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CARTA ABIERTA A TODAS Y A TODOS.

Hoy iniciamos una cuenta regresiva de los días. Sí,


concientemente o sin darnos cuentas, todas y todos, hemos comenzado
a contar los días que faltan para que se cumpla el primer aniversario del
terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010.- Lo que vivimos
entonces reaparecerá en nuestras mentes y nos llevará ha interrogar
nuestras conciencias. Nos preguntaremos por nuestras conductas, por lo
que hicimos o no hicimos en aquellas primeras horas, en los días
posteriores; por las palabras que dijimos a los demás o por las que
callamos, que no nos atrevimos o no supimos decir al vecino, a la
vecina, al prójimo.

Además los medios de comunicación se encargarán de hacer que


revivamos las catástrofes. Así en plural, porque a cientos, a miles de
personas, aquellos fenómenos originaron diversas y complejas
situaciones que trastocaron sus vidas: la pérdida de seres amados, las
muertes trágicas, la destrucción de los hogares y viviendas, el daño de
los bienes públicos. Y también expusieron lo peor de nosotros: los
saqueos, los robos en las casas dañadas y sin moradores, las
debilidades de los municipios, la emergencia constituida en espacio de
mercadeo político, etc. etc.

Empero no podrán dar cuenta de lo que cada una y cada uno de


nosotros vivimos y sentimos; de lo que vimos y de lo que nos negamos
a mirar; hay palabras, hay gestos que yacen aún aprisionados en
nuestras almas y conciencias.

Estamos enfermos. Necesitamos sanarnos del estupor, del dolor,


de la impotencia, de la cobardía y del individualismo que afloró en
algunos y algunas; vaciarnos de los miedos y de los desafectos;
necesitamos asumir que el terremoto y maremoto nos golpearon a todas
y todos, que nos afectaron como pueblo, como nación. Necesitamos
interiorizar y hacer permanentes los sentidos de pertenencia a una
comunidad de personas; fortalecer las redes de afectos creados o
recuperados en el barrio, en el trabajo, con los parientes o amigos que
moran lejos o en otros países; aplicar en nuestra cotidianidad la
solidaridad que una vez más emergió con tanta fuerza; no olvidar los
nombres ni los rostros de nuestra vecina con quienes por primera vez
nos mirábamos y nos dirigíamos palabras.

Necesitamos salir de la tragedia con lo mejor de nosotros como


personas y como pueblo. Necesitamos sanarnos solidariamente, entre
nosotros, por nosotros, por las hijas y los hijos.
No importa quien sea yo, o si tengo alguna autoridad o título para
decir las palabras que preceden a la invitación que haré a continuación.
Lo que importa es que cada una y cada uno de ustedes encuentre en
ellas razones suficientes para aceptarlas, para agregar las propias y
asumir la invitación como una acción que a todas y a todos nos hará
bien.

Invito a todas y a todos a una vigilia y a un encuentro de nosotros


como vecinos, como habitantes de barrios, de villas, de caseríos y
aldeas, de pueblos y ciudades, como integrantes de agrupaciones
sociales, culturales, deportivas, sindicales o profesionales; como
integrantes de iglesias, corporaciones filosóficas; como pertenecientes a
las distintas etnias que existen en Chile, aportándole la riqueza se su
diversidad y culturas.

Invito a todas y a todos a una Vigilia y a un Encuentro con Nos -


Otros el 27 de febrero de 2011.

Sí, a una vigilia, vieja práctica del ser humano que va a vivir un
hecho trascendente para su existencia.

Si, a un encuentro con nos – otros, cada uno consigo mismo y al


mismo tiempo con los otros.

Será simple y para todas y todos posible: solo necesitaremos la


decisión de participar, un poco de organización con los prójimos y una
vela, de esas que duran cuatro horas.

Procederemos así: a las 00:00 horas del 27 de febrero en el ante


jardín o frontis de nuestras casas, si no podemos salir de ellas, en la
sede de la organización, en el culto o la capilla de la comunidad del
barrio, o en la plaza del barrio, de la villa o pueblo, etc., encenderemos
nuestras velas y conversaremos sobre nosotros para conocernos más,
para fortalecer los afectos, para compartir sucesos y proyectos, para ser
mejores y más prójimos unos a otros y ahí esperaremos la hora y los
minutos. Es la vigilia, pero ya ha comenzado el encuentro.

A las 03:34 horas del 27 de febrero, en el instante que se cumple


el año, donde estemos re – unidos, reviviendo todo otra vez, nos
abrazaremos y daremos curso franco a nuestras emociones, diremos las
palabras que callamos entonces o repetiremos las dichas. Hablaremos
de nuestros sentimientos, de los miedos, de las soledades sentidas o de
los gestos fraternos que recibimos. Seremos personas con personas,
seres humanos simplemente.
Si lo hacemos así intensamente y francamente, el encuentro habrá
ocurrido y también la sanación por la catarsis entre nos – otros. Y
seremos mejores por los afectos construidos o reforzados, porque
nuestra vecina, nuestro vecino, y todos los demás tendrán un rostro y un
nombre que serán más que simples datos de identidad. De la mera
vecindad física pasaremos a la proximidad humana, a la pertenencia a
una comunidad, a entender que sólo podemos ser con los otros, que
nuestras ideas, nuestros problemas, nuestros sueños y afanes para
realizarlos siempre necesitaremos de los otros.

Si lo logramos comenzaremos a ser un mejor pueblo, una mejor


persona, todos los días y no solo cuando un cataclismo o una tragedia
social nos golpeen.

Miguel Enrique Hermosilla Arévalo


09-74924284

Talca. 27-01-2011.

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