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LA

MUERTE
El concepto de muerte, científicamente se define como el término de la
vida, es decir, la incapacidad del organismo de sostener la homeostasis. Según
la biología la muerte puede ocurrirle a un todo o a parte de un todo, por
ejemplo, a un organismo por completo o a una célula en particular. En el caso
del segundo ejemplo, en el organismo de un animal, se presentan
constantemente pequeñas muertes celulares, y éstas son posteriormente
reemplazadas por otras. También puede ocurrir que muera el organismo en su
totalidad pero que hayan ciertas partes que permanezcan con vida, por ejemplo
en la muerte del hombre hay casos en que los órganos son reutilizados en
trasplantes.

Los psicólogos establecen una distinción importante entre el miedo y la


angustia; el miedo tiene un objeto del que carece la angustia. Como la muerte
es un estado que sólo nos imaginamos bastante mal, nuestra reacción ante
ésta se aproxima más a la angustia que al miedo.

Las diferentes formas que reviste la angustia ante la muerte pueden, sin
embargo, parecerse al miedo, cuando se refieren a situaciones o a objetos
precisos.
El malestar que experimentamos ante un moribundo o un muerto, al igual
que en presencia de objetos fúnebres, proviene del hecho de que nos obligan a
tomar conciencia de nuestra propia condición de mortales. Como los ancianos
se hallan próximos a la muerte, nos alejamos de ellos. Peor aún, los ancianos
se sienten alienados porque creen que ser viejo implica ser un moribundo.
Es triste. Nos impide acercarnos a ellos y atender a los moribundos, tarea que
nos haría posible prepararnos para nuestra propia muerte. Descuidamos, pues,
nuestras propias necesidades y las de los demás en el mismo momento en que
resultan más acuciantes. Si es triste que deben morir los ancianos, aún lo es
más que se vean obligados a vivir en el aislamiento, separados de los seres
queridos y extraños a sí mismos.

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