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LA PAZ Y LA MASONERIA

Filósofos, sociólogos, poetas, analistas políticos, psicólogos y en fin toda clase de


intelectuales se preocupan por analizar e interpretar el problema de violencia que
tan duramente golpea todos los estamentos de nuestra sociedad contemporánea.
Parecen haberse desmoronado sistemáticamente toda suerte de valores y principios
que otrora eran los más fieles guardianes de la libertad humana, del respeto al
derecho ajeno y de la vida misma. Si bien es cierto que la violencia se ha
constituído desde la aparición del hombre en una constante social, no parece
coherente que en la medida del desarrollo de la sociedad, este fenómeno se
acentúe, por considerarse precisamente que estamos en permanente evolución. Se
espera que la sociedad moderna, del camino de la civilización y de las grandes
transformaciones, de la evolución tanto de lo material como de lo espiritual, sea
mejor que la de ayer. Y sin embargo no es así.

Porqué si hemos superado la oscuridad de las cavernas; porqué si ha corrido tanta


agua debajo del puente desde el tiempo inmemorial en que Prometeo arrebatara el
fuego a los dioses y lo descendiera desde el Olimpo para iluminar y calentar la
desnudez del hombre; porqué si la sociedad técnica se ha dedicado a mejorar las
condiciones de vida del mundo; porqué si hoy seríamos mas felices que ayer
porque nos faltan menos cosas para serlo, porqué entonces la violencia es peor. En
qué momento se ha perdido el norte?

Indudablemente, el avance de la ciencia, el progreso de las comunicaciones, el


dominio de la tecnología, el auge desmesurado de la sociedad de consumo en los
nuevos tiempos, han traído consigo un deterioro sistemático de la espiritualidad
humana. Quizás un "exceso" de conocimiento ha infestado una sociedad que no
estaba preparada para ello. La sociedad contemporánea parece naufragar en las
turbulentas aguas de la Tecnocracia que lo avasalla todo; el alma humana se ve
aplastada por el estruendo de la máquina infernal que pretende imponer el dominio
de las debilidades y los vicios y derrotar a la virtud. Resulta paradójico que valores
como la ética, la honestidad, la responsabilidad, el respeto, el temor de Dios hoy
resulten anacrónicos y parecieran estar mas amparados al cobijo de la ignorancia
de otras épocas. Hoy parecen campear en cambio la corrupción, la
irresponsabilidad, el sibaritismo, la deshonestidad, la mediocridad y el vicio.

Como respuesta a este desequilibrio, y como un medio natural de reacción han


surgido en el tiempo organizaciones de hombres que han luchado por restablecer el
orden en el caos y que como en tantas encrucijadas de la historia han contribuido a
encontrar la luz en medio de la universal confusión. Estos pocos "Iluminados" han
asumido la responsabilidad histórica de defender los valores y los principios y
rescatar a la humanidad de la hecatombe. La Masonería es una de estas
organizaciones, que por muchos años y aun desde los primeros tiempos ha asumido
este liderazgo. Habiendo sido combatida, señalada, escarnecida, criticada,
abominada, ha cumplido un papel trascendental y protagónico en el crecimiento y
evolución positiva de la Humanidad. Hoy sabemos que muchas de las justas
emancipadoras de varios países a lo largo de la Historia, que muchas causas
libertarias fueron fraguadas desde las Logias Masónicas y acaudilladas por Masones,
así como que grandes exponentes no solo de estas justas sino de todas las
disciplinas culturales, artísticas, ideológicas se han formado en el seno de las
Logias.

La Masonería, hoy como ayer, propugna por el crecimiento espiritual y moral del
hombre. Pretende, a través de enseñanzas y preceptos fundamentales, como son
entre otros: la lucha contra la ambición, la hipocresía y la ignorancia, del triple
deber que tiene el hombre para consigo mismo, para con sus semejantes y para
con Dios; establecer unos patrones de conducta entre sus adeptos que pueden
contribuir decididamente en el mejoramiento de la sociedad, en alcanzar esa meta
de trascendencia y convivencia armónica y pacífica del hombre con sus semejantes
en el universo , luchando por mantener un mundo heredable en las mejores
condiciones para las generaciones futuras.

El Masón a través de su interacción con el medio tiene la misión sagrada de difundir


esta enseñanza, transfiriéndola a su círculo familiar, social, profesional;
transmitiéndola con su ejemplo, con la educación de sus hijos, con el trato que
dispense a sus semejantes, con su comportamiento ejemplar y honesto en su
trabajo, en su hogar, en la calle, en todos sus círculos. Es decir empezar en lo
cotidiano por sembrar la semilla de la paz, que terminará por extenderse y
germinar en todos los confines del Universo. Los Masones de hoy quizás ya no sean
los épicos caballeros de otro tiempo que con sangre defendían los nobles ideales. La
cruzada de hoy debe hacerse sobre las bases de lo elemental y lo primario, con la
certeza de que ésta será la mayor contribución a alcanzar el tan anhelado sueño de
la paz.

Traducido por Claudio Armando Garcidueñas

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