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Res Menes de Literatura
Res Menes de Literatura
La prosa está caracterizada por una intención didáctica, ya que la narrativa prácticamente se
vio reducida a dos obras importantes: La Vida (Diego Torres de Villarroel) y Fray Gerundio de
Campazas (Padre Isla). El género que más triunfó fue el ensayo. Los autores más importantes
de prosa fueron: Feijoo, Jovellanos y Cadalso. Feijoo escribió obras críticas que denunciaban
loa defectos de la sociedad, como: El Teatro crítico universal, Cartas Eruditas… Jovellanos
escribió cartas sentimentales, teatro y algunos estudios: Informe sobre la ley Agraria. Cadalso
por su parte escribió, además de lírica y teatro, obras prosaicas como: Eruditos a la violeta ,
Noches Lúgubres y Cartas Marruecas (novela epistolar en la que hace una fuerte crítica a la
sociedad española mediante las perspectivas de distintos personajes).
El teatro, junto con el ensayo fue el género más importante de este periodo puesto que era
el género preferido del pueblo y donde más fácilmente se les podía educar. Convivieron dos
principales corrientes:
El Teatro Neoclásico, que tiene las siguientes características: 1se vuelve a ajustar a la
regla “de las 3 unidades” (unidad espacial, temporal y de acción), que Lope de Vega
había roto en el Barroco, 2desaparece la temática fantástica y se dejan de 3mezclar
tragedia y comedia, mientras que se buscan situaciones verosímiles. Por todo ello,
decimos que el 4neoclásico es un teatro sobrio, con fines puramente didácticos. Dentro
de esta corriente destacó Leandro Fernández de Moratín, que escribió obras como El sí
de las niñas (crítica hacia los matrimonios de conveniencia) y La comedia nueva o el
café (burla hacia los autores que ignoran las reglas aristotélicas).
El Teatro popular.Al contrario que el neoclásico, estaba escrito con el único fin de
entretener, y no de educar. Entre el público triunfan las comedias de enredo, de
magia, de santos... Para la aristocracia, se montaron zarzuelas y óperas, de gusto
italiano. Finalmente, también los sainetes, escritos en verso, gozaron del apoyo
popular. El autor más importante de sainetes fue Ramón de la Cruz, cuya obra más
destacada es Manolo.
Romanticismo
El Romanticismo es un movimiento que rompe con los esquemas establecidos en
el Neoclasicismo, defendiendo la fantasía, la imaginación y la pasión, frente al racionalismo
anterior. Se inició en Alemania con el Sturm und Drang y pronto se extendió por toda Europa;
sin embargo, su llegada a España fue tardía y breve.
En la prosa destaca la novela, con dos subgéneros:
La novela social (o de folletín), toma como modelo al francés Eugenio Sue, plantea
problemas sociales con un tono melodramático, y es publicada a través de periódicos.
Dos de los autores más destacados son: José de Espronceda, con obras como El
estudiante de Salamanca o la inacabada El diablo mundo, y Gustavo Adolfo Bécquer,
autor de un Romanticismo más tardío, que escribió Leyendas y Rimas, 79 poemas
breves.
El teatro del Romanticismo comienza a triunfar con el estreno de D. Álvaro o la Fuerza del
sino, del Duque de Rivas, en 1835. Otro autor importante fue Zorrilla, que escribió Don Juan
Tenorio. Es un teatro sin normas, con libertad en muchos aspectos:
Temática: temas legendarios, aventureros, histórico-nacionales… con el amor y la
libertad como estandarte. No aspiran a aleccionar, como los neoclásicos, sino
a conmover.
Personajes: El número de personajes aumenta. El héroe masculino suele ser
misterioso y valiente. La heroína es inocente y fiel. Ambos están marcados por un
destino fatal.
Estructura: La regla de las tres unidades desaparece. Se mezclan prosa y verso, así
como tragedia y comedia.
Escenarios: Cementerios, ruinas, etc. La naturaleza se muestra acorde con los
sentimientos y estados de ánimo de los personajes.
Realismo y naturalismo
El Realismo es un movimiento contrario al Romanticismo: los realistas pretenden testimoniar
documentalmente la sociedad de la época y los ambientes más cercanos al escritor, en
oposición a la estética del Romanticismo. Llega a España con retraso, por lo que convive varios
años con el Romanticismo. Se termina de asentar gracias a la revolución de La Gloriosa, en
1868, y la primera obra puramente realista fue La Fontana de Oro (1870) de Benito Pérez
Galdós. Otro movimiento paralelo fue el Naturalismo, que va un paso más allá que el
Realismo, y presenta al ser humano sin libertad, determinado por la herencia genética y el
medio en que vive. Comienza con la novela La desheredada, escrita también por Benito Pérez
Galdós.
Los realistas consideran la novela como el género más adecuado para reflejar la sociedad de
manera objetiva. La componen de tal forma que sea verosímil (mediante una descripción y
observación precisa de la realidad), prestando atención al detalle. Los temas y personajes
están extraídos de la realidad, y son generalmente burgueses; el registro utilizado se ajusta a
su clase social. Finalmente, al igual que en neoclasicismo, la novela tiene una intención moral.
El autor más representativo de la época fue Benito Pérez Galdós (1843 – 1920), un canario que
pasó la mayor parte de su vida en Madrid, donde se dedicó a la literatura, a la política y al
periodismo. Escribió artículos de costumbres y teatro, sin embargo, mayor importancia
tuvieron sus 80 novelas, de las cuales podemos distinguir tres etapas: novelas de tesis sobre
temas políticos y sociales, novelas contemporáneas, de carácter costumbrista, en las que
refleja el Madrid de la época, y novelas de temas espirituales y morales. Además escribe 46
novelas históricas llamadas “Episodios Nacionales”, como Trafalgar.
Otro gran autor fue Leopoldo Alas “Clarín” (1852 – 1901) natural de Zamora pero que se
consideraba asturiano. Fue un novelista crítico, y sus principales obras fueron Adiós Cordera, y
La Regenta.
Emilia Pardo Bazán (1851 – 1921) fue una autora gallega de técnica naturalista. Dedica sus
novelas al proletariado urbano, al pueblo, al mundo rural y a la ciudad. Sus novelas más
emblemáticas son Los pazos de Ulloa y La tribuna.
Modernismo
El Modernismo surgió a finales del s. XIX en Hispanoamérica, con influencias del
parnasianismo y simbolismo franceses, y más tarde se expandió por Europa. Su principal
representante fue el nicaragüense Rubén Darío. Se creó con la intención de renovar la
situación social y política, así como las tendencias artísticas del momento, es decir, Realismo y
Naturalismo. En un principio el término “modernista” tuvo carácter despectivo ya que era
utilizado por aquellos que se oponían a las novedades, pero con el tiempo pasó a designar, sin
ninguna connotación negativa, a los cultivadores de esta nueva tendencia. Sus principales
características son:
- La huida de lo cotidiano y la búsqueda de la belleza formal.
- Lenguaje y estilo propios: Se utilizaban muchas metáforas e imágenes y se simplifica la
sintaxis.
- Sentimientos de bohemia, rebeldía y desprecio hacia la burguesía, a pesar de que
algunas obras tienen un aire aristocrático (como las sonatas)
- Prestaban especial atención a lo raro, lo singular y lo especial.
- La manifestación de esta corriente es principalmente poética, aunque se cultivan
también prosa y teatro.
Rubén Darío (Nicaragua, 1867 – 1916) se caracteriza por la utilización de un lenguaje poético
que busca la belleza estética. Publicó numerosas obras como Azul que marcó el comienzo de la
nueva escuela poética o Cantos de Vida y Esperanza, su obra más reconocida y valorada.
Ramón del Valle-Inclán (1866 – 1936) se centró en el drama y en la novela. En cuanto a sus
novelas, destacan: Sonatas (de Primavera, Estío, Otoño y de Invierno), y Tirano Banderas.
Además escribió obras teatrales como Luces de bohemia, en que utiliza la técnica del
esperpento.
Generación del 98
El término Generación del 98 apareció por primera vez en 1913 en un estudio publicado por
Azorín. Fue un grupo de autores que, tras el desastre del 98, año en que se perdieron las
últimas colonias americanas, y que trajo consigo una situación de crisis en todos los ámbitos de
la sociedad española, surgieron defendiendo la necesidad de cambio y regeneración del país.
Algunos de ellos fueron: Baroja, Maeztu y Azorín, que formaban el “grupo de los tres”, núcleo
de la generación, y otros autores como Unamuno, Ganivet o los hermanos Machado.
Los géneros preferidos fueron el ensayo y la novela. En cuanto al estilo, tuvieron un deseo de
renovación estética, por lo que utilizaron palabras castizas y en desuso, tonos subjetivos, etc.
Finalmente, los temas giraron en torno al amor y dolor por la patria. Para ello, describen sus
pueblos, paisajes y cultura, profundizando en su “intrahistoria”. Además, tratan también
problemas existenciales como el sentido de la vida, la muerte, etc.
Azorín fue novelista y ensayista, sin embargo tuvo mayor repercusión como crítico literario.
Escribió ensayos como La ruta de Don Quijote o Los pueblos, novelas como La Voluntad o Don
Juan e incluso como dramaturgo escribió Old Spain y Brandy, Mucho Brandy.
Pío Baroja escribe novelas independientes como: Camino de perfección, y trilogías como:
Zalacaín el aventurero y El árbol de la ciencia.
Miguel de Unamuno centra su obra en temas filosóficos como la búsqueda de la verdad del
ser humano. Escribe ensayos (Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo),
novelas con una estructura propia llamada nivola (como Niebla), poesías (El Cristo de
Velázquez) y algunas obras teatrales.
Por último, Antonio Machado fue el poeta más representativo de la generación. Su obra se
divide en tres etapas: Etapa modernista (Soledades y Soledades, galerías y otros poemas),
Castilla (Campos de Castilla) y poesía final (Nuevas canciones y La Guerra).
Generación del 14, novecentismo y vanguardias
La Generación del 14 o novecentismo era una generación europeísta con una tendencia
cosmopolita, con una unificación de las modas, la música y las formas sociales en Europa y
con una sólida formación intelectual. Esta generación busca la belleza a través de la
inteligencia y se caracteriza por sus trabajos universitarios, el conocimiento y la práctica de las
lenguas extranjeras, la riqueza lingüística y el aprovechamiento de la musicalidad. Los géneros
más cultivados fueron el teatro, la poesía y la novela, aunque el ensayo se hizo resaltar con
Ortega y Gasset.
José Ortega y Gasset escribió obras filosóficas como La rebelión de las masas y La
deshumanización del arte. Este autor incitaba una lucha intelectual, política y creativa.
Gabriel Miró (1879 – 1830) escribió Las cerezas del cementerio y Figuras de la pasión del
Señor. Ramón Pérez de Ayala (1880 – 1962) realizó una serie de novelas, clasificadas en tres
etapas: Etapa autobiográfica (A.M.D.G. y Troteras y danzaderas). De la etapa de transición,
destaca la trilogía Prometeo, Luz de domingo y La caída de los limones. Durante su tercera
etapa habló sobre el lenguaje, el amor y el honor.
Paralelo a este movimiento, aunque un poco más tarde, surgió el Vanguardismo que tenía
características comunes a otros movimientos como el futurismo (admiración por el progreso),
el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo. En España las principales corrientes fueron el
ultraísmo (la imagen y la metáfora tienen gran importancia) y el creacionismo del que
destacan autores como Gerardo Diego.
Ramón Gómez de la Serna creó la greguería (mezcla de humor y metáfora). Esto junto con los
ambientes madrileños dio lugar a novelas como El torero Caracho. Juan Ramón Jiménez (1991
– 1958) destaca como autor poético. Su obra se divide en varias etapas, las obras de la
primera etapa fueron Nubes y Arias. La segunda etapa se llama poesía pura durante la cual
publica libros como Diario de un poeta recién casado. Después, poesía desnuda, con obras
como Eternidades. En tercer lugar, poesía de plenitud, a la que pertenece Animal de fondo.
Por último escribe una prosa poética que será su obra más identificativa: Platero y yo.
Generación del 27
La llamada Generación del 27 fue un grupo de autores que se dio a conocer en el panorama
cultural español alrededor del año 1927, con el homenaje que se dio al poeta Luis de
Góngora, debido a su tricentenario, en el Ateneo de Sevilla en el que participó la mayoría de
los que se consideran sus miembros. Desde 1920 hasta 1936 los autores de la Gen del 27
conviven juntos y mantienen en su mayoría una relación de amistad, pero cuando estalla la
Guerra Civil, una parte se exilia y otros se quedan en España.
La Generación del 27 se trata de una serie de poetas que unen tradición con las nuevas
corrientes de vanguardia. Estuvieron influenciados por autores novecentistas como Ortega y
Gasset, Ramón Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez, así como por románticos como
Bécquer y clásicos como Cervantes y Góngora.
Pedro Salinas: Es uno de los mejores representantes de la llamada poesía pura, con obras
como Fábula y signo y uno de los poetas que ha cantado al amor con más hondura en libros
como La voz a ti debida y Razón de amor. En una última etapa cultiva una literatura existencial;
una de sus obras de este momento es Todo más claro.
Vicente Aleixandre: Es uno de los máximos representantes del surrealismo en España. De esta
etapa destacan obras como La destrucción o el amor y Espadas como labios, pero tras la
Guerra Civil, escribirá una poesía más cercana al ser humano, como Historia del corazón y
Poemas de consumación.
Jorge Guillén: Concibió su producción poética como una única obra, a la que llamó Aire
nuestro, que fue completando a lo largo de toda su vida. Se compone de tres libros: Cántico,
que es un canto a la alegría de vivir; Clamor, un grito de protesta ante las injusticias y
Homenaje, una colección de poemas en los que el autor rinde tributo a autores y amigos.
García Lorca: Empezó cultivando una poesía de corte popular, donde funde tradición y
vanguardia como en el Romancero gitano. Después, se adentra en los caminos
del surrealismo con Poeta en Nueva York. Finalmente, dedicó los últimos años de su vida
al teatro. Fundó el grupo "La Barraca", que recorría los pueblos de España representando
obras clásicas y modernas para acercar el teatro a la gente. Destacan las tragedias Bodas de
sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.
El teatro de Preguerra (antes de 1936)
El desarrollo del teatro anterior a la Guerra Civil estuvo condicionado por la abundancia de
locales privados, frente a la escasez de espectáculos públicos. Por ello, las obras representadas
serán las más comerciales y que agraden al público burgués. A consecuencia de esto, podemos
dividir el teatro en dos grupos: el que se representa, y el que no.
Eduardo Marquina: mezcla lírica y teatro y destaca por sus dramas históricos (Las hijas
del Cid.)
Carlos Arniches: Su obra se divide en dos: por un lado el sainete madrileño, en que
refleja el habla castiza (como El santo de la Isidra).Por otro lado cultiva la tragedia
grotesca, en la que une lo cómico con las injusticias sociales (La señorita de Trévelez).
Teatro de la Generación del 27: destaca García Lorca, dramaturgo poético y con
intención didáctica, fundador de la compañía teatral de La Barraca y escritor de
tragedias (Bodas de Sangre) y dramas (La casa de Bernarda Alba).
Comedia burguesa: Utilizan una construcción teatral muy elaborada, a veces con una
amable crítica de costumbres, unida a una defensa de los valores tradicionales.
Predominan las comedias de salón (Celos del aire de José López Rubio), pero también
las obras de tesis (La muralla de Joaquín Calvo Sotelo).
Década de los 60
Se sigue cultivando el teatro social, con diversas orientaciones, desde el realismo de Rodríguez
Méndez (Los inocentes de la Moncloa) o el esperpento de Martín Recuerda (Las salvajes en
Puente San Gil) hasta el sainete arnichesco de Lauro Olmo (La camisa).
En los años cincuenta se publica la obra maestra de Camilo José Cela: La Colmena, en la
que nos da una panorámica de la vida miserable del Madrid de la posguerra. Con ella se
inaugura el realismo social, que tuvo dos grandes tendencias: Objetivismo, representa la
realidad tal cual es (El Jarama de Rafael Sánchez Ferlasio) y el realismo crítico, en el cual la
novela pasa a ser de un mero reflejo de una angustia existencial, a un instrumento de denuncia
ante las injusticias y desigualdades sociales (Nuevas amistades).
Camilo José Cela nació en Padrón (La Coruña) en 1916. Después de una larga enfermedad
durante la que leyó con intensidad, se dedicó por completo a la literatura. En 1957 fue elegido
miembro de la RAE y en 1989 le fue concedido el premio Nobel.
Cela tiene una habilidad especial para la descripción rápida y pintoresca de tipos, ambientes y
paisajes. Su estilo literario es brillante. En cuanto a su obra, escribió además de las ya citadas
La familia de Pascual Duarte y La Colmena, otras obras maestras como Viaje a la Alcarria y
Apuntes carpetovetónicos.
Miguel Delibes nació en Valladolid en 1920 donde ha permanecido toda su vida dedicado al
periodismo, la enseñanza y la literatura. Ha sido Premio Nadal, Premio Nacional de Literatura,
Premio Príncipe de Asturias y pertenece a la Real Academia de la Lengua desde 1975.
NOTA: Si preguntan TODA la novela de posguerra, habría que hablar de década de los 40,
década de los 50 (saltarse los dos autores, Cela y Delibes) y luego hablar de las décadas de los
60 y 70 (saltándose autores y obras, otra vez).
La novela de los años sesenta y setenta
A partir de 1959, la situación de bloqueo internacional hacia España se relaja, gracias a los
contactos políticos con EEUU. Por ello, España se abre a nuevas tendencias internacionales, y,
paralelamente, la censura se va relajando. Sobre todo es importante la aportación de
novelistas hispanoamericanos, con obras como La ciudad de los perros (de Mario Vargas Llosa)
o 100 años de soledad (de Gabriel García Márquez)
La década de los sesenta surge una nueva novela que podríamos considerar experimental, a
partir de la obra Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos. Se supera el estilo de la novela
realista social, y se comienzan a probar innovadoras técnicas formales como el monólogo
interior, el uso de la narración en segunda persona, o prestar más atención a aspectos íntimos
y subjetivos de los personajes. Podemos clasificar a los autores en dos bloques
Torrente Ballester: escritor de, entre otros, la trilogía de Los gozos y las
sombras, así como La saga/fuga de J.B., probablemente su mejor obra.
Juan Marsé: Últimas tardes con Teresa, novela social con mayor complejidad
en su estructura (mediante el uso del monólogo interior)
Tratan temas existenciales así como la presencia de lo íntimo (amor, soledad, erotismo…) bajo
un tono amargo y triste. Dos de los principales autores son:
José Mª Guelbenzu: autor en una primera etapa de novelas como Mercurio o Antifaz.
Eduardo Mendoza: autor de La verdad sobre el caso Savolta, en que refleja los
conflictos sociales de la época bajo una historia de amor. Es una novela precursora de
la transición en la sociedad española de la dictadura a la democracia.
La poesía de posguerra
Tras la guerra civil, la producción poética queda dividida en dos grupos: Poetas en el exilio
(tratan temas como la patria perdida, con un tono amargo) y Poetas en España: inician un
proceso de rehumanización, sus temas giran en torno a problemas existenciales y sociales.
Los autores más representativos de este periodo son Gabriel Celaya, Blas de Otero (Que trata
de España) y Ramón de Garciasol (Tierra de España).
Estos novelistas continúan la renovación iniciada en la etapa anterior y la llevan hasta sus
últimas consecuencias con la aportación de nuevos recursos. Es frecuente la ruptura de la línea
argumental y el descoyuntamiento de la narración lineal para constituir a veces verdaderos
rompecabezas temporales; el uso de técnicas de contrapunto; la combinación o superposición
de personas narrativas y puntos de vista; el empleo del monólogo interior...
Todo este proceso de renovación se puso al servicio de una literatura revolucionaria, con un
fuerte compromiso histórico a la vez que literario, aunque el primero fuera desapareciendo
con el paso del tiempo.
Las novelas más emblemáticas de este periodo son La ciudad de los perros de Mario Vargas
Llosa y Cien años de soledad de Gabriel Gª Márquez. Además, se publican otras obras
importantes como Rayuela de Cortázar o El siglo de las luces de Carpentier.