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Aleister Crowley
Una observación acerca de las reglas maestras de conducta práctica a ser observadas por
aquellos que aceptan
La Ley de Thelema
"Hacer tu voluntad será el todo de la Ley"
"(...) tú no tienes más derecho que hacer tu voluntad. Haz eso, y ninguno dirá que no. Pues pura
voluntad, no atenuada por el propósito, libre de la lujuria del resultado, es perfecta en todo
sentido".
"Soy la llama que arde en cada corazón de hombre, y en el núcleo de cada estrella".
Esto incluye todo lo que es, o puede ser, para ti; y debes aceptar todo exactamente como es en sí
mismo, como uno de los factores que contribuyen a formar tu Ser Verdadero. Así, este Ser
Verdadero incluye en última instancia a todas las cosas; su descubrimiento es la Iniciación (la
peregrinación hacia el interior); y como la Naturaleza, que está en continuo movimiento, este
Ser Verdadero no debe ser comprendido como algo estático, sino dinámico, no como un
Sustantivo, sino como un Verbo.
Considera cada elemento de tu Naturaleza a la vez separado y relación con el resto, para así
juzgar con precisión el propósito verdadero de la totalidad de tu Ser.
6. Extiende al máximo los dominios de tu conciencia, así como su control sobre todas las
fuerzas que le son ajenas.
Haz esto aplicando tus facultades cada vez más fuerte y hábilmente, a la percepción más fina,
clara, abarcadadora, y precisa; a la mejor comprensión; y al gobierno más sabiamente
organizado, de ese Universo externo.
7. Nunca permitas que los pensamientos o la voluntad de cualquier otro Ser interfieran con los
tuyos.
Manténte constantemente vigilante para resentirte de, y en alerta para resistirte a, cualquier
intento de cualquier otro Ser por influenciarte de cualquier otra manera que no sea aportar
nuevos datos a tu experiencia del Universo; o ayudarte, mediante una apasionada fusión, a
alcanzar una síntesis superior de la verdad. Debes mantener esta vigilia con un ardor
inconquistable, con la vehemencia de una pasión que no puede ser apagada.
"La palabra de pecado es Restricción. ¡Oh hombre! ¡No rehuses a tu esposa, si ella desea! ¡Oh
amante, si tu quieres, parte! No hay vínculo que pueda unir lo dividido que no sea el amor: todo
lo demás es una maldición. ¡Malditos! ¡Malditos sean por los eones! Infierno".
"Así con todo lo tuyo; no tienes más derecho que hacer tu voluntad. Haz eso, y nadie dirá nada.
Pues pura voluntad, no atenuada por el propósito, liberada de la lujuria del resultado, es perfecta
desde todo punto de vista".
"Harán acopio de bienes y provisión de mujeres y especias; llevarán ricas joyas; excederán a las
naciones de la tierra en esplendor y orgullo ; pero siempre en el amor a mí, y así vendrán a mi
alegría".
9. ¡Regocíjate!
"Recuerden todos ustedes que la existencia es pura alegría; que todas las penas no son más que
sombras; pasan y están concluidas; pero hay aquello que resta".
"¡Pero ustedes, oh mi pueblo, sublévense y despierten! ¡Que los rituales se lleven a cabo
correctamente, con alegría y belleza (...) ¡Un fiesta para el fuego y una fiesta para el agua; una
fiesta para la vida y una fiesta mayor para la muerte! ¡Una fiesta cada día en vuestros corazones,
en la alegría de mi arrebato! Una fiesta cada noche a Nu, y el placer del deleite más entrañable!
¡Sí! ¡Festejad!
¡Regocijáos! No hay miedo de aquí en más. Hay la disolución, y el éxtasis eterno en los besos
de Nu".
"¡Ahora regocíjate! ¡ahora entra en nuestro esplendor y arrebato! ¡Entra en nuestra paz
apasionada, y escribe dulces palabras para los Reyes!
"¡Estremécete con el goce de vida y muerte! ¡Ah! tu muerte será hermosa: quienes la vean se
alegrarán. Tu muerte será el sello de la promesa de nuestro longevo amor. ¡Ven! ¡Eleva el
corazón tuyo y regocíjate!".
"¿Puede Dios vivir en un perro? ¡No! mas los encumbrados son de los nuestros. Se regocijarán,
nuestros elegidos: los que se lamentan no son de los nuestros. Belleza y fortaleza, risa cantarina
y delicioso langor, fuerza y fuego, son nuestros".
Únete apasionadamente con toda forma de conciencia, destruyendo así la sensación de estar
separado del Todo; y creando en el Universo un nuevo patrón con el cual medirlo.
Sacar a la luz las diferencias entre dos, resulta útil a ambos para medir la posición de cada uno
con respecto a la totalidad. El combate estimula la energía viril o creativa; y, como el amor, del
cual es una forma, excita la mente hasta un orgasmo que le permite trascender su torpeza
racional.
(El amor y la guerra a los que se refieren las sentencias anteriores son de la misma naturaleza
que el deporte, donde uno respeta a su oponente y aprende de él, pero nunca interfiere con él
fuera del juego). Buscar dominar o influenciar a otro es buscar deformarlo o destruirlo; y él es
una parte necesaria de nuestro propio Universo, es decir, de nuestro ser.
Esto puede ser hecho, y siempre respetando estrictamente la actitud del buen deportista, cuando
la persona esté sufriendo por su incapacidad para comprenderse claramente, y especialmente
cuando pide la ayuda, pues su oscuridad puede impedir la propia percepción de la percepción.
(Incluso su oscuridad puedes servir como advertencia, o para despertar el propio interés.)
También es admisible la ayuda cuando su ignorancia lo ha llevado a interferir con la propia
voluntad. En todos los casos, toda interferencia es peligrosa, y exige el ejercicio de una extrema
habilidad y un buen juicio fortalecido por la experiencia.
Influenciar a otro es dejar sin guardia la propia fortaleza; y el intento generalmente termina con
la pérdida de la soberanía sobre uno mismo.
5. ¡Adora todo!
Cada ser es, exactamente en la misma forma que tú, el único centro de un Universo que no es en
absoluto idéntico, ni siquiera asimilable, al tuyo. Aquél Universo impersonal de la "Naturaleza"
es sólo una abstracción, aproximadamente cierta, de aquéllos factores que por conveniencia se
consideran comunes a todos. El Universo de otro ser, es por lo tanto necesariamente
desconocido e incognoscible para ti; aunque es capaz de inducir corrientes de energía en tu
Universo, determinando en parte tus reacciones. Por lo tanto sírvete de hombres y mujeres, con
absoluto respeto a los inviolables estándares de medida; verifica tus propias observaciones
cotejándolas con similares juicios emitidos por ellos; y, estudiando los métodos que determinan
su éxito o fracaso, adquiere para ti mismo el ingenio y la habilidad necesarios para hacer frente
a tus propios problemas.
Siendo el bienestar de la raza, en muchos aspectos, necesario para el tuyo propio, y ambos
principalmente el resultado de la sabia e inteligente observancia de la ley de Thelema, es de
primerísima importancia para ti que todo individuo acepte con franqueza esa Ley, y se gobierne
a sí mismo en estricto acuerdo con ella. Puedes considerar el establecimiento de la Ley de
Thelema como una parte esencial de tu propia Verdadera Voluntad, ya que cualquiera sea la
naturaleza última de esa voluntad, es evidente que la condición necesaria para ejecutarla es la
libertad con respecto a toda interferencia externa .
Los gobiernos a menudo exhiben la más deplorable estupidez, sin importar cuán iluminados
puedan ser los hombres que los componen y constituyen, o las gentes cuyos destinos dirigen.
Concierne por lo tanto a todo hombre y mujer, el dar los pasos necesarios para revisar a la luz de
la Ley de Thelema todos los estatutos existentes. Siendo ésta una Ley de Libertad, la meta de la
legislación debe ser asegurar la más amplia libertad para cada individuo del estado,
absteniéndose de la presuntuosa suposición de que cualquier ideal positivo es digno de ser
obtenido.
El crimen es, esencialmente, la restricción de la libertad del individuo ultrajado. (Por ejemplo, el
asesinato restringe la libertad de vivir; el robo restringe el derecho a gozar los frutos de la propia
labor; la emisión indiscriminada de moneda restringe el derecho del individuo a la seguridad del
cambio; etc.) Es entonces el deber común prevenir el crimen segregando al criminal, y mediante
la amenaza de las represalias; también enseñando al criminal que sus actos, correctamente
analizados, son contrarios a su propia Verdadera Voluntad.(Esto a menudo puede llevarse a cabo
quitándole al criminal el mismo derecho que él ha negado a los demás; de modo que al dejar
fuera de la ley al ladrón, éste se sienta constantemente ansioso por las seguridad de sus propias
posesiones, sin la protección del Estado.) La regla es bien sencilla.
Aquél que viola cualquier derecho está declarando mágicamente la inexistencia de dicho
derecho; por lo tanto así es, para él.
Siendo el crimen una directa violación espiritual a la Ley de Thelema, no debe ser tolerado
dentro de la comunidad. Aquéllos que posean este instinto deben ser segregados en un
asentamiento donde puedan construir un estado propio, aprendiendo así, de ellos mismos, la
necesidad de imponer y mantener leyes de justicia. Todos los crímenes artificiales deben ser
abolidos. Cuando desaparezcan las restricciones exageradas, será la mayor libertad del
individuo la que le enseñe a evitar los actos que realmente restringen a los derechos naturales.
De esta forma, el verdadero crimen disminuirá dramáticamente.
La Ley de Thelema debe ser aplicada sin hesitaciones para resolver cualquier interrogante de
conducta. La capacidad inherente de cualquier cosa, para cualquier fin determinado, debe ser el
único criterio a considerar.
Los conflictos entre intereses surgirán con frecuencia, a veces sólo en apariencia, a veces
realmente. Estos casos deben decidirse por la valoración general de las partes contendientes,
según la escala de la Naturaleza. Así, por ejemplo, un árbol tiene derecho a su vida; pero siendo
un hombre más que un árbol, si surge la necesidad puede cortarlo para obtener combustible o
cobijo. Incluso en este caso, que se le recuerde que la Ley nunca deja infracciones sin vengar:
como cuando la deforestación lasciva ha arruinado un clima o un suelo; o cuando la importación
de conejos como sustituto alimenticio barato ha creado una plaga.
Su valor debe ser juzgado por su capacidad para permanecer como testigos de su armonía con el
curso de la naturaleza hacia la perfección