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GNOSTICISMO - SaMun

Este término, derivado de gnosis es usado con frecuencia en muy diversos sentidos.
Mayormente designa la gnosis combatida por la antigua Iglesia (llamada también «gnosticismo cristiano»
y «gnosis cristiana», expresión que induce a error) y, a veces, primitivas formas gnósticas; pero también
cae bajo su significación la gnosis helenista que no llegó a ninguna unión con el cristianismo (la así
llamada gnosis pagana). En ocasiones se usa para designar el fenómeno conjunto de la gnosis en la
antigüedad tardía. Desde el punto de vista tipológico, la mayor parte de los sistemas del gnosticismo
pertenecen al tipo «sirioegipcio» de gnosis. En la literatura patrística el término «gnosis» o «gnóstico» se
refiere con frecuencia a determinadas comunidades gnósticas (los carpocratianos se llaman a sí mismos
«gnósticos»: IRENEO, Adv. Haer. 1 25, 6); sin embargo, ya el mismo Ireneo emplea también estos dos
términos para designar todo el fenómeno gnóstico que él conoce, p. ej., en el título griego de Adversus
Haereses [contra los herejes] 1 23, 4 (cf. 1 Tim 6, 20) o n 13, 8.
Sin duda que con Simón de Samaría (Hch 8, 4-25) tenemos atestiguada una gnosis precristiana en la
primera mitad del siglo I. De un discípulo suyo, el samaritano Menandro (fines del siglo I), dependen
Saturnino (Satornilos) de Antioquía, que propugnó ya en Siria una gnosis «cristianizada», y Basílides, que
enseñó en Alejandría en la primera mitad del siglo II (lo mismo que su hijo Isidoro). Cerinto de Asia
Menor era contemporáneo de Policarpo de Esmirna. La gnosis se extendió sobre todo en Egipto, donde el
gnóstico más sobresaliente, Valentín, actuó en Alejandría. Hacia el año 140 llegó a Roma, pero pronto fue
excomulgado y fundó una escuela propia. Marción de Ponto, que ocupó un lugar preeminente en la gnosis
(especulación sobre eones, o sobre el yo espiritual procedente del Dios bueno, etc.), llegó a Roma hacia el
139 (donde posiblemente recibió la influencia del gnóstico Cerdón), fue excomulgado el año 144 y fundó
una Iglesia propia (por lo general el gnosticismo se organizó en escuelas y asociaciones mistéricas) con
constitución jerárquica y canon del NT (Lc purificado, 10 cartas de Pablo igualmente expurgadas).
Especialmente el valentinianismo, dividido en una escuela occidental (itálica: Ptolomeo, Heracleón, etc.)
y otra oriental (Teodoto, Marcos, cuyos seguidores se encontraron con Ireneo en el sur de Francia.
Bardesanes no se puede considerar como valentiniano), se extendió -lo mismo que la Iglesia marcionita -
con rapidez y éxito por casi toda la oikumene romana. Además de los grupos comunitarios cuyos nombres
se derivan de los jefes de las escuelas, como simonianos, satornilianos, basilianos, valentinianos,
marcionítas, nicolaítas (no parece que procedan del Nicolás de Ap 6, 5), etc., se formaron muchos grupos
más, que en ocasiones difícilmente pueden distinguirse entre sí, y cuya designación no se deriva de un
jefe de escuela: ofitas, naasenos (de ndhás), barbeliotes (de la divinidad femenina de la luz Barbelo),
arcónticos (de «arcontes»), setitas (principalmente del Set bíblico), cainitas (del Caín bíblico),
carpocratianos (seguramente no se remontan a una persona histórica de nombre Carpacrates [IRENEO,
Adv. Haer. 1 25, 1], sino que, más bien, su nombre se debe al dios egipcio Harpocrates-Horus), etc.
Algunas comunidades gnósticas tuvieron varios siglos de duración (p. ej., el valentinianismo en Egipto
hasta el siglo IV, los marcionitas en Siria hasta el siglo v). Antes de descubrirse las fuentes originales
(transmitidas en copto), a final del s. XIX y en el s. XX, la investigación dependía de los escritos de
autores antignósticos, que junto a exposiciones y citas ofrecen fragmentos de literatura gnóstica
(especialmente valiosos son los restos de los escritos de Valentín, Basílides, Heracleón, Ptolomeo, etc.).
Entre las fuentes originales son de suma importancia el papiro berolinense 8502, en copto, y sobre todo
los papiros de Nag' Hammádi. Esta literatura se debe especialmente a grupos setitas, barbelo-gnósticos y
valentinianos. El llamado Evangelium veritatis del códice Jung (= codice i de Nag' Hammádi) presenta
entre otras cosas -lo mismo que el Evangelio de Felipe- rasgos valentinianos. No se puede demostrar que
Valentín sea el autor del Evangelium veritatis copto, ni la identidad de este escrito con el Evangelium
veritatis mencionado por Ireneo (Adv. Haer. iii 11, 9), pero desconocido por lo demás.
La evolución del dogma de la Iglesia recibió un impulso importante de la discusión con la gnosis, sobre
todo porque el problema ya existente de la relación entre el creador y el redentor, entre la cosmología y la
soteriología, quedó eliminado en la gnosis, y, en contraposición a eso, la Iglesia se vio obligada a una
solución sistemática de estos problemas. Así la gnosis hizo que la Iglesia adquiriera una conciencia más
aguda del problema. De todos modos la razón capital de la evolución del dogma no podía residir en la
discusión con la gnosis, aun cuando este momento es tenido muy en cuenta en los estudios actuales. La
evolución del dogma va aneja a la historicidad de la comunidad, que se entiende a sí misma bajo una
perspectiva escatológica. Pero algunas modalidades y direcciones de la evolución dogmática se deben en
gran medida a la presión de los problemas de la gnosis. La aspiración a la redención por la gnosis sirve de
ocasión en la escuela teológica de Alejandría para reflexionar sobre la relación entre pistis y gnosis. En el
desarrollo y la sistematización de las doctrinas trinitarias tuvieron su repercusión las especulaciones
gnósticas sobre los eones y sobre la diversidad entre el Dios supremo y los demiurgos (como materia a
rebatir). Especialmente, frente al docetismo gnóstico (el gnosticismo aceptaba a Cristo como hipóstasis
redentora bajo las modalidades conceptuales de diversas cristologías, mayormente docetas), se insistió en
la doctrina de la encarnación, en la integridad de la naturaleza humana de Jesús, y en la causalidad
salvífica de su muerte en la cruz. Y en contraposición a la espiritualización gnóstica del concepto de
Iglesia y a la apelación a tradiciones secretas, se consolidaron la organización de la Iglesia y la tradición
apostólica, y se formó el canon del NT. En la doctrina dogmática de la resurrección de la carne puede
verse una respuesta a la idea gnóstica de que la materia es demoníaca. También en la formación de la
doctrina eclesiástica sobre la gracia fue importante la discusión con ciertas posiciones éticas de los
gnósticos.
Robert Haardt

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