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OBDULIA

PAREJA
ALCONCHEL

EL DESTINO VIAJABA EN EL TREN


Era una fría noche de invierno cuando Melody cogió el tren en la estación de
Sants de Barcelona destino a París, ella no lo sabía, pero ese viaje cambiaría su vida
para siempre.

Andrés la observaba desde una esquina un poco inquieto, había imaginado ese
encuentro una y otra vez, pero llegado el momento le preocupaba que ella no creyese
la historia que él tenía que contarle.

Melody entró en la vagón que le habían asignado y se sentó al lado de la


ventana, abrió las cortinitas y miro a través del cristal; comenzaba a llover, eso le
gustó, le encantaba la lluvia, así que se recostó ligeramente y escuchó el suave sonido
del agua golpeando los cristales. Tenía que relajarse y descansar, sabía que cuando
llegase a París esa tranquilidad desaparecería. ¿Cómo estaría Sara? Esa pequeña le
preocupaba enormemente, llevaba secuestrada dos días. Recordó la angustia del señor
Martorell cuando se presentó en la agencia, ésta estaba compuesta por cuatro
detectives y ella era una de ellos. Llevaban 5 años juntos y la verdad es que no se
podían quejar, les iba muy bien. El señor Martorell les explicó que habían
secuestrado a su hija y que los secuestradores la habían llevado a París. “Nada de
policías o su hija morirá”, querían un rescate de 90.000 €, él no se negaba a pagar,
pero sabía que nosotros habíamos intervenido en varios rescates y siempre con
éxito…

Andrés se sentó frente a ella, por un segundo Melody pensó que porqué ese
tipo se sentaba frente a ella habiendo tantos asientos libres alrededor, pero entonces lo
miró y no pudo dar crédito a lo que estaba viendo… era él, su guardián. Hacía más de
veinte años que no lo veía, sin embargo él seguía igual, no había envejecido nada. Lo
miró anonadada, estaba segura que era su guardián… Tenía cada rasgo de su cara
grabado en su cerebro, pero si él estaba ahí, eso significaba que algo malo iba a
suceder, por lo menos eso es lo que había ocurrido en las dos ocasiones en las que
apareció en su vida… Era tal y como lo recordaba: alto, moreno, atlético, boca
sensual y mirada profunda. Andrés se movió inquieto en su asiento, no esperaba que
Melody lo mirase de esa manera tan intensa. Pocas personas lo ponían nervioso, pero
ella lo había conseguido en pocos segundos. Era sencillamente hermosa: alta,
morena, de ojos grandes y misteriosos… pero ahora no se podía dejar distraer por los
encantos de ella, lo que tenía que explicarle era de vital importancia.
-Hola, me llamo Andrés.

Ella repitió el nombre mentalmente y le gustó; no era muy original pero sí


rotundo y varonil. Después de tantos años sin saber si él era un sueño o una realidad,
volvía a aparecer en su vida y tenía un nombre propio para esa cara.

-Yo soy Melody.

-Lo sé. Sé mucho sobre ti –dijo Andrés respirando hondo-. Te voy a contar una
historia que es muy difícil de creer, pero sé que eres una mujer inteligente y de mente
abierta…

-Te escucho. –le corto Melody intrigada.

-Trabajo en el CESID.

-¿En el Centro Nacional de Inteligencia? –pregunto sorprendida.

-Si. El CESID es el principal servicio de inteligencia de España, se ocupa de


las áreas de inteligencia exterior, contrainteligencia, economía, tecnología y
contraterrorismo –tomó aliento y continuo- En él se integran dos organismos: el
centro criptológico Nacional y la Oficina nacional de Seguridad.

-¿Y que tiene que ver todo eso conmigo? –quiso saber ella.

-Escúchame atentamente y comprenderás. Hace años hubo un brillante


científico considerado loco por algunos… y es posible que lo estuviese, pero era
también un genio. Estuvo trabajando más de veinte años en ciertas teorías sobre la
naturaleza del tiempo y encontró la manera de perforar la arteria del tiempo y
moverse a voluntad en la corriente de los días, los meses y los años. Eso sí, siempre
hacia el futuro, solo se podía viajar hacia delante, y luego volver automáticamente a
su propia era.

-¿Y porqué no hacía el pasado? –quiso saber Melody que no daba crédito a lo
que estaba escuchando.

-Fue incapaz de descubrir una manera de enviar a los hombres hacia atrás en el
tiempo desde la puerta que había inventado. Parece existir algún mecanismo cósmico
que impide a los viajeros en el tiempo intervenir en su propio pasado con el fin de
cambiar las circunstancias actuales.
-Que interesante. Sería como una paradoja, ¿no?

-¡Exacto! –dijo sorprendido de su agilidad mental.

-Continúa por favor.

-Si un viajero en el tiempo pudiese volver a su propio pasado e influir en algún


acontecimiento de la historia, este cambio tendría tremendas ramificaciones, alteraría
el futuro del que él habría venido; por consiguiente no podría volver al mismo mundo
que habría dejado.

-Entiendo –Asintió con un gesto de cabeza.

-Bien, con todo lo que te acabo de explicar, podrás entender mejor el porqué
hoy estoy aquí. Yo vengo del año 1950, la primera vez que intervine en tu vida fue de
forma casual, viajé al año 1977 para una investigación; Yo estaba en un parque
mirando un mapa, cuando de pronto vi un coche que venía sin ningún control hacia el
parque, miré rápidamente hacia el lugar exacto donde se iba a estrellar, allí había una
niña paseándose con su bicicleta, en cuestión de segundos el auto se estrellaría y
destrozaría a la pequeña.

-Esa niña era yo… y tú me salvaste la vida… pensé que eras mi ángel guardián
y que Dios te había enviado para salvarme… Nunca olvidé tu cara ni la expresión de
tus ojos, le pedía a Dios todos los días volverte a ver, pero eso sucedió diez años
después, yo tenía dieciocho años y tú me salvaste de aquel violador, si no hubieras
aparecido no sé que habría sido de mí… pero apareciste y me salvaste, siempre he
mantenido la esperanza de volver a verte, te busqué por todas partes pero nunca te
encontré, ahora comprendo el porqué…

-Sí, esa niña eras tú, y el hecho de salvarte la vida, hizo que la mía se uniera a
la tuya para siempre… Tenía la necesidad de saber que en tu vida todo iba bien, así
que una vez al año venía a verte sin que tú me vieras… En uno de esos viajes tú
estabas ingresada en el hospital de San Pablo, le pregunté a una enfermera que es lo
que te había pasado, me explicó que te habían violado cruelmente. Entonces hice otro
viaje en el tiempo para evitar que eso sucediera… Desde entonces hasta ahora todo te
ha ido muy bien, pero el último viaje que hice en tu vida fue el veintitrés de febrero
del 2006.
-Estamos a 30 de enero del 2006 –dijo con voz temblorosa, sabía que algo
malo iba a sucederle, si no él no estaría ahí explicándole todo eso. Se armo de valor y
le preguntó- ¿Que viste en ese viaje?

-Tu tumba.

Ella se estremeció, iba a morir… intentó dominar el miedo que le invadía, pero
no era fácil. Entonces él tomó sus manos entre las suyas y le habló suavemente:

-No voy a permitir que ocurra lo que estás pensando. Lo impediremos juntos –
La miró dulcemente a los ojos y le pregunto- ¿Confías en mi?

-Sí, aunque no me hubieras contado todo lo que me has dicho, confiaría en ti.
Me salvaste en dos ocasiones, con eso es más que suficiente para confiar en ti –tomó
aire y continuó hablando- Me he pasado la vida esperando que volvieras a aparecer –
dijo mirándole directamente a los ojos- Lo que no entiendo es porqué no has
intervenido el mismo día en que ocurrirá la tragedia, como la vez anterior.

-Porque quería conocerte y que me conocieras… El último viaje que hice fue
con esa intención, yo tengo treinta y ocho años, y tu ahora tienes mi misma edad,
pensé que ya era el momento de conocernos –le dijo con voz profunda- Pero ahora
vamos a planear cómo rescatarás a Sara de los secuestradores para que no haya
ningún contratiempo.

Hablaron largo y tendido sobre cómo llevar a cabo el rescate, y lo que no tenía
que hacer bajo ningún concepto para que todo saliera bien. Así lo hicieron, Sara
volvió a casa con sus padres sana y salva.

Ellos volvieron a Barcelona en tren, pero este viaje fue muy diferente al otro.
Tenían un reservado para ellos solos, las cortinas estaban cerradas, la música sonaba
suavemente y sus corazones latían a un mismo son. El resto podéis imaginarlo…

4 de marzo de 2006

© Obdulia Pareja Alconchel

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