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Té cnicas de evaluació n de impacto

ambiental.
Por: José Rubén Ocampo Orozco

Existen en la literatura abundantes definiciones respecto al concepto de impacto ambiental.


Algunos autores lo definen como los cambios espaciales y temporales de un parámetro ambiental
como resultado de la interacción de una acción humana en particular. Otros definen los impactos
como las alteraciones de carácter negativo o benéfico, que se producen en el ambiente como
resultado de actividades humanas. En ambos casos debe tenerse claridad sobre los umbrales de
aceptabilidad respecto al deterioro ambiental y los elementos del ambiente que deben ser protegidos
(Espinoza, 2006).

Se han desarrollado múltiples metodologías que permiten evaluar a los impactos


ambientales, las cuáles han evolucionado rápidamente en las últimas décadas. Estas técnicas
corresponden a enfoques que desarrollan la identificación, predicción y evaluación de los impactos
ambientales de un proyecto; sin embargo, antes de analizarlas se deben describir las características
que identifican a estos.

Dentro de la principal característica que define a un impacto se encuentra su carácter. Los


impactos positivos son aquellos que significan un beneficio ambiental, mientras que los negativos
son aquellos que causan daño o deterioro a los componentes y atributos del ambiente (Espinoza,
2006). Dentro de esta categoría se encuentran los impactos reglamentados que por estar
ampliamente identificados y documentados se encuentran contemplados dentro de algún
instrumento normativo. Por tal razón los impactos mencionados cuentan con medidas
preestablecidas para su prevención y mitigación, no obstante no significa que dichos impactos no
sean negativos.

Por su relación causa-efecto los impactos se identifican como primarios o secundarios. Los
primeros son aquellos efectos que causa la acción y que ocurren generalmente al mismo tiempo y en
el mismo lugar de ella; mientras que los segundos son aquellos cambios indirectos o inducidos en el
ambiente debidos a un efecto primario. Los impactos secundarios incluyen todos los efectos
potenciales que pudiesen ocurrir en un futuro o en lugares diferentes como resultado de la
implementación de una acción (Espinoza, 2006).
Otra importante característica de los impactos ambientales es su persistencia. Este criterio
se utiliza para clasificar a los impactos en permanentes (supone una alteración de duración
indefinida), y en temporales; es decir, aquellos que permanecen un tiempo determinado y cesan
cuando la actividad causante desaparece (Gomez-Orea, 2002).

De acuerdo a Espinoza (2006), la reversibilidad es un criterio que se utiliza para identificar


los impactos cuyos efectos sobre los atributos ambientales pueden revertirse. El autor considera un
impacto irrecuperable cuando la alteración del medio que supone, es imposible de recuperar. Por
otro lado un impacto irreversible es aquel que supone la imposibilidad o dificultad extrema de
retornar por medios naturales a la situación original; mientras que un impacto reversible es aquel en
que la alteración puede ser asimilada por el entorno debido al funcionamiento de los procesos
naturales. Finalmente el autor considera a un impacto fugaz cuando la recuperación del medio es
inmediata tras el cese de la actividad.

Por su extensión un impacto puede ser identificado como puntual, cuando su acción
produce una alteración muy localizada; parcial cuando supone una incidencia apreciable en el área
estudiada; extremo cuando se detecta en gran parte del territorio considerado y total cuando se
manifiesta de manera generalizada en todo el entorno considerado (Espinoza, 2006).

Pastakia en 1998 define la importancia de un impacto en términos de los bordes ambientales


espaciales o lo intereses humanos a los cuales afecta; mientras que la magnitud del impacto es la
medida del costo o beneficio que ocasiona el impacto ya sea sobre las condiciones ambientales o
humanas.

Finalmente este mismo autor identifica los impactos como acumulativos cuando el efecto de
los mismos se amplifica con el paso del tiempo o por efectos sinergéticos asociados a otras
actividades. Este concepto es ampliamente discutido por Carter y Kamath en 1995 donde proponen
diferentes tipos de impactos acumulativos y realizan un amplio análisis sobre la deficiente
consideración de este tipo de impactos en las evaluaciones de impacto ambiental. Los autores
revisan diversas metodologías con el fin de destacar su inapropiada o inexistente identificación de
impactos acumulativos a pesar de su importancia ambiental.

Una vez que se han identificado los impactos en base a sus características existen una serie
de técnicas para evaluarlos.

De acuerdo a Gómez-Orea (2002), una de las técnicas más usadas son las matrices. Estas
consisten en tablas de doble entrada en las cuales se cruzan las acciones del proyecto y los factores
ambientales relevantes. El autor considera que esta técnica permite presentar grandes volúmenes de
información en un formato claro y simple y que combina los aspectos del desarrollo del proyecto y
los factores ambientales en un marco único, resumiendo sus interacciones en términos de impactos
potenciales sobre el medio ambiente. Las matrices permiten caracterizar, representar y hacer una
primera valoración de los impactos identificados, sin embargo para la identificación de efectos de
segundo o tercer grado se debe recurrir a la confección de matrices sucesivas.

Dentro de los métodos que permiten presentar y analizar las cadenas de relaciones sucesivas
se encuentran las redes. Esta técnica es menos utilizada en la identificación de impactos que las
matrices sin embargo refleja mucho mejor la cadena de acontecimientos y sus interacciones. En
todo caso la técnica de redes y la de matrices deben considerarse complementarias para obtener una
evaluación más eficiente.

Dentro de las técnicas ampliamente utilizadas se encuentra la generación de índices e


indicadores como parámetros que permiten medir los atributos ambientales. Estas técnicas de
evaluación atribuyen valores numéricos a las características de un impacto con el fin de determinar
su magnitud total y al mismo tiempo poder comparar el resultado con la magnitud de otros
impactos. Los índices tanto numéricos o en determinados casos descriptivos han sido desarrollados
como mediciones para determinar la vulnerabilidad ambiental y se ha probado su utilidad en la
comparación tanto entre sitios como entre actividades. Bajo estos conceptos los índices permiten la
creación de medidas de mitigación (Carter y Sandler, 1997).

Por otro lado una de las técnicas de mayor uso en las evaluaciones de impacto ambiental
son las listas de verificación. Estas listas contienen una serie conceptos, impactos o cuestiones que
deben ser consideradas y analizadas durante una evaluación de impactos. Con el fin de asegurar una
adecuada evaluación de impactos, las listas deben ser complejas y deben tratar de identificar todas
las posibles consecuencias de una acción. Para ello existen diversos tipos de listas; desde las
simples, las descriptivas o las escalonadas.

Finalmente los modelos tanto cuantitativos como cualitativos se utilizan con el fin de
evaluar los impactos ambientales. Es importante mencionar que un modelo es una representación de
la realidad, en el caso de uno cualitativo, describe los procesos sin arrojar un valor numérico
mientras que uno cuantitativo calcula la magnitud y los efectos de un impacto a través de un
algoritmo.

De acuerdo a Carter y Sandler (1997) existen 22 técnicas de evaluación de impacto


ambiental; sin embargo, las descritas anteriormente son una muestra de las utilizadas debido a su
carácter simple sencillo de aplicar.
Estas técnicas se pueden clasificar dentro de dos grandes grupos, aquellas que realizan una
valoración cualitativa de los impactos, y aquellas que lo hacen de forma cuantitativa.

De acuerdo a Gómez-Orea (2002), la valoración cualitativa consiste en situar cada impacto


en un rango de alguna escala de puntuación cuyo tamaño depende del grado de confianza de que se
disponga; por ejemplo, valorar en una escala de “alto, medio, bajo”.

La valoración cuantitativa por otro lado, implica asignar un valor numérico a las
características de cada impacto con el fin de obtener su magnitud total y poder compararla con base
a una escala numérica fácilmente interpretable.

La raíz de ambas valoraciones es subjetiva, sin embargo para fines de comparativos es más
fácil entender una numérica.

Es importante señalar que ambas valoraciones se fundamentan en gran medida en los


términos de “significancia” y “significativo”, conceptos cuyas definiciones son ambiguas y se
fundamentan en un juicio de valor. De acuerdo a Duinker y Beanlands (1986) el uso del término
“significante” ha sido empleado en las evaluaciones de impacto ambiental con el fin de describir la
mayor parte de las características de un impacto, ocasionando un efecto subjetivo en las
evaluaciones de los impactos y una subestimación de los efectos de los mismos.

Otra importante consideración de las técnicas de evaluación de los impactos es la


importancia o peso que se asigna a cada uno de ellos con el fin de tomar una decisión. De acuerdo a
Duinker y Beanlands (1986) un adecuado peso para cada variable relativo a su importancia es
indispensable en la descripción de un impacto. Los autores proponen dos categorías para la
asignación de las contribuciones de cada variable. La primera de ellas asigna una prioridad absoluta
a todas las variables que pueden considerarse como inalterables, tal es el caso de las variables
dentro de la normativa oficial (por ejemplo, la calidad del agua). La segunda categoría involucra
una ponderación de las variables restantes (por ejemplo, la magnitud, duración, etc).

Pastakia en 1998 realiza otro tipo de ponderación, dando mayor peso a la magnitud y
significancia de un impacto, y menor peso a la permanencia, reversibilidad y acumulación. De
acuerdo a Carter y Kamath (1995), los impactos acumulativos deben tener un mayor peso en todas
las técnicas de evaluación de impacto ambiental debido a la importancia de sus efectos.

En conclusión cada una de las técnicas cuenta con ventajas y desventajas particulares, por
lo que pueden ser aplicadas a una gran rama de evaluación de impactos de proyectos o desarrollos.
Es importante mencionar que toda técnica puede combinarse con otra, o modificarse de manera que
se ajuste a las necesidades particulares y permita una toma de decisiones más objetiva y eficiente.
Siempre existirá un grado de subjetividad al evaluar y predecir los impactos que puede
generar un proyecto, por lo que es de vital importancia realizar las evaluaciones de impacto
ambiental a partir de una perspectiva general y objetiva, sin dirigirla solamente a la conservación o
al desarrollo.

Las evaluaciones de impacto ambiental deben ser por lo tanto una actividad
interdisciplinaria donde las motivaciones personales no deben regir en la toma de decisiones. Bajo
este concepto la evaluación de los impactos ambientales ya sea cuantitativa o cualitativa disminuirá
en parte el grado de subjetividad.

Finalmente no hay que olvidar mencionar que la metodología más adecuada para la
evaluación de los impactos ambientales será aquella que en forma sistemática presente un análisis
simple y entendible de los impactos, ponderándolos de manera racional sin dejar de considerar sus
efectos acumulativos.

BIBLIOGRAFÍA

Carter, L. y B. Sandler. 1997. A tool kit for efective EIA practice. Review of methods and
perspectives on their application. A supplementary report of the international study of the
effectiveness of environmental assessment. 157pp.

Carter, L. W. y J. Kamath. 1995. Questionnaire checklist for cummulative impacts. Environmental


Impact Assesment Reciew. Elsevier. 15:311-399.

Duinker, P.N. y G.E. Beanlands. 1986. The significance of environmental impacts an exploration of
the concepts. Environmental Management. 10(1):1-10.

Espinoza, G. 2006. Gestión y fundamentos de la evaluación de impacto impacto ambiental. Banco


Interamericano de Desarrollo. Centro de estudios para el desarrollo. Santiago, Chile.288 pp.

Gómez-Orea, D. 2002. Evaluación de impacto ambiental. Un instrumento preventivo para la gestión


ambiental. Ediciones Mundi-Press. Segunda Edición. México, D.F. 749 pp.
Pastakia, C. M. R. 1998. The rapid impact assement matrix (RIAM). A new tool for Environmental
Impact Assement. 19pp.

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