Está en la página 1de 1

Memorias de londonterry

EL SOL IGUAL SALE SOBRE LONDONTERRY

La apacible, gris y monótona vida en la ciudad continúa en Londonterry, pero,


también allí algo ha comenzado a suceder. Justo cuando de vez en cuando, sale el sol. Por
un rato, un día, no más. Y la lluvia es un fenómeno torrencial. El sol es una especie de vedette
en medio de las nubes que filtran su potente luz.
Aunque parezca extraño, éste fenómeno ha comenzado a inquietar a la policía.
Porque cada vez que esto ocurre, toda la plebe sale a la calle, los niños mezclados con
los adultos juegan a la pelota, remontan barriletes, guerrillean con palos y piedras, sacan a
pasear sus bulldogs y comen hotdogs, y también,
alguien muere en Londonterry.
Los enterradores están de parabienes, al menos una vez cada incierto tiempo tienen un
luto extra. Cuando la gente ya se había olvidado de los días de sol, éste salía.
Entonces, las autoridades de Londonterry comenzaron a elucubrar formas de erradicar este
fenómeno.
Se pensó en tratar de predecir por métodos meteorológicos, pero fue imposible; aquel
tenía una conducta totalmente espontánea e impredecible.
Buscaron detrás de las montañas, más allá del horizonte, en las Grutas de Mac Dotal, en
el desierto de al lado, en el bosque, allanaron las casas de los sediciosos, pero fue inútil. No
estaba escondido ni era propiedad de nadie.
Desplegaron un gigantesco operativo de seguridad. Las
calles nunca se habían visto tan transitadas por patrullas policiales.

Había francotiradores en los tejados y en los campanarios de las iglesias y de las capillas
del cementerio, de la cárcel y del cuartel de los bomberos.

Entonces, como siempre, el astro apareció. Y le tiraron con todo. Balas y más balas, de
escopeta, de pistola y de cañón, surcaron el cielo en su dirección, pero no lo alcanzaron. Los
aeroplanos con sus metralletas trataron de sorprenderlo, pero aquél, sonriendo los abrasó
inmediatamente.
Y en el ocaso, los niños soltaron la correa de sus bulldogs y dejaron de masticar sus
hotdogs para contemplar, antes de ocultarse, al monstruo invencible, que tanto admiraban.

Y una víctima más cayó bajo el peso y el filo de la guadaña de la muerte eficiente.

FIN

Abal García

También podría gustarte