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Es difícil comprender el proceso de la muerte cuando quien fallece es un ser

querido. Como adultos sabemos que en algún momento nuestra existencia en esta
vida culminará. Sin embargo muy pocos pueden decir o estar realmente
preparados para vivir esta situación.

“Hace cuatro años falleció mi mamá, ella era diabética y muy tarde comenzó a
cuidarse, dicha enfermedad le causo varias dolencias que culminaron con su vida.
Cuando fue el momento, todo ocurrió muy rápido, los doctores dicen que no sufrió.
Una accidente vascular cerebral le dio a las 13:30 y a las 18:00 ya no estaba entre
nosotros. Tenía 61 años, aun la extraño mucho, mi padre, hermanas y sobrina
también.”

El autor dice que “ el duelo es un proceso de aceptación y sanación emocional”,


pero si yo, una mujer adulta aun siente esto, me cuesta un poco dimensionar
como un pequeño se podrá sentir. Solo, desamparado, culpable, con rabia y
mucho dolor. Todo eso yo lo sentí y me costó un par de años superarlo. Sin
embargo, es así primero debemos aceptar lo ocurrido y después sanar nuestro
corazón.

El duelo es la parte que más cuestas y es allí donde se requiere mucho apoyo. No
es necesario la mayoría de las veces que se diga “algo”, la compañía, el respeto
por el dolor que se siente, algo tan simple como un abrazo afectuoso, pueden
hacer más que mil palabras. Para nada es buen a la idea hacer como que nada a
pasado, definitivamente se siente como una falta de preocupación y de respeto.

Dar espacio para conversar el tema, en privado o en grupo, es esencial. Mediante


el dialogo puede, el menor, liberar sus miedos y sus dudad. Es importante
ayudarles en este proceso de compresión y aceptación; darles tareas personales
que les permitan canalizar sus emociones.

“Mi sobrina tenía diez años cuando mi mamá falleció, no pudo estar durante el
funeral porque su pena era mayor, fue al cementerio, pero se quedó distante con
dos amigas y la madre de una de ellas. Le costo aproximadamente dos meses
acercarse a la sepultura de su abuela y dejarle flores”.

En el caso de los adolescentes, este proceso puede llevar a excesos en la ingesta


de alcohol y drogas, por lo que se debe tener mucho cuidado de que este jóvenes
manifiesten su dolor en vez de evadirlo.
En la medida que las heridas se van sanando, se logra recuperar el equilibrio, pero
hay algo que nunca se debe perder de vista y esto es el respeto por el ser
fallecido, ya que cualquier ofensa hacia él o ella se siente como un ataque
personal.

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