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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

ESCUELA DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN INGENIERÍA GEOTÉCNICA
CURSO: GEOLOGÍA FÍSICA Y GEOMORFOLOGÍA
 
CAT: ING. CARLA GORDILLO DE MARCHENA
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

EL CICLO HIDROLÓGICO

LA ISOSTACIA
 
                                
 
 
 
 
 
 
 
 
OSCAR MANUEL MONTERROSO RAMÍREZ
FECHA: 20 DE FEBRERO DEL 2010

 
 
 
INDICE

I. INDICE 02

II. OBJETIVOS 03

III. INTRODUCCIÓN 04

IV. CICLO HIDROLÓGICO

A. DEFINICIÓN 06

B. DISTRIBUCIÓN DEL AGUA Y REPERCUSIÓN BIOCLIMÁTICA 10

C. CICLO HIDROLÓGICO 13

D. FASES DEL CICLO HIDROLÓGICO 13

V. ISOSTACIA

A. DEFINICIÓN 20

B. BALANCE ISOSTÁTICO (PRATT) 23

C. BALANCE ISOSTÁTICO (AIRY) 24

VI. CONCLUSIONES 25

VII. RECOMENDACIONES 26

VIII. BIBLIOGRAFÍA 27

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OBJETIVOS
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
GENERAL
 
 
 
Iniciar con la conceptualización de términos relacionados con la geología física

ESPECÍFICOS

El entendimiento del ciclo hidrológico y como influye en nuestro medio


ambiente.

Tener el concepto del término isostasia y como se integra a la geología de


nuestro planeta.
 

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INTRODUCCIÓN
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El presente trabajo consiste en una síntesis del tema relacionado con el ciclo
hidrológico del agua, el por qué del mismo, sus componentes y la definición de
éstos, así como los factores que pueden crear un desequilibrio de éste y afectar
nuestro medio.

Se tiene el tema de la isostasia, que definiciones se manejan o se han formulado


a lo largo de la historia y representaciones gráficas de la descripción de este
fenómeno.

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EL CICLO HIDROLÓGICO

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El ciclo del agua es único, aunque siempre renovado: evaporación,


precipitaciones, escorrentías o infiltraciones, salida al mar y reinicio del proceso.
Para su posterior utilización como recurso es preciso conocer no sólo el volumen
total de las aportaciones que se introducen en ese ciclo (precipitaciones) sino
la importancia relativa de cada fase (relaciones entre lluvias y evaporación,
entre los caudales subterráneos y los superficiales) y las características físico-
químicas del agua en cada momento del ciclo (estado sólido o líquido,
salinidad, etc.).

Se conoce como ciclo natural del agua el proceso que se inicia con el aporte
de las precipitaciones desde la atmósfera a la tierra y a partir del cual el agua
se evapora, transcurre sobre la superficie o se infiltra en mantos subterráneos.
El agua, elemento esencial para la configuración y la dinámica del medio físico
y de las formas de vida, es, si cabe, especialmente importante en las regiones
de la cuenca mediterránea, uno de cuyos rasgos definitorios es la relativa
escasez y, sobre todo, la enorme irregularidad de las aportaciones naturales de
agua. Ello se traduce en largos periodos de sequía que contrastan con
momentos de precipitación torrencial que vienen a actuar sobre un medio
escasamente protegido por la vegetación, provocando periódicos
desbordamientos e inundaciones.

El ciclo natural del agua depende fundamentalmente de la interrelación entre


una serie de factores: el volumen de las precipitaciones, así como su distribución
en el tiempo y en el espacio; el sustrato geológico y el tipo de materiales, su
permeabilidad y su resistencia; las características de los suelos, que influyen en
la capacidad de retención de agua y de desarrollo de la vegetación.

Lógicamente la variedad de situaciones que esto conlleva hace que los ciclos
del agua presenten diferencias notables no solo a escala continental sino
también entre las principales unidades físicas que componen la región. De
hecho el agua es uno de los agentes más decisivos en esta configuración física
en tanto que, por un lado, actúa como modelador del relieve mediante un
largo proceso de erosión motivada por la escorrentía superficial y, por otro,
determina, en íntima relación con los materiales que forman el suelo, la
productividad biológica de cada espacio, su fertilidad y el tipo de vegetación
que es capaz de soportar.

El ciclo natural del agua en la región se caracteriza por acusar un fuerte estiaje
de tres o más meses, durante los cuales la escasez de lluvias hace que los cursos
fluviales reduzcan notablemente sus caudales llegando incluso, en las vertientes
mediterráneas, a secarse. Otro rasgo notable es la elevada evapotranspiración
(en relación con otras regiones de la Península Ibérica y del continente
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europeo), ya que casi las tres cuartas partes del agua precipitada vuelven de
esta forma a la atmósfera, y consiguientemente disminuye la cantidad de agua
que realmente discurre por la superficie terrestre.

El ciclo del agua, único en su conjunto, está sin embargo lleno de matices y
circunstancias especiales en cada lugar de la región. A veces esos matices
cobran una importancia decisiva para la vida, para la vegetación, influyen
poderosamente en las formas de instalarse el hombre sobre el territorio, de
localizar los usos y las ciudades.

Esta forma especial del ciclo condiciona sobremanera la colonización humana:


el poblamiento se concentra en los pocos lugares donde agua y suelo permiten
el cultivo (así en la Sierra de Aracena) y se dispersa en el resto o incluso
aparecen auténticos desiertos humanos (la Sierra Morena de Jaén).
Modernamente, estas particulares circunstancias del ciclo del agua han sido
ampliamente aprovechadas para la instalación de embalses y la producción
de energía eléctrica: un papel de auténtico reservorio de agua transferida
hacia otras zonas de la región.

Matices diferentes y tan decisivos se pueden encontrar en el ciclo del agua


sobre los Sistemas Béticos. Aquí es tan importante (al menos cualitativamente) la
circulación superficial como la subterránea. Manantiales de los terrenos calizos,
acuíferos aluviales de vegas estrechas pero continuas que han facilitado
históricamente una cultura del riego inexistente en Sierra Morena y muy
importante en los sectores béticos orientales. Una particularidad adicional de
enorme trascendencia es el régimen pluvionival. El ciclo del agua se desarrolla
en forma de nieve durante varios meses: los aportes del deshielo permiten una
especie de regulación natural de los cauces que atempera y amplía el tiempo
disponible del agua a lo largo del año. El mapa del poblamiento y de los
cultivos casi siempre densos y lineales, siguiendo las márgenes de los ríos y los
acuíferos aluviales, puede dar idea de las decisivas consecuencias de esos
matices del ciclo del agua .

La mayor parte de estos conjuntos serranos avenan sus aguas hacia la


depresión del Guadalquivir, fertilizando esa llanura de gran valor agrológico
que ha acogido desde sus comienzos la parte principal del poblamiento
andaluz. La gran cantidad de lagunas y marismas litorales deja ver con claridad
la importancia del ciclo endorreico y de los procesos de colmatación actuales.
La salinidad de los cauces de la margen izquierda es otra importante
circunstancia a considerar en el valle. Esta salinidad proviene de su paso por
terrenos margosos con alto contenido de yesos e impide el uso del agua para
abastecimiento e incluso para riego.

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Las cuencas mediterráneas presentan unas características claramente
diferenciadas desde el punto de vista del funcionamiento del ciclo, debido
tanto a sus peculiares rasgos climáticos, como al hecho de que los ríos tengan
un recorrido muy corto y con una fuerte pendiente, por la proximidad entre el
sistema de sierras litorales y el mar.
El gradiente de la aridez, más intensa en las zonas orientales, unido a la
torrencialidad característica de las lluvias, dan como resultado que la mayor
parte de los cursos fluviales sean ramblas de carácter estacional, con un
elevado poder erosivo en los momentos de las crecidas, en las que
frecuentemente se desbordan los cauces y se inundan las zonas adyacentes.
En ello también incide la intensa deforestación de muchas sierras, lo que
disminuye la capacidad de retención del agua y favorece la erosión. El intenso
arrastre de materiales trae como consecuencia la formación de grandes
depósitos en las desembocaduras, auténticas llanuras litorales que modifican la
línea de costa y pueden llegar a producir fenómenos de endorreísmo al impedir
el contacto con el mar.

Otros factores importantes en el ciclo del agua son las características de los
materiales predominantes; así las calizas, favorecen los procesos de infiltración
del agua mediante la disolución del carbonato cálcico y la formación de
importantes acuíferos, auténticos ríos subterráneos sobre cuyo comportamiento
y dinámica aún se conoce poco. Este proceso, el de la formación de acuíferos,
es precisamente uno de los aspectos diferenciadores más notable de las
cuencas mediterráneas. Las reservas subterráneas suponen casi la mitad de los
recursos hídricos totales, en tanto que en las cuencas atlánticas son menos de
una cuarta parte. La importancia de los acuíferos es pues un elemento clave
para compensar la mayor escasez de precipitaciones y el carácter temporal de
las aguas superficiales. De hecho existe una relación inversa entre la mayor
aridez de las cuencas más orientales y la mayor significación que adquieren los
recursos subterráneos, que en Almería llegan a ser más importantes
cuantitativamente incluso que los recursos superficiales. En síntesis, el ciclo
natural del agua, como proceso en el que interactúan las condiciones
climáticas, la estructura fisiográfica y los suelos, aparece como un factor
esencial para la caracterización del territorio regional. Una primera
consecuencia es la delimitación de ámbitos en los que la dinámica hidrológica
determina los aspectos más decisivos de la dinámica ecológica, en función del
balance que se establece entre las precipitaciones, la capacidad de retención
de los suelos y la evapotranspiración. Desde este punto de vista se distinguen
lugares excedentarios, donde las precipitaciones superan a la
evapotranspiración, como Sierra Morena y las zonas de mayor pluviometría de
las Béticas (Cazorla-Segura, Sierra Nevada, Ronda-Grazalema), así como los
arenales costeros y las grandes vegas (Guadalquivir, Granada), de otros
espacios claramente deficitarios.

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En cualquier caso, el ciclo natural del agua no puede ser entendido sin
considerar su intervención por parte del hombre: regulación de las aguas
superficiales (embalses, captaciones, elevaciones) y explotación de las aguas
subterráneas. Así, el balance hidrológico final no es ya sólo un resultado de
procesos naturales, sino que han de considerarse las distintas formas de
apropiación y consumo de los recursos en diferentes fases. Pero no sólo el
consumo directo detrae importantes volúmenes de agua del ciclo natural,
también existen otros mecanismos indirectos a través de los cuales la acción
humana modifica los procesos naturales: la deforestación y la erosión son
aspectos que influyen en una menor capacidad de retención del agua y
alteran los procesos de circulación; la contaminación modifica la composición
físico-química del agua, lo que no sólo afecta a los procesos biológicos sino que
llega a comprometer la propia reutilización del recurso, etc.

En suma, el agua es un recurso esencial para la vida con un valor estratégico


desde el punto de vista económico. Su ciclo natural aporta a la región
potencialidades y limitaciones de partida, y su disponibilidad es un requisito
indispensable para el desarrollo de las actividades sociales y económicas.

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Distribución del Agua y Repercusión Bioclimática.

A su vez las características climáticas de nuestro planeta, están determinadas,


fundamentalmente, como hemos esbozado, por la interacción de la atmósfera
y los océanos, que calentados por el sol, actúan como un inmenso motor
térmico. En ello influye la incidencia de la radiación solar, que varía con la hora
y la estación del año y la latitud terrestre, además de la disposición de los
océanos y los continentes, junto con la altura y morfología de las tierras.

El calor solar es mayor en la superficie terrestre que en las capas altas de la


atmósfera, lo que produce corrientes ascendentes de convención, localizadas
mas en la zona del ecuador que en los polos, impulsando inmensos sistemas de
circulación global. En la zona polar la atmósfera es más fría y forma una capa
densa y relativamente pegada a la superficie, donde las presiones a los 5.000
m. son más bajas que en la zona tropical, estas depresiones polares succionan
aire tropical. Que es desviado por la rotación terrestre en dirección 0., alrededor
de la tierra en las latitudes medias, formando grandes corrientes que llegan
hasta zonas alejadas al N. y al S. y son responsables de la humedad y los
cambios climáticos que caracterizan las zonas templadas de ambos
hemisferios.

Estas corrientes atmosféricas principales, se complementan y modifican con


otras para producir intercambios térmicos entre los océanos y los continentes,
viéndose a su vez afectado el conjunto por las características geográficas,
dando lugar a una serie de cinturones climáticos latitudinales, junto con otra
variedad de climas locales y microclimas, con unas variaciones típicas a lo largo
del año y una periodicidad anual con ligeras oscilaciones en tomo de unas
medias, de las que a base de datos estadísticos se disponen mapas de las
distintas épocas del año.

De estas características climáticas las precipitaciones atmosféricas junto con las


temperaturas, son los elementos fundamentales de los que dependen la vida
animal y vegetal y, en gran medida, la economía general de las distintas zonas.
Siendo las precipitaciones de tal importancia que muchos autores utilizan solo
este elemento en su apreciación del clima, definiendo como desértico el de
menos de 120 mm. de precipitación anual, árido entre 120 y 250 mm. Semiárido
entre 250 y 500 mm., moderadamente húmedo entre 500 y 1.000 mm., húmedo
entre 1.000 y 2.000 mm. y muy húmedo por encima de los 2.000 mm.

La distribución media de las precipitaciones por la situación latitudinal en la


superficie del globo, es sensiblemente la siguiente: Pluviosidad muy fuerte en la
zona ecuatorial entre 0 y 20º de latitud, entre 1.500 y 3.000 mm. con reparto en
una estación seca y una estación húmeda.

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Pluviosidad casi nula entre los 20º y 30º en las zonas desérticas.
Pluviosidad entre 400 y 800 mm. entre 30º y 40º.
Pluviosidad entre 800 y 1,500 mm. entre 40º y 70º.
Pluviosidad débil en latitudes por encima de los 70º.

Existiendo a su vez dentro de ello, como hemos indicado anteriormente, otras


distribuciones climáticas, dependiendo de la ubicación y características
geográficas.
La variación temporal de las precipitaciones junto con las de las temperaturas,
a lo largo del año da, por un lado, las disponibilidades naturales de agua para
las plantas y, por otro, las cantidades precisas para el ciclo vital de las distintas
especies para un terrenos determinado que junto con las temperaturas da lugar
a la evolución de los distintos ecosistemas.

Esto da lugar a una serie de clasificaciones de tipos de regiones húmedas a


áridas, como con el índice de Martonne (Pa/T+ 10) definido como un cociente
en el que figura la pluviometría en el dividendo y la temperatura en el divisor, o
los de Dantin y Revenga en sentido inverso (100T/P), o por los diagramas
Ombométricos de Gaussen, en los que se dibujan las curvas de temperaturas
medias mensuales en Cº a lo largo del año, superpuestas con las de la
pluviometría en milímetros, con una escala normalmente P=2T, definiendo como
períodos secos aquellos en que la curva de precipitaciones está por debajo de
las de temperaturas, a los métodos más completos de las fichas climáticas de
Thornthwaite, en el que se mide la diferencia entre la evapotranspiración
potencial de una superficie cubierta de vegetación y la evaporación real, es
decir, la diferencia entre el agua que se evaporaría en conjunto de las plantas
terreno, teniendo el agua necesaria para la temperatura existente y la que
realmente se evapora de la precipitación caída, habida cuenta la reserva de
agua que queda en el terreno, definiéndose como árido, cuando se supera los
25 mm. que corresponde al punto de marchitez de las plantas.

Las evaporaciones reales varían según las disponibilidades de agua y tiene


como limite la evaporación potencial, depende, además, de la temperatura,
de los vientos y el grado de humedad del aire y la presión barométrica, se
diferencia la evaporación directa del agua y la del agua del suelo. En los climas
templados la evaporación supone un cuarto a la mitad de las precipitaciones,
en los áridos es superada y puede llegarse a cifras superiores a los 2.200 mm. de
evaporación anual.

La transpiración es la evaporación que producen los vegetales a la atmósfera


del agua absorbida para su ciclo vital, quedando en ella inmovilizada el agua
de asimilación.
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La tasa de transpiración es la relación entre el peso del agua absorbido en


total, contando la evaporación durante un período de vegetación y la materia
seca producida. Las cantidades de agua transpiradas pueden llegar a 200 I/día
en algunos árboles como el tilo, con independencia de la superficie que
ocupan y la lluvia que pueda caer y las tasas de transpiración varían entre
cifras como de 270 para el sorbo, 500 para el trigo y 1.000 para la alfalfa.

La evapotranspiración es la suma de pérdidas por evaporación y transpiración


en unos terrenos con vegetación, siendo la cifra más significativa de las
necesidades de agua, depende de la zona y en Europa se estiman las
siguientes cifras anuales: bosques de abetos de 180 a 365 mm. llegando a 1.000
mm. para las hayas y superiores para los eucaliptos que se le suele utilizar para
desecar zonas pantanosas, el trigo de 800 a 1.000 mm., la avena 1.000 a 1.700
mm., praderas 750 a 1.500 mm.

Como diferencias de ensayos en Holanda entre la evaporación del agua, de la


tierra saturada y la tierra saturada con coberturas de césped, se tiene 590, 440 y
770MM., respectivamente. Como ejemplo se acompañan figuras de mapas de
la climatología en la tierra (2. l), en España (2.2), y clasificación ecológica de los
medios ambientales (2.3).

Además ha de tenerse en cuenta el papel fundamental del agua, tanto en su


disponibilidad a lo largo del tiempo para el mantenimiento de los distintos
ecosistemas, como transmisor biológico a través de las superficies de
escorrentía y cursos fluviales, funcionando por un lado de manera similar al
sistema circulatorio humano, como aportador de nutrientes a las distintas zonas
y por otro como sistema excretor de eliminación de restos nocivos.

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Ciclo Hidrológico

El agua no permanece estacionaria sobre la Tierra sino que se establece una


circulación del agua entre los océanos, la atmósfera y la litosfera-biosfera de
forma permanente. Es lo que se conoce como ciclo hidrológico.

El ciclo hidrológico se podría definir como el “proceso que describe la


ubicación y el movimiento del agua en nuestro planeta". Es un proceso
continuo en el que una partícula de agua evaporada del océano vuelve al
océano después de pasar por las etapas de precipitación, escorrentía
superficial y/o escorrentía subterránea.

El concepto de ciclo se basa en el permanente movimiento o transferencia de


las masas de agua, tanto de un punto del planeta a otro, como entre sus
diferentes estados (líquido, gaseoso y sólido). Este flujo de agua se produce por
dos causas principales: la energía Solar y la gravedad.

Fases del Ciclo Hidrológico

Evaporación:

El ciclo se inicia sobre todo en las grandes superficies líquidas (lagos, mares y
océanos) donde la radiación solar favorece que continuamente se forme
vapor de agua. El vapor de agua, menos denso que el aire, asciende a capas
más altas de la atmósfera, donde se enfría y se condensa formando nubes.

Precipitación:

Cuando por condensación las partículas de agua que forman las nubes
alcanzan un tamaño superior a 0,1 mm comienza a formarse gotas, gotas que
caen por gravedad dando lugar a las precipitaciones (en forma de lluvia,
granizo o nieve).

Retención:

Pero no toda el agua que precipita llega a alcanzar la superficie del terreno.
Una parte del agua de precipitación vuelve a evaporarse en su caída y otra
parte es retenida (“agua de intercepción”) por la vegetación, edificios,
carreteras, etc., y luego se evapora.

Del agua que alcanza la superficie del terreno, una parte queda retenida en
charcas, lagos y embalses (“almacenamiento superficial”) volviendo una gran
parte de nuevo a la atmósfera en forma de vapor.
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Escorrentía superficial:

Otra parte circula sobre la superficie y se concentra en pequeños cursos de


agua, que luego se reúnen en arroyos y más tarde desembocan en los ríos
(“escorrentía superficial”). Esta agua que circula superficialmente irá a parar a
lagos o al mar, donde una parte se evaporará y otra se infiltrará en el terreno.

Infiltración:

Pero también una parte de la precipitación llega a penetrar la superficie del


terreno (“infiltración”) a través de los poros y fisuras del suelo o las rocas,
rellenando de agua el medio poroso.

Evapotranspiración:

En casi todas las formaciones geológicas existe una parte superficial cuyos
poros no están saturados en agua, que se denomina “zona no saturada”, y una
parte inferior saturada en agua, y denominada “zona saturada”. Una buena
parte del agua infiltrada nunca llega a la zona saturada sino que es
interceptada en la zona no saturada. En la zona no saturada una parte de esta
agua se evapora y vuelve a la atmósfera en forma de vapor, y otra parte,
mucho más importante cuantitativamente, se consume en la “transpiración” de
las plantas. Los fenómenos de evaporación y transpiración en la zona no
saturada son difíciles de separar, y es por ello por lo que se utiliza el término
“evapotranspiración” para englobar ambos términos.

Escorrentía subterránea:

El agua que desciende, por gravedad-percolación y alcanza la zona saturada


constituye la “recarga de agua subterránea.

El agua subterránea puede volver a la atmósfera por evapotranspiración


cuando el nivel saturado queda próximo a la superficie del terreno. Otras veces,
se produce la descarga de las aguas subterráneas, la cual pasará a engrosar el
caudal de los ríos, rezumando directamente en el cauce o a través de
manantiales, o descarga directamente en el mar, u otras grandes superficies de
agua, cerrándose así el ciclo hidrológico.

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El ciclo hidrológico es un proceso continuo pero irregular en el espacio y en el
tiempo. Una gota de lluvia puede recorrer todo el ciclo o una parte de él.
Cualquier acción del hombre en una parte del ciclo, alterará el ciclo entero
para una determinada región. El hombre actúa introduciendo cambios
importantes en el ciclo hidrológico de algunas regiones de manera progresiva
al desecar zonas pantanosas, modificar el régimen de los ríos, construir
embalses, etc.

El ciclo hidrológico no sólo transfiere vapor de agua desde la superficie de la


Tierra a la atmósfera sino que colabora a mantener la superficie de la Tierra más
fría y la atmósfera más caliente. Además juega un papel de vital importancia:
permite dulcificar las temperaturas y precipitaciones de diferentes zonas del
planeta, intercambiando calor y humedad entre puntos en ocasiones muy
alejados.

Las tasas de renovación del agua, o tiempo de residencia medio, en cada una
de las fases del ciclo hidrológico no son iguales. Por ejemplo, el agua de los
océanos se renueva lentamente, una vez cada 3.000 años, en cambio el vapor
atmosférico lo hace rápidamente, cada 10 días aproximadamente.

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Ciclo Hidrológico

Se pudiera admitir que la cantidad total de agua que existe en la Tierra, en sus
tres fases: sólida, líquida y gaseosa, se ha mantenido constante desde la
aparición de la Humanidad. El agua de la Tierra - que constituye la hidrósfera -
se distribuye en tres reservorios principales: los océanos, los continentes y la
atmósfera, entre los cuales existe una circulación continúa - el ciclo del agua o
ciclo hidrológico. El movimiento del agua en el ciclo hidrológico es mantenido
por la energía radiante del sol y por la fuerza de la gravedad.

El ciclo hidrológico se define como la secuencia de fenómenos por medio de


los cuales el agua pasa de la superficie terrestre, en la fase de vapor, a la
atmósfera y regresa en sus fases líquida y sólida. La transferencia de agua
desde la superficie de la Tierra hacia la atmósfera, en forma de vapor de agua,
se debe a la evaporación directa, a la transpiración por las plantas y animales y
por sublimación (paso directo del agua sólida a vapor de agua).

La cantidad de agua movida, dentro del ciclo hidrológico, por el fenómeno de


sublimación es insignificante en relación a las cantidades movidas por
evaporación y por transpiración, cuyo proceso conjunto se denomina
evapotranspiración.

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El vapor de agua es transportado por la circulación atmosférica y se condensa
luego de haber recorrido distancias que pueden sobrepasar 1,000 km. El agua
condensada da lugar a la formación de nieblas y nubes y, posteriormente, a
precipitación.

La precipitación puede ocurrir en la fase líquida (lluvia) o en la fase sólida (nieve


o granizo). El agua precipitada en la fase sólida se presenta con una estructura
cristalina, en el caso de la nieve, y con estructura granular, regular en capas, en
el caso del granizo.

La precipitación incluye también incluye el agua que pasa de la atmósfera a la


superficie terrestre por condensación del vapor de agua (rocío) o por
congelación del vapor (helada) y por intercepción de las gotas de agua de las
nieblas (nubes que tocan el suelo o el mar).

El agua que precipita en tierra puede tener varios destinos. Una parte es
devuelta directamente a la atmósfera por evaporación; otra parte escurre por
la superficie del terreno, escorrentía superficial, que se concentra en surcos y va
a originar las líneas de agua. El agua restante se infiltra, esto es penetra en el
interior del suelo; esta agua infiltrada puede volver a la atmósfera por
evapotranspiración o profundizarse hasta alcanzar las capas freáticas.

Tanto el escurrimiento superficial como el subterráneo van a alimentar los cursos


de agua que desaguan en lagos y en océanos.

La escorrentía superficial se presenta siempre que hay precipitación y termina


poco después de haber terminado la precipitación. Por otro lado, el
escurrimiento subterráneo, especialmente cuando se da a través de medios
porosos, ocurre con gran lentitud y sigue alimentando los cursos de agua
mucho después de haber terminado la precipitación que le dio origen.

Así, los cursos de agua alimentados por capas freáticas presentan unos
caudales más regulares.

Como se dijo arriba, los procesos del ciclo hidrológico recurren en la atmósfera
y en la superficie terrestre por lo que se puede admitir dividir el ciclo del agua
en dos ramas: aérea y terrestre.

El agua que precipita sobre los suelos va a repartirse, a su vez, en tres grupos:
una que es devuelta a la atmósfera por evapotranspiración y dos que
producen escurrimiento superficial y subterráneo. Esta división está
condicionada por varios factores, unos de orden climático y otros dependientes
de las características físicas del lugar donde ocurre la precipitación.

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Así, la precipitación, al encontrar una zona impermeable, origina escurrimiento
superficial y la evaporación directa del agua que se acumula y queda en la
superficie. Si ocurre en un suelo permeable, poco espeso y localizado sobre una
formación geológica impermeable, se produce entonces escurrimiento
superficial, evaporación del agua que permanece en la superficie y aún
evapotranspiración del agua que fue retenida por la cubierta vegetal. En
ambos casos, no hay escurrimiento subterráneo; este ocurre en el caso de una
formación geológica subyacente permeable y espesa.

La energía solar es la fuente de energía térmica necesaria para el paso del


agua desde las fases líquida y sólida a la fase de vapor, y también es el origen
de las circulaciones atmosféricas que transportan el vapor de agua y mueven
las nubes.

La fuerza de gravedad da lugar a la precipitación y al escurrimiento. El ciclo


hidrológico es un agente modelador de la corteza terrestre debido a la erosión
y al transporte y deposición de sedimentos por vía hidráulica. Condiciona la
cobertura vegetal y, de una forma más general, la vida en la Tierra.

El ciclo hidrológico puede ser visto, en una escala planetaria, como un


gigantesco sistema de destilación, extendido por todo el Planeta. El
calentamiento de las regiones tropicales debido a la radiación solar provoca la
evaporación continúa del agua de los océanos, la cual es transportada bajo
forma de vapor de agua por la circulación general de la atmósfera, a otras
regiones. Durante la transferencia, parte del vapor de agua se condensa
debido al enfriamiento y forma nubes que originan la precipitación. El regreso a
las regiones de origen resulta de la acción combinada del escurrimiento
proveniente de los ríos y de las corrientes marinas.

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LA ISOSTACIA

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Las anomalías de Bouguer son casi siempre negativas en zonas montañosas y


altiplanicies y positivas sobre los mares profundos. Además, la magnitud de la
anomalía de Bouguer depende de la altitud del continente o de la profundidad
de las aguas. Tales observaciones sugieren que las correcciones de Bouguer son
excesivamente grandes. El exceso de materiales entre la superficie y el geoide
en los continentes y el defecto de material que implica la presencia de agua en
vez de rocas en los mares, no tienen efectos gravitacionales tan grandes como
los deducidos a partir de sus masas y dimensiones.

Pierre Bouguer, alrededor de 1750, observó por vez primera que la atracción
gravitacional de las montañas era más pequeña de lo que cabría esperar. Los
resultados de Bouguer fueron confirmados por Sir George Everest en
observaciones realizadas en la India unos 100 años más tarde. La discrepancia
existente entre la atracción gravitacional esperada y la realmente observada
fue puesta de manifiesto en Inglaterra, por el Arcediano Pratt y propuso la
siguiente explicación.

Las montañas no son simplemente masas yacentes sobre la superficie de la


Tierra, sino que se originaron a causa de las temperaturas anormalmente
elevadas del interior de la Tierra, que determinaron la dilatación de los
materiales y por consiguiente una disminución de su densidad. La prominencia
de las montañas es consecuencia de la expansión sin implicar la presencia de
nuevas masas materiales. La masa material por unidad de área entre la
superficie y un determinado nivel, llamado profundidad de compensación, es la
misma en todas partes.

La teoría de Pratt fue criticada por Sir G.B. Airy, quien propuso otro tipo de
explicación. Según él, la corteza terrestre flota sobre un sustrato poco resistente,
pero no necesariamente líquido, de gran densidad. En lugares montañosos,
donde la superficie alcanza gran altura, la corteza ligera es anormalmente
gruesa enraizándose profundamente en el sustrato, de la misma manera como
un iceberg tiene gran parte de su masa sumergida en el agua. La hipótesis de
Airy no conduce a una única profundidad de compensación como en el caso
de la explicación de Pratt, sin embargo, la masa por unidad de área entre la
superficie y la máxima profundidad de enraizamiento de la corteza, es en todas
partes la misma. Debido a que supone un mayor espesor de la corteza bajo las
montañas, el esquema de compensaciones de Airy, en ocasiones recibe el
nombre de hiótesis de las raíces de las montañas. La idea de que las montañas
no son excesos de carga situadas sobre la superficie, sino que su masa visible es
compensada por un defecto de masa en profundidad, recibe el nombre de
teoría de la isostasia, y la compensación del exceso de masa en superficie por
una reducción de masa en profundidad es llamada compensación isostática.
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No es necesario que los materiales por debajo de la profundidad de
compensación sean rígidos. Estos materiales forman la astenosfera, concepto
originado a partir de la teoría de la isostacia muchos años antes de que se
propusiese el desplazamiento de los fondos marinos.

En la figura 1 se esquematizan las hipótesis de Pratt y Airy ; para simplificar la


corteza se representa mediante un número de prismas independientes flotando
sobre un líquido más denso.

El cálculo cuantitativo de la compensación isostática, se realiza fácilmente a


partir de la condición de que la masa, por encima de un nivel determinado, es
constante por unidad de superficie. En la fig. 2 se indican los cálculos para el
esquema de Pratt y en la fig. 3 para el Airy. Nótese que en este último caso, el
grosor de la corteza a nivel del mar no interviene en las ecuaciones que
expresan las condiciones de compensación. Ambos esquemas proporcionan un
método para calcular la distribución de masas en el interior de la Tierra, a partir
de las elevaciones en superficie. Por consiguiente, la teoría gravitacional nos
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capacita para calcular las atracciones debidas a las masas compensadas y a
hacer una posterior corrección del valor observado de la gravedad,
conduciendo a una anomalía isostática.

Ambos esquemas de compensación isostática contienen un parámetro que


debe ser calculado con exactitud, a fin de que las anomalías sean mínimas. En
el esquema de Pratt, es la profundidad de compensación; en el de Airy es el
espesor de la corteza a nivel del mar (Aunque esta última cantidad no aparece
en la expresión del espesor de las raíces montañosas, la atracción gravitacional
de las masas compensadas depende de él). Estos parámetros son ajustados,
hasta que las anomalías isostáticas resultantes se hacen mínimas para un área
de dimensiones continentales tales como Europa o los Estados Unidos. Debido a
que se dispone de un parámetro ajustable, tanto la anomalía de Pratt como la
de Airy son normalmente algo menores que las anomalías al aire libre. Sin
embargo, los datos gravimétricos son de poca ayuda a la hora de escoger
entre los dos esquemas de compensación, ya que ambos son
aproximadamente de igual eficacia para la reducción del valor de las
anomalías.

Espesores de la corteza a nivel del mar de unos 50 km, conducen, sobre el


esquema de Airy a anomalías mínimas. Ésta es, con notable exactitud, la
profundidad de la discontinuidad de Moho en regiones continentales. El
esquema de Pratt, conduce a anomalías mínimas si la profundidad de
compensación es algo mayor de 100 km, lo que la sitúa en el límite superior de
la zona de baja velocidad en regiones continentales. En la discontinuidad de
Moho, se produce un importante cambio de densidad y una compensación
isostática del tipo Airy resultará de los cambios en el espesor de la corteza
definida según los datos sísmicos. Este hecho gobierna la diferencia en
estructura bajo los continentes y océanos. Por otra parte, la profundidad de
compensación de Pratt corresponde más exactamente con la profundidad de
la astenosfera, si esta última coincide con la zona de baja velocidad. Una
combinación de los esquemas de Pratt y Airy, puede estar más cerca de la
verdad que cualquiera de los dos por sí mismo. Puede ser necesaria la
existencia de flujos en la astenosfera para explicar aquellas anomalías que no
desaparecen por cambios en el espesor de la corteza. El proceso de
compensación es indudablemente complicado, y no existe ninguna razón para
suponer que en todas partes se produzca de la misma manera.

La teoría de la isostasia ofrece una fácil explicación a la profunda erosión que


afectó a los antiguos sistemas montañosos. La erosión quita materiales situados
por encima del nivel del geoide; consecuentemente, las montañas quedan
sobre compensadas. La masa compensada es más ligera que la circundante,
por consiguiente tiende a "flotar", elevándose. El movimiento vertical total
puede ser muchas veces superior a la altura de las montañas. La disposición
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que normalmente presentan los núcleos profundamente erosionados de
antiguas montañas, es consecuencia de este proceso de elevación isostática.

CÁLCULO DEL BALANCE ISOSTÁTICO SOBRE EL MODELO DE PRATT

Para la compensación isostática,

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CÁLCULO DEL BALANCE ISOSTÁTICO SOBRE EL MODELO DE AIRY

Para la compensación isostática,

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CONCLUSIONES
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En relación al ciclo hidrológico se tiene que llegar a la idea de no alterar el
equilibrio entre hombre-medio ambiente, para así no influir solamente en este
ciclo sino en otros factores que al alterarse alguno crean un efecto negativo en
ambas partes.

Con respecto al tema de la isostasia, existen teorías a lo largo de la historia para


definir la misma que en síntesis es el equilibrio de fuerzas entre la corteza
terrestre y el manto, lo cual evita que la corteza se hunda en dicho manto.

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RECOMENDACIONES
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tratar de no dañar o seguir alterando nuestro ciclo hidrológico al arrojar
desechos sólidos, líquidos (químicos) en ríos, lagos y mares. Así como tratar de
evitar lo que es la lluvia ácida.

Con respecto al tema de la isostasia nos da fundamentos para un mejor estudio


de los rasgos mayores de la corteza, como son los continentes, las cuencas
oceánicas y por consiguiente comprender la respuesta de la corteza de la
erosión y sedimentación.

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BIBLIOGRAFÍA

REFERENCIAS ELECTRÓNICAS

 
 
http://www.jmarcano.com/nociones/ciclo1.html

http://www.explora.cl/otros/agua/ciclo2.html

http://www.tiacael.igeofu.unam.mx

http://www.slideshare.net/quest141ees/isostacia-presentation

http://www.Ingeniería.unam.mx/posgradoingcivil/DocsGeotecnia/propegeo20
05V1.pdf

http://www.xuletas.es/ficha/tema-15-geología/

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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