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Declaración PCS
Declaración PCS
A propósito de los proyectos de ley sobre “Derechos sobre Obtenciones Vegetales” y “Bioseguridad de
Organismos Genéticamente Modificados”
A raíz de la tramitación en el parlamento de dos proyectos de ley tan relevantes para la agricultura, como
colectivo queremos manifestar nuestra visión y postura ante la comunidad.
En primer lugar, entendemos que estos dos proyectos no son iniciativas independientes entre sí, sino que
constituyen un paquete, tal como las represas y la línea de transmisión en el sur del territorio. Por otro lado, es
evidente el lobby político llevado a cabo por las grandes empresas de agroquímicos y biotecnología para
presionar a los parlamentarios que ahora impulsan estos proyectos. Esas mismas empresas que alguna vez
fabricaron armas químicas para la guerra, hoy buscan solucionar el problema del hambre con químicos.
Tenemos la firme convicción de que la agricultura campesina e indígena, y el mundo rural en general, no tienen
ninguna obligación con el mundo de la ciencia y la academia. Muy por el contrario, es la ciencia la que está en
deuda con el campo, como fuente del conocimiento empírico de la naturaleza que nos da sustento. Es el mundo
rural el que se ha encargado de seleccionar y guardar la semilla más adaptada a nuestros climas y geografía, son
las mujeres campesinas e indígenas quienes han velado por la conservación de tan valioso patrimonio
fitogenético. Mientras los intercambios de semillas hacen rica y diversa nuestra agricultura, otorgándole
resiliencia ante catástrofes y externalidades, las patentes y monopolios no hacen más que destruirla.
Por otra parte, existen incontables estudios a nivel mundial que muestran los efectos perjudiciales de los
transgénicos en la salud humana y de la Tierra. Aun así, Monsanto y otras empresas secuaces se empeñan en
vendernos su principio de equivalencia sustancial. Este dicta que los organismos genéticamente modificados no
difieren del resto en características importantes, es decir, que en el fondo son lo mismo. Pero es precisamente en el
fondo donde estos organismos no son lo mismo, pues su creación implica invadir la célula unidad mínima de la
vida, hasta donde sabíamos e insertar genes de otros reinos, sin medir las posibles consecuencias de esa
interacción. Nos dicen que la población estadounidense lleva una década consumiendo transgénicos sin
problemas, pero no nos dicen que los posibles efectos de su consumo toman una o más generaciones en
manifestarse.
La vida vegetal no reconoce nuestros cercos y leyes, el polen se dispersa y fecunda flores sin importarle si son del
“obtentor” o del vecino. Es así como cualquier intento por patentar los frutos de la agricultura carece de total
sentido, así como también es absurdo pretender que la agricultura transgénica coexista con los demás tipos de
agricultura que, por lo demás, nacieron con anterioridad en la historia del ser humano. Por lo mismo, para
nosotros no basta con exigir un etiquetado de los productos transgénicos que se produzcan en la región, porque
todo etiquetado pierde su validez cuando ningún cultivo está a salvo del riesgo de contaminación genética.
Es por todo lo anterior que como Permacultura Campus Sur declaramos lo siguiente:
− Nos oponemos a cualquier iniciativa que busque privatizar la semilla y liberar la transgenia en nuestra
agricultura, por constituir un atentado contra la vida.
− Rechazamos todo intento por monopolizar la producción de alimentos en manos de corporaciones
transnacionales, que solo velan por sus intereses económicos y mercantilizan la vida.
− Defendemos el desarrollo de todas las formas de agricultura que promuevan una relación de respeto con
la Ñuke Mapu, porque pertenecemos a ella y no al revés.
NO PATENTEMOS LA VIDA
PERMACULTURA CAMPUS SUR