanda de
autofagia basal depende del tipo de tejido. Es especialmente necesaria en tejidos en los que las células no se dividen
tras la diferenciación como es el caso de células hepáticas, neuronas o miocitos. Los requerimientos de autofagia son
aún mayores en los estados de enfermedad. Estudios recientes demuestran que la degradación de proteínas mutadas
que se generan en muchas enfermedades neurodegenerativas es muy dependiente de la autofagia. Entre ellas las
proteínas conteniendo secuencias de poliglutamina causantes de enfermedades como el Huntington o la ataxia
espinocerebelosa y las formas de alfa-sinnucleina que causan el Parkinson familiar. La autofagia mediada por chaperonas
también participa en la degradación de la alfa-sinnucleína pero las formas mutadas bloquean el receptor lisosomal
inhibiendo este tipo de autofagia. Esto resulta en un aumento compensador de la macroautofagia que hace que las
células sean más sensibles al stress.
Los experimentos disponibles demuestran que la autofagia es beneficiosa en la prevención de la neurodegeneración pero
aún hay puntos por aclarar en los mecanismos de esta prevención. Una hipótesis propone que la autofagia elimina
agregados de proteínas y cuerpos de inclusión de una manera directa. Un posible mediador de esto podría ser
p62/sequestosoma-1.
En la enfermedad de Alzheimer se han observado alteraciones en los procesos de autofagia. Una hipótesis propone que
existe un flujo alterado en el proceso autofágico. En las neuritas distróficas que aparecen en el Alzheimer parece
producirse una acumulación de estructuras de tipo autofagosomas que no acaban de madurar hacia autolisosomas,
porque no se unen a lisosomas. Además el amilode beta (Abeta) puede producirse en estas estructuras ya que contienen
las proteasas necesarias para su producción en los restos de retículo endoplásmico secuestrado que contienen.
Es razonable pensar que la autofagia es una prometedora diana terapéutica para algunas enfermedades
neurodegenerativas. Así, se ha demostrado en modelos en Drosophila y ratón que la estimulación de la autofagia
mediante inhibidores de la proteína TOR protege de la neurodegeneración que se produce en los modelos de
enfermedades por poliglutaminas.
La eliminación de organismos intracelulares similares a organelas celulares es un reto para las rutas degradativas que
sólo puede afrontar la autofagia. La misma maquinaria de la autofagia se utiliza también para la degradación de
microorganismos intracelulares denominándose este proceso xenofagia. Recientes estudios parecen indicar que la
autofagia es también muy importante para suministrar material antigénico de patógenos al sistema inmune innato y
adaptativo.
La diana de la xenofagia pueden ser bacterias extracelulares que invaden el espacio intracelular, bacterias y parásitos
citosólicos, fagosomas, vacuolas que contengan patógenos o viriones recién sintetizados que invadan el citoplasma
celular. La xenofagia está aún menos estudiada que la autofagia clásica y así, por ejemplo, no se sabe aún si las
membranas que engloban a los microorganismos tienen una biogénesis similar o diferente a la de los autofagosomas, o
qué mecanismos gobiernan el reconocimiento de los microbios por la maquinaria autofágica.
La autofagia se requiere para que los ácidos nucléicos alcancen los receptores endosómicos TLR-7 y para que ciertos
antígenos virales sean presentados por clase II. La interrelación entre sistema inmune y autofagia es bidireccional ya
que también mediadores tanto de la inmunidad innata como de la adaptativa estimulan la autofagia. Algunos patógenos
han desarrollado distintas estrategias para escapar de la autofagia. Algunos modulan las rutas de señalización que
regulan la autofagia o bloquean el tráfico vesicular que lleva a la fusión con lisosomas. Un ejemplo de la importancia de
la autofagia en la defensa antiviral es la necesidad de que se produzca un bloqueo de la proteína beclina 1, clave en la
autofagia, por parte de una proteína producida por el virus del herpes para que se produzca la encefalitis por herpes
simple.
La autofagia también parece ser importante en el mantenimiento de la homeostasis de las células T, que es central en el
establecimiento de la tolerancia periférica y en la prevención de la autoinmunidad. Estudios de asociación realizados a
escala de genoma han demostrado que existe una asociación de los genes ATG16L1 y GTPase IRGM con la enfermedad
de Crohn, lo que indica la importancia de la autofagia en el establecimiento de enfermedades autoinmunes.