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Derecho natural.

Designa el orden justo por sí mismo, que inspira y se sitúa por encima del Derecho positivo. El
Derecho natural posee validez y eficacia jurídica por sí mismo, en tanto que la validez del
Derecho positivo depende de una norma legal vigente.

A lo largo de la historia se contemplan diversas concepciones del Derecho natural, pluralidad a


la que no es ajena el gran número de sentidos que puede atribuirse al término naturaleza.

Así, se establece el Derecho natural desde una perspectiva teológica, escolástica, al afirmar
que la ley natural es aquélla que participa de la ley eterna y ordena la conducta de la criatura
racional, llamándose así porque lo que manda o prohíbelo hace en razón de la naturaleza del
hombre y el ser humano posee conocimiento por la sola fuerza de la razón y es una misma e
igual para todos los hombres y en todos los lugares y épocas. Aun negando cualquier vínculo
entre la razón humana y la divina, se afirma también el Derecho natural, al deducirse de la
propia naturaleza racional del hombre. Ya no es, por tanto, algo impuesto al hombre, desde una
instancia superior, trascendente, sino algo inmanente a éste, fruto de su propia razón y
conocimiento.

Desde una perspectiva histórica se han sucedido numerosos movimientos que cuestionan este
interpretación jurídica y manifiestan su radical escepticismo respecto de la existencia del
Derecho natural. Del mismo modo hay corrientes en el pensamiento jurídico que niegan la
posibilidad de que la ley positiva tenga su origen en unos principios inmutables y superiores, a
los que se halla subordinada.

Derecho comparado.

Disciplina que se ocupa del estudio de instituciones jurídicas o sistemas de Derecho


localizados en lugares o épocas diversas. Su finalidad es indagar puntos de coincidencia y
diferencias específicas, arrojando luz sobre la evolución y desarrollo de tales instituciones y
sistemas, permitiendo aportar datos tendentes a su mejor conocimiento, y subrayar carencias
susceptibles de ser corregidas en el futuro. Las principales finalidades perseguidas por el
Derecho comparado son: investigar la esencia del Derecho y las leyes o ritmos de su evolución;
investigar el Derecho positivo, contrastando entre sí distintos conceptos jurídicos, categorías de
conceptos, sistemas jurídicos o grupos de sistemas.

El Derecho comparado es una disciplina de reciente creación. Sus orígenes se remontan a


finales del siglo XIX y alcanzan su consagración fundamental en el Congreso Internacional
sobre la materia celebrado en París en el año 1900. A partir de entonces la puesta en marcha
de sus métodos se incrementó, ampliándose su campo de atención a la jurisprudencia de los
distintos países y proliferando institutos y revistas especializadas sobre la materia.

Derecho civil,

Conjunto de normas e instituciones destinadas a la protección y defensa de la persona y de los


fines que son propios de ésta. Consta de las siguientes ramas principales: derecho de la
persona —capacidad, estados civiles, derechos de la personalidad, nacimiento, muerte y
domicilio, entre otras materias; derecho de obligaciones y contratos —teoría general de las
obligaciones y de los contratos, contratos en particular (compraventa, permuta, donación,
arrendamientos, entre otros supuestos) y responsabilidad civil; derechos reales —posesión,
propiedad, Registro de la propiedad, derechos reales sobre cosas ajenas; derecho de familia —
parentesco, matrimonio, filiación, patria potestad, tutela; y derecho de sucesiones —testamento,
herencia, legados, sucesión intestada. El Derecho civil, que se ocupa de la persona, sin más, es
derecho privado general, contrapuesto a los derechos privados especiales —mercantil, del
trabajo—, que se ocupan de categorías concretas de personas o sectores profesionales
definidos —comerciantes, empresarios o trabajadores. Por esta razón, por la importancia de
sus instituciones, por su coherencia y tradición milenaria, el Derecho civil tiene un valor
paraconstitucional y es considerado, con frecuencia, como Derecho común, complementario de
otros derechos y leyes, cuyas lagunas cubre. El Derecho civil se contiene, en muchos países,
en códigos que llevan el mismo nombre, inspirados —en mayor o menor medida— en el Código
de los Franceses o Código de Napoleón (el primero de todos fue redactado a comienzos del
siglo XIX), cuyo desarrollo actual se produce, sobre todo, mediante la promulgación de leyes
especiales relativas a las más variadas materias.

Derecho administrativo,

Rama del Derecho público que tiene por objeto la Administración pública, entendida como
actividad a través de la cual el Estado y los sujetos auxiliares de éste tienden a la satisfacción
de intereses colectivos.

En los Estados modernos tanto la administración como la jurisdicción se encuentran reguladas


por una normativa y cabe distinguir ambas funciones en razón de lo siguiente: al ejercitar la
función de juzgar, el Estado persigue la realización de los derechos controvertidos o inciertos; al
ejercitar la vía administrativa, tiende a realizar intereses generales. En esta línea señalada, las
acciones fundamentales que la Administración lleva a cabo son las siguientes: a) Acción de
garantía. Mediante este procedimiento la administración fija el marco de la vida colectiva;
establece el orden de convivencia, garantizando cuáles son los ámbitos dentro de los que
pueden desarrollarse las iniciativas privadas y cuáles las posibles conductas de los particulares,
lo que se realiza manteniendo la tranquilidad y el orden público o definiendo derechos, como en
el caso del urbanismo, o limitando posibilidades de actuación, como cuando tasa un precio. b)
Acción de prestación. Tiene por finalidad entregar a sus destinatarios ciertos bienes o prestar
determinados servicios. Los puede ofrecer la administración en el mercado, en régimen de
Derecho privado o mediante un concesionario al que fija pautas de actuación, o bien puede
ejecutar el servicio público de forma directa y como tal administración. c) Acción de estímulo. La
administración incita a los particulares a que cumplan actividades concretas de interés público
mediante subvenciones, créditos, desgravaciones o exenciones fiscales, recursos estos muy
utilizados en materia de urbanismo.

Common Law o Derecho consuetudinario,

Término usado para referirse al grupo de normas y reglas de carácter jurídico no escritas, pero
sancionadas por la costumbre o la jurisprudencia, que son fundamento ineludible del Derecho
de los países anglosajones.

El nombre deriva de la concepción del Derecho medieval inglés que, al ser administrado por los
tribunales del reino, reflejaba las costumbres comunes (del inglés, ‘common’) en él imperantes o
vigentes. Este sistema legal rige en Inglaterra y en todos los países que, como Canadá o
Estados Unidos, fueron colonias británicas.

El sistema legal

El principio en el que se basa el common law es que los casos se deben resolver tomando
como referencia las sentencias judiciales previas, en vez de someterse en exclusiva a las leyes
escritas realizadas por los cuerpos legislativos. Este principio es el que distingue el common law
del sistema del Derecho continental europeo y del resto de los países. Mientras que en el
ámbito jurídico continental, los jueces resuelven los casos fundamentando sus sentencias en
preceptos legales fijados con antelación, en el common law, los jueces se centran más en los
hechos del caso concreto para llegar a un resultado justo y equitativo para los litigantes.

Cuando se reúne un número de sentencias judiciales sobre una serie concreta de respuestas
semejantes, se extraen reglas generales o precedentes, que se convierten en guías orientativas
para cuando los jueces tengan que resolver casos análogos en el futuro. Sin embargo, los
casos posteriores puede contener distintos hechos y consideraciones derivados, por ejemplo,
de cambios sociales o de diferentes condiciones tecnológicas. Un juez del common law es por
tanto libre para desmarcarse o disentir de la doctrina establecida por el precedente y disponer
una nueva regla para la decisión, que a su vez se convertirá en un nuevo precedente si es
aceptada y usada por otros jueces. De esta manera el common law mantiene una continua
dinámica de cambio. Como el juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos Oliver Wendell
Holmes escribió en su libro The Common Law (1881): “la vida del common law no ha sido
lógica, sino que ha sido experimental”.

En todos los sistemas del common law se perfila una estructura piramidal de tribunales para
definir y clarificar la ley. En la base de la pirámide se halla el trial court (en inglés, tribunal de
primera instancia). En los procesos criminales, junto al juez, también participa un jurado: el juez
decide e instruye a sus componentes sobre la ley y son éstos los que deciden sobre las
cuestiones de hecho. Excepto para los casos de difamación, enjuiciamiento malicioso y
detención ilegal, que son resueltos por un jurado, en las acciones civiles sólo decide el juez,
tanto en lo que atañe a las cuestiones jurídicas como a las fácticas.

Por encima de los tribunales de primera instancia se encuentran los tribunales de apelación,
compuestos en exclusiva por jueces responsables de dirimir las controversias. Estas
discusiones se centran en averiguar si los tribunales de primera instancia han aplicado los
principios legales correctos y si han extraído las conclusiones adecuadas de los datos de hecho
probados en los casos civiles. Las interpretaciones de la ley hechas por los tribunales de
apelación se constituyen en precedentes que informarán las resoluciones de casos futuros. Hay
que tener en cuenta que la importancia de un precedente para cualquier tribunal depende de la
posición del tribunal en la estructura jerarquizada ya descrita. Por ejemplo, un precedente
establecido por un tribunal de apelación tiene una fuerza jurídica mayor para los tribunales de
primera instancia que para el resto de los otros tribunales de apelación.

Compilaciones de la ley no escrita

El common law ha sido conocido como derecho no escrito porque no está recogido en una sola
fuente. Sólo circularon de forma ocasional, entre el siglo XII y el XVI, compilaciones de las
decisiones judiciales de las que deriva el common law. A principios del siglo XVII, personas
privadas publicaron compilaciones legales de estas sentencias. Estas colecciones tempranas
fueron complementadas por algunos, aunque infrecuentes, tratados académicos, que resumían
importantes partes del common law, como el de sir Edward Coke (publicado en 1628) y el de sir
William Blackstone (publicado entre 1765 y 1769). Como las compilaciones mejoraron y
aumentaron, la influencia de los autores de tales estudios disminuyó. En el siglo XIX los propios
tribunales tomaron la responsabilidad de revisar las publicaciones de las sentencias, tanto en
Inglaterra como en Estados Unidos. Desde entonces se publican sobre todo las decisiones de
los tribunales de apelación y sólo con carácter excepcional las de los tribunales de primera
instancia.

Jurisprudencia,

en algunos países este término designa la ciencia del Derecho en un sentido global. Así, en
Italia las facultades de Derecho se denominan facoltà de Giurisprudenza. En el mundo
hispánico, en cambio, jurisprudencia posee un significado distinto: es el criterio constante y
uniforme de aplicar el Derecho por parte del Tribunal Supremo.

No puede equipararse su sentido en los ordenamientos hispanoamericanos respecto al que


tiene en el Derecho anglosajón, donde al precedente judicial (la respuesta que los tribunales
hayan dado en casos análogos enjuiciados con anterioridad) le asiste verdadera fuerza de ley, y
hasta superior a la ley si se considera que multitud de cuestiones no se encuentran reguladas
de forma legal, dejándose al criterio del juez la auténtica creación del Derecho. No tiene la
jurisprudencia en el mundo hispánico carácter de fuente de Derecho en el sentido técnico, pero
sí una importancia decisiva. Un abogado cuenta con una enorme probabilidad de éxito si lo que
alega en favor de su cliente o representado ha sido decidido de esa misma manera en
resoluciones judiciales anteriores. No cabe duda que el Derecho vivo se encuentra antes en la
jurisprudencia que en la ley, pues si el ordenamiento jurídico consiste en una norma jurídica
abstracta y general, lo relevante en la práctica consiste en cómo se adapta, aplicando esa
norma general al caso concreto.

Ocurre en numerosas oportunidades que las resoluciones constantes y uniformes emitidas por
el Tribunal Supremo en un determinado sentido acaban consolidando un criterio firme que, en
lenguaje jurídico, sienta jurisprudencia y a menudo modifica los propios términos en que se
expresa la ley vigente. Por ejemplo, es habitual encontrar en los códigos civiles que para que
una persona deba reparar el daño que ha causado a otra, ha de haber existido culpa o
negligencia por su parte, es decir, descuido, ligereza, en suma. Sin embargo, la forma de
asimilarse este requisito por parte de los tribunales ha llevado a considerar a la culpa como una
exigencia innecesaria en la práctica: el imperativo de proteger a las víctimas, por ejemplo, de un
atropello por un vehículo de motor, hizo que los tribunales desde mediados del siglo XX
entendieran que lo importante es que el daño quedase reparado, mediara o no culpa del
conductor, incluso aunque éste haya sido cuidadoso y precavido al conducir su automóvil.

Es fácil observar que un criterio mantenido de forma constante por la jurisprudencia de


espaldas a lo que la ley determina, acaba propiciando que el propio ordenamiento jurídico se
reforme y autorregule para adecuarse a la mudable y cambiante realidad de las cosas. Se dice
entonces que, aunque la jurisprudencia no sea una fuente de Derecho en sentido formal,
termina siéndolo en sentido material, al asignar a la ley su sentido y alcance práctico y concreto.
En otro orden de cosas, se denomina jurisprudencia constitucional a la que emana del Tribunal
Constitucional o de Garantías Constitucionales, al que compete como finalidad básica y
esencial procurar y garantizar que la Constitución, como norma suprema del ordenamiento
jurídico, cumpla también una función rectora en la aplicación cotidiana del Derecho. Este
tribunal se erige de esta manera en intérprete supremo de la Constitución.

Por último, tienen algún interés las declaraciones de tribunales inferiores (la denominada
pequeña jurisprudencia) aunque en propiedad sólo es jurisprudencia la que emana del Tribunal
Supremo y del Constitucional; los jueces y tribunales de rango inferior no dejan de ser órganos
encargados de aplicar las leyes. Además, existen y surgen cuestiones que no pueden ser
tratadas por el Tribunal Supremo porque la ley establece que el proceso concluya en tribunales
de inferior categoría.

Recurso de casación,

recurso en el que se pide al tribunal superior de la jerarquía jurisdiccional que anule (case, del
francés casser, 'romper') una sentencia, porque en ella el juez ha violado alguna norma jurídica
o se ha quebrantado alguna de las formas esenciales del juicio que ha producido indefensión al
recurrente.

Derecho procesal, esfera del ordenamiento jurídico constituida por el conjunto de las normas
reguladoras de una serie o cadena de actos sucesivos, relacionados entre sí y desarrollados de
un modo ordenado —el conjunto de los cuales se llama proceso— y tendentes a la obtención
de un pronunciamiento judicial, en particular de una sentencia, y al subsiguiente cumplimiento
de dicho fallo.

El proceso varía según que lo discutido ante los tribunales sea un derecho subjetivo privado
(proceso civil), una relación laboral (proceso laboral), un acto en el que intervenga la
Administración en cuanto tal (proceso contencioso-administrativo) o el esclarecimiento de un
delito o falta (proceso penal).

La facultad de los órganos jurisdiccionales del Estado de pedir la aplicación de normas jurídicas
a casos concretos, para entender sobre las causas antes descritas y mediante cualquiera de los
procedimientos que resulten pertinentes se llama acción. El vínculo que se establece entre los
órganos jurisdiccionales y quien hace valer su derecho de acción o defensa recibe el nombre de
relación jurídica procesal.

El Derecho procesal sólo tiene sentido y nace cuando se prescinde de la autodefensa para la
solución de posibles controversias, cuando prohibe que cada uno tome la justicia por su mano,
asumiendo el Estado la misión de tutelar los derechos de los ciudadanos en todos sus aspectos
y el de declararlos en el supuesto de que se discutan o resulten dudosos o inciertos.

El Derecho procesal,

Cuyo rango puede considerarse subsidiario o accesorio, constituye un medio para lograr el fin
de tutelar los derechos, pero no deja de ser una rama del Derecho público. Regula la actividad
de los órganos públicos, los órganos jurisdiccionales, sus pronunciamientos, la eficacia de los
mismos y el poder inherente a las medidas de ejecución y aseguramiento que implican causa,
de un modo directo, y atañen a la potestad soberana del Estado.

Derecho venezolano

Derecho venezolano, conjunto de normas que constituyen el ordenamiento jurídico vigente en


Venezuela. Teniendo en cuenta lo dispuesto en los artículos 7, 23 y 335 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (1999), así como las disposiciones contenidas en los
artículos 60 de la Ley Orgánica del Trabajo (1997) y 4 del Código Civil (1982), se puede
determinar que las fuentes de este Derecho son: la Constitución, los preceptos relativos a
derechos humanos, las leyes, los criterios interpretativos de las normas fundamentales
emanados de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia y los reglamentos,
decretos, resoluciones y órdenes que en el ejercicio de sus atribuciones dicten los órganos del
poder público; en caso de silencio absoluto de la Ley, habrán de aplicarse los principios
generales del Derecho.

De la costumbre, conforme indica el artículo 7 del Código Civil, se acepta como fuente indirecta
la que sea secundum legem (aquella a la que remite la ley o bien interpretación concreta de una
norma concreta) y praeter legem (aquella que regula materias para las que no existe un
régimen legal), pero se estiman inadmisibles las costumbres derogatorias o contra legem, por
muy antiguas y universales que éstas sean.

LA JURISPRUDENCIA Y SU VALOR

Los jueces no están obligados a tomar en cuenta en sus decisiones los principios contenidos en
fallos dictados por ellos mismos o por otros tribunales en juicios anteriores, salvo los criterios
interpretativos de la Constitución que emanen de la Sala Constitucional del Máximo Tribunal,
los cuales son de carácter vinculante para todos los Tribunales de la República, incluidas las
demás Salas del Tribunal Supremo. Los demás criterios jurisprudenciales no tienen fuerza
semejante, pero los jueces suelen aplicarlos, sobre todo si emanan del Máximo Tribunal y
gozan de prestigio científico y académico.

3 LAS LEYES. JERARQUÍA NORMATIVA

En Venezuela, para hablar de la jerarquía de las normas es necesario distribuir los distintos
instrumentos que las contienen en los siguientes tipos, que han de entenderse en un sentido
decreciente: 1. Normas constitucionales (Constitución, tratados y convenios internacionales en
materia de derechos humanos, cuando consagran derechos y garantías más generosos que los
previstos en el Texto Magno, y las normas que transfieran competencias desde el poder
nacional hacia los Estados y los Municipios); 2. Normas subconstitucionales (Ley orgánica,
leyes ordinarias, tratados y decretos-leyes); y 3. Normas sublegales (Reglamentos, Decretos y
Resoluciones con contenido normativo).
Los decretos-leyes son normas con rango de ley dictadas por el poder ejecutivo; tienen la
fuerza derogatoria de las leyes ordinarias. El presidente de la República sólo puede dictarlos
previa autorización, a través de Ley habilitante sancionada por la Asamblea Nacional.

En relación con los tratados, éstos, al ser incorporados al ordenamiento jurídico interno, se
convierten en ley nacional de carácter especial, salvo los que versen sobre derechos humanos
—en los términos explicados anteriormente.

Por último, se encuentran los reglamentos dictados por las autoridades administrativas, que no
pueden contener disposiciones que choquen con la Constitución ni pueden alterar el espíritu,
propósito y razón del acto legislativo.

4 LA CONSTITUCIÓN COMO NORMA FUNDAMENTAL DEL ESTADO

El artículo 7 de la Constitución establece que ésta “es la norma suprema y el fundamento del
ordenamiento jurídico…”, y así debe ser respetada por todos los ciudadanos y, sobre todo, por
los órganos del Poder Público. Existe un mandato específico en su artículo 131 que así lo
subraya: "Toda persona tiene el deber de cumplir y acatar esta Constitución…” Además, la
propia Constitución prevé en su artículo 25 que es "nulo" todo acto del poder público que viole o
menoscabe los derechos consagrados por la Constitución. Del mismo modo, según se
establece en el artículo 139, son nulos los actos de quienes usurpen la parte orgánica de la ley
fundamental (usurpación de autoridad).

Como salvaguarda de la Constitución, aparte de los mecanismos para hacer respetar los
derechos y garantías constitucionales como derechos públicos subjetivos, se cuenta con
medios para el control de los actos u omisiones de los órganos del poder público que atenten
contra la vigencia del texto magno. Entre éstos, se destacan: 1. Control difuso y concentrado de
los actos subconstitucionales o sublegales, de acuerdo con el artículo 334 y 335 del Texto
fundamental; y 2. Control de las omisiones inconstitucionales de los cuerpos deliberantes del
Estado, con fundamento en el artículo 336.7 de la suprema ley.

5 NATURALEZA Y ORGANIZACIÓN DEL ESTADO

Venezuela, según lo reflejan los artículos 2, 4 y 6 de la Constitución, se constituye en un Estado


federal descentralizado, “democrático y social de Derecho y de Justicia”. Su Gobierno es
democrático, participativo, electivo, descentralizado, responsable, pluralista y de mandatos
revocables. La soberanía reside en el pueblo, que la ejerce, como queda establecido en el
artículo 5, directamente a través de referendos, e indirectamente a través del sufragio por los
órganos del poder público.

El territorio nacional, según señala el artículo 16 de la Constitución, se estructura en estados, el


Distrito Capital, territorios y dependencias federales. En la actualidad existen 23 estados y un
Distrito Capital. Las dependencias federales son las islas existentes en el mar territorial o,
conforme el artículo 17 de la ley fundamental —que cubre la plataforma continental—, las
unidades no comprendidas en el territorio de los estados, los territorios o el Distrito Capital.
Pese a que el Estado adoptó el modelo político federal descentralizado, este régimen no ha
implicado una efectiva descentralización de competencias, ya que, por el mandato incluido en el
artículo 156 de la Constitución, se reservó al poder nacional una gran cantidad de competencias
públicas, semejantes al régimen vigente desde 1961.

6 LOS PODERES DEL ESTADO

Debido a que la Constitución organiza al Estado de acuerdo con una estructura federal
descentralizada, el Poder Público se distribuye territorialmente en: Poder Nacional (la
República), Poder Estatal (Estados) y Poder Municipal (Municipios). El Poder Nacional se divide
en: Poder Legislativo, Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Poder Electoral y Poder Ciudadano.

El Poder Legislativo, en el ámbito nacional, es ejercido por la Asamblea Nacional, de naturaleza


unicameral. En un orden estatal se encuentra el Consejo Legislativo y, en el municipal, el
Concejo Municipal. El Poder Ejecutivo nacional es ejercido por el Presidente de la República, el
Vicepresidente Ejecutivo, los ministros y los funcionarios que determinen la Constitución y la
Ley (como recoge el artículo 225 de la Constitución); en el ámbito estatal este Poder es ejercido
por los Gobernadores, y en el municipal, por los Alcaldes.

El poder judicial es, en principio, único; su jurisdicción es nacional. La Constitución establece en


su artículo 253 que este poder lo ejerce, principalmente, el Tribunal Supremo de Justicia y los
demás tribunales que señale la Ley.

El poder ciudadano, según dispone el artículo 273 de la ley fundamental, se ejerce por el
Consejo Moral Republicano, integrado por los representantes de la Defensoría del Pueblo, el
Ministerio Público y la Contraloría General de la República, que se encarga de vigilar, investigar
y exigir sanciones para los hechos que contradigan la ética pública y la moral administrativa.
Cada uno de los órganos que lo integran tiene funciones específicas, y actúan con autonomía
funcional.

El poder electoral se ejerce a través del Consejo Nacional Electoral y los demás organismos
vinculados con el ejercicio del derecho al sufragio.

7 OTROS ÓRGANOS CONSTITUCIONALES

La Constitución regula el funcionamiento de otros órganos constitucionales, pero dotados de


autonomía funcional o personalidad jurídica propia: 1. El Consejo Federal de Gobierno, que de
acuerdo con el artículo 185 de la Constitución es el órgano con autonomía funcional encargado
de la planificación y coordinación de políticas y acciones para el desarrollo del proceso de
descentralización y transferencia de competencias desde el poder nacional hacia los estados y
municipios; 2. El Banco Central de Venezuela, con personalidad jurídica pública y propia; ya
había sido creado por una Ley, pero en el artículo 318 del texto magno se constitucionaliza su
existencia y se le encarga de ejercer la competencia monetaria del Poder Nacional; 3. La
Procuraduría General de la República, con autonomía funcional, prevista en el artículo 247 de la
Carta Magna, órgano que representa y defiende en el ámbito judicial y extrajudicial los intereses
patrimoniales de la República y asesora en materia jurídica a la Administración Pública
Nacional.

8 DERECHOS FUNDAMENTALES Y LIBERTADES PÚBLICAS

La actual Constitución recoge una parte dogmática muy amplia y generosa desde su preámbulo
al declarar y garantizar el goce de los derechos individuales y sociales de las personas. En el
Título III se dedican 116 artículos a regular derechos, garantías y deberes. En diez capítulos se
declaran y garantizan los derechos fundamentales, ciudadanos o políticos (se regula la
participación política a través de los referendos), civiles o individuales, los derechos culturales y
educativos, los derechos económicos, ambientales y los deberes.

Existe, además, una "cláusula abierta de derechos" en el artículo 22. Por otra parte, tal como se
dijo anteriormente, los instrumentos internacionales que consagren más y mejores derechos se
consideran expresamente como parte de la Constitución y se aplicarán con preferencia a lo
dispuesto en esta última, de acuerdo con el artículo 23.

Para la protección de los derechos y garantías constitucionales se ha ideado un sistema que


está entre los más completos en el derecho comparado, pues aparte de consagrar el sistema
objetivo de la vigencia de la Constitución (todo acto contrario a la Constitución es nulo y toda
autoridad usurpada es ineficaz), crea distintos mecanismos para hacer valer los derechos y
garantías constitucionales, incluso si se alega en su denuncia un interés difuso o colectivo. En
primer lugar, se consagra el procedimiento de amparo constitucional como un medio rápido y
eficaz para que un Juez ordene el restablecimiento de las situaciones jurídicas infringidas; en
segundo lugar, se prevé el habeas data, o procedimiento para exigir judicialmente el acceso a
las informaciones que se tengan del solicitante en archivos públicos o privados, y saber el uso o
finalidad de esas informaciones, y en los casos en que lo permita la ley, hacer corregir,
actualizar o destruir dichas informaciones, todo de conformidad con el artículo 28 del texto
magno.

Y para los casos en que las lesiones a los derechos humanos sean irreparables, se prevé la
indemnización integral por parte del Estado a las víctimas o a sus derechohabientes, de
acuerdo con el artículo 30 de la ley fundamental.

9 LAS LEYES ORGÁNICAS

La Constitución consagra en su artículo 203 cinco tipos de leyes orgánicas: a) leyes orgánicas
por definición constitucional, es decir, las que así sean previstas en la Carta Magna. Éstas son,
entre otras, las que regulan la “División Política Territorial”, “Fuerzas Armadas”, “Sistema de
Seguridad Social”, “Ordenación del Territorio”, “Régimen Municipal”, “Sufragio y Participación
Política”, “Administración Central”, "Tribunal Supremo de Justicia" "Poder Ciudadano" y el
“Poder Electoral” (así se recoge en los artículos 16, 41, 86, 128, 171, 189, 236.21, 247, 273 y
292); b) leyes que se dicten para organizar los poderes públicos; c) leyes que se dicten para
desarrollar los derechos constitucionales; d) leyes que sirvan de marco normativo para
posteriores leyes ordinarias o especiales; y e) leyes orgánicas por investidura parlamentaria,
llamadas de este modo porque su carácter lo adquieren por votación y aprobación de las dos
terceras partes de la Asamblea Nacional.

En un orden jerárquico, las leyes orgánicas están por debajo de la Constitución y sobre las
leyes ordinarias. El artículo 203 de la Constitución dispone que las leyes que la Asamblea
Nacional haya calificado de orgánicas deberán ser sometidas a la revisión de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo, para que se pronuncie sobre la constitucionalidad de su
carácter orgánico; si la Sala decide que no es orgánica, la ley pierde ese carácter.

10 LEYES ORDINARIAS, CÓDIGOS Y LEYES ESPECIALES

El artículo 202 de la Constitución señala que el acto que sancione la Asamblea Nacional como
cuerpo legislador se denominará ley. Son ordinarias las leyes que dicte el legislador y no sean
revestidas de la forma orgánica. Se entiende por códigos la reducción a una unidad orgánica de
todas las normas jurídicas relativas a una materia.

En relación con las leyes especiales, el artículo 14 del Código Civil establece que "las
disposiciones contenidas en los códigos y leyes nacionales especiales se aplicarán con
preferencia a las de este Código en las materias que constituyan su especialidad", lo que
supone la consagración del principio de la primacía de la ley especial sobre la general.

11 INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS. CRITERIOS HERMENÉUTICOS

En el ordenamiento venezolano rigen las siguientes reglas de interpretación jurídica: primera,


debe realizarse una interpretación literal de la norma, de acuerdo con el significado propio de
las palabras, de la concordancia de los preceptos y también tomando en consideración el
propósito del legislador en que se sancionó el precepto a interpretar.

Segunda, la analogía, que procede en el supuesto de que no exista precepto alguno que regule
la materia en concreto, salvo en el ámbito penal, ya que no hay delito, falta o pena si no existe
ley que tipifique los correspondientes supuestos punibles.

Por último, si persistiese la duda respecto al exacto sentido de la ley, debe acudirse a fuentes
indirectas de Derecho, constituidas por los principios generales.

El juez siempre debe decidir ateniéndose a las normas de Derecho, a menos que la ley lo
faculte a decidir conforme a la equidad. Asimismo, puede fundar su decisión en los
conocimientos de hecho que se encuentren comprendidos en grados comunes o máximos de
experiencia.

De acuerdo con los principios constitucionales de la tutela judicial, toda solución jurídica debe
ser sometida a crítica constitucional, para garantizar la vigencia de las normas fundamentales.
Estado de Derecho,

Fórmula relativamente reciente en el Derecho Constitucional, con la que se quiere significar que
la organización política de la vida social, el Estado, debe estar sujeta a procedimientos
regulados por ley. El concepto de Estado de Derecho culmina una larga evolución histórica
cuyos inicios se pueden situar en los orígenes mismos del Estado constitucional. Es el resultado
final de la suma de una serie de elementos que han surgido en un proceso de lucha y que han
supuesto la ampliación de su base material. Tres momentos fundamentales se pueden
distinguir en su formulación hasta alcanzar el sentido que tiene en la actualidad.

En el primer momento se luchó para que el Estado, personificado en el monarca y en las


instituciones en que se fundamenta (burocracia, ejército y aristocracia), se sometiera en el
ejercicio del poder a formas jurídicas bien establecidas, reglas generales, dadas con el
consentimiento de la representación de la sociedad (en el Parlamento), discutidas y públicas.
En esta primera acepción supuso ya el reconocimiento de los derechos fundamentales de los
ciudadanos: libertad civil, igualdad jurídica, independencia del poder judicial y garantía de la
propiedad. En un segundo momento, el Estado de Derecho implicó también la extensión del
control judicial a la actividad administrativa. A finales del siglo XIX se produjo un fuerte debate
en torno a esta cuestión, que cristalizó con el desarrollo de la administración contencioso-
administrativa, encaminada a romper la impunidad del Estado ante sus propias acciones. El
tercer momento se inició después de la I Guerra Mundial. El concepto de Estado de Derecho
pasó a incluir la legitimación democrática del poder del Estado, que también tiene que estar
sometido a norma jurídica.
Por tanto, el Estado de Derecho supone el reconocimiento de los derechos personales (imperio
de la ley), la responsabilidad del Estado y la legitimación democrática del mismo.

Fuentes del Derecho,

es todo tipo de norma, escrita o no, que determina la vinculatoriedad del comportamiento de los
ciudadanos y de los poderes de un Estado o comunidad, estableciendo reglas para la
organización social y particular y las prescripciones para la resolución de conflictos.

El conjunto de las fuentes del Derecho es muy heterogéneo. Como dice el art. 1 del Código
Civil, las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley (entendida como toda norma
escrita), la costumbre y los principios generales del Derecho. Sobresale la disposición
jerárquica de este sistema, donde la costumbre regirá en defecto de ley aplicable y los
principios generales del Derecho se aplicarán en defecto de ley o costumbre, sin perjuicio de su
carácter informador del ordenamiento jurídico.

La jerarquía de las fuentes hace que en la llamada pirámide normativa, la cúspide de nuestro
Derecho se encuentre ocupada por la constitución, como norma de normas. Bajo ella, rigen las
normas que cuentan con carácter de ley formal, mientras que en la base de dicha pirámide
hallamos los reglamentos.

Por ley se entiende la norma escrita de carácter general emanada de un Parlamento; la


costumbre es la reiteración de conductas aceptadas por la sociedad por gozar de obligatoriedad
jurídica; y los principios generales del Derecho son las reglas comunes, muchas veces no
escritas, que una comunidad entiende que rigen toda la realidad jurídica y que informan y dan
valor a todo el ordenamiento (como la irretroactividad de normas sancionadoras, la defensa de
los derechos humanos, la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos o la
presunción de inocencia). En nuestro sistema jurídico no es fuente del Derecho la
jurisprudencia o doctrina emanada de la reiteración de decisiones judiciales en un mismo
sentido.

Por otra parte, las distintas ramas del Derecho (civil, penal, administrativo, internacional…)
cuentan con un sistema propio de fuentes. Destaca el caso del Derecho penal, donde no existe
la costumbre y sólo se aplica la constitución y la norma penal con rango de ley orgánica, con el
fin de establecer las necesarias garantías de protección de los ciudadanos. En Derecho
administrativo, la costumbre juega un reducidísimo papel, limitado a la organización de la
sociedad y bienes de comunidades rurales (uso por los vecinos de tierras y montes comunales),
a la vez que prima la ley ordinaria, desarrollada por innumerables reglamentos.

Además, las fuentes del Derecho pueden emanar de la distinta organización territorial. En
España contamos con el Derecho comunitario europeo, el Derecho estatal en sentido estricto,
el Derecho autonómico o de las Comunidades Autónomas y el Derecho local. Cada uno de ellos
cuenta con su propio sistema de fuentes y juega con el resto de los ordenamientos de un modo
diferente.

Interdicto (derecho),

proceso civil que trata de dilucidar situaciones que no son definitivas, pues no entra a decidir
nada sobre la cuestión de fondo. Su objeto es demasiado variado como para poder definir la
figura con una formulación de carácter general. Por ello se distinguen los interdictos posesorios
(de retener y de recobrar), el interdicto de adquirir y los interdictos de obra nueva y de obra
ruinosa. Todos son procesos sumarios, con trámites simplificados y rápidos si los comparamos
con los que conlleva un juicio ordinario.

El interdicto de retener la posesión está pensado para proteger al tenedor o poseedor de una
cosa que ha sido perturbado por actos realizados por otra persona que pueden hacer temer una
inquietación o incluso un despojo. De prosperar, la sentencia prohibirá al demandado la
realización de tales actos. En cambio, en el interdicto de recobrar, el despojo se ha producido
ya y el despojado pretende recuperar la posesión perdida. Ni uno ni otro deciden acerca de
quién es el legítimo propietario de la cosa, ni tan siquiera resuelven sobre el derecho a poseer:
se limitan a decidir sobre el temor en que consiste la inquietación o sobre el despojo producido.
De esta forma, puede suceder que el dueño de una finca pretenda recuperar la posesión de la
misma y lo consiga expulsando con violencia de ella a quien la ocupa. Pues bien, el poseedor
expulsado podrá interponer el interdicto posesorio, y de este modo, recuperar una posesión que
le fue arrebatada; y ello, aunque esta situación haya sido provocada por el propietario de la
misma: éste nunca debe tomarse la justicia por su mano, sino acudir a las leyes para recuperar
la posesión. Aparece así el interdicto como una forma de procurar la paz social y de prohibir la
autodefensa. Pero, puesto que la sentencia que pone fin a un interdicto no establece quién es el
propietario, éste podrá, una vez derrotado en el interdicto, ejercitar la reivindicación, que ya
decidirá sobre el problema de fondo y con un carácter definitivo.

El interdicto de adquirir lo ejercitan los herederos para constatar frente a terceros la posesión
que aún no se tiene sobre los bienes hereditarios. Tales bienes están en posesión de otras
personas y, dado que los bienes que componen la herencia forman parte del patrimonio de los
herederos desde el mismo momento de la muerte del causante, con el interdicto de adquirir se
desea hacer constar que el patrimonio hereditario pertenece desde ese momento a los
sucesores legítimos. La sentencia sólo decide ese punto, pues habrá que llegar a la definitiva
concreción de quiénes son los herederos.

El interdicto de obra nueva pretende paralizar una obra en construcción sea cual sea el estado
en que se encuentre, por causar un perjuicio. Por ejemplo, el que la ejercita alega que el
constructor se ha extralimitado en la explotación del terreno que podía ocupar. Tanto si la
sentencia acuerda la suspensión como si lo que decide es que la obra continúe, las partes
pueden acudir a un procedimiento posterior por el que se tratará del fondo de la cuestión con
carácter definitivo, ya que el interdicto sólo entiende acerca del perjuicio.

El interdicto de obra ruinosa se otorga a quien tiene una propiedad contigua a otra en la que
existe un elemento ruinoso (edificio, árbol, por ejemplo) que puede resultar perjudicial, y con
aquél se puede pretender la demolición o sobre todo la adopción de medidas urgentes para
evitar daños.

Libelo (derecho),

todo escrito que injuria, infama o denigra a alguien o a algo. En numerosos países, la libertad
de expresión e información de la prensa escrita fija como límites de su ejercicio el honor, la
intimidad y la fama de los demás. Se trata de dos bloques de derechos en pugna constante,
pues se entiende que un exceso del ejercicio de la libertad de prensa invadiría con frecuentes
libelos los derechos individuales de las personas sobre las que se informa, pero una tendencia
contraria coartaría de forma inapropiada la libertad de expresión.

La libertad de expresión jamás podrá justificar la atribución gratuita a una persona identificada
por su nombre y apellidos de hechos que, sin lugar a duda la hacen desmerecer del público
aprecio con afirmaciones o expresiones que son reprochables a todas luces, con independencia
de los usos sociales del momento. Para poder afirmar que una información escrita constituye un
libelo no es preciso que el ataque se produzca en el ámbito interno o familiar de la persona
afectada, sino que basta con que la intromisión tenga efecto en el ámbito profesional donde
cada persona desarrolla su actividad.

En todas las legislaciones resulta fácil, al menos en teoría, diferenciar el respeto que se debe a
un ciudadano poco conocido y las mayores posibilidades de publicidad que parecen admitidas
de forma habitual en relación con los personajes públicos. No tienen la misma consideración las
informaciones difamatorias o denigrantes que se puedan ofrecer acerca de una persona por
completo desconocida que las que puedan exhibir las conductas públicas de un político,
cantante o actor de cine que, por sus logros, fama o modo de vida, o por desarrollar una
profesión o vocación que plantea ante la ciudadanía en general un legítimo interés en conocer
sus actos, sus asuntos, sus caracteres, se ha convertido en un personaje popular o una
celebridad.

Servidumbre (derecho),
Gravamen que pesa sobre una finca en beneficio de otra perteneciente a distinto dueño.
Supone una carga para la finca que la soporta y un beneficio para la finca que la disfruta. Así,
una servidumbre de paso da derecho al poseedor de la finca en cuyo beneficio se encuentra
constituida, a atravesar la finca que padece la servidumbre, por ejemplo, para llegar así con
mayor facilidad al camino público. Si no existiera servidumbre, el dueño o, en general, el
poseedor, tendría derecho a negarse a que se transitara por su finca. Como es lógico, una finca
que disfruta de una servidumbre sobre otra tiene mayor valor que si no existiera tal gravamen;
de igual modo, el padecer o tener que soportar una servidumbre hace que la finca vea
disminuido su valor.

La finca, predio o heredad que disfruta la servidumbre se denomina fundo dominante y fundo
sirviente la que la padece.

El ejemplo referido lo es de una servidumbre de paso. Otras típicas servidumbres son las de
aguas (servidumbre de acueducto), que dan derecho al fundo dominante a recibir las aguas a
través del fundo vecino: el dueño del predio dominante tiene derecho a hacer pasar el agua
procedente, por ejemplo, de un río a través del predio o predios sirvientes. Una modalidad
parecida es la servidumbre de desagüe, que da derecho a dar salida a las aguas propias a
través de un canal o tuberías que atraviesan la finca sirviente. Por su parte, las servidumbres de
iluminación y panorámica suponen que quien las padece no puede construir por encima de
determinada altura para no quitar luces y vistas al predio dominante.

Las servidumbres suelen constituirse por contrato entre los titulares de las fincas, y lo normal es
que el del fundo sirviente reciba una compensación a cambio de las molestias. A veces se trata
de un contrato en cierta manera forzoso, pues la ley puede facultar a una de las fincas para que
exija de la otra la constitución de la servidumbre. Así ocurre cuando una finca se encuentra
enclavada entre otras y sin salida al camino público; o cuando se grava con servidumbre
administrativa o pública la finca de un particular, porque lo requiere el interés o la utilidad
pública. Por ejemplo, se construye una fortaleza militar y se prohibe, por medio de la
constitución de una servidumbre de vistas, que las fincas vecinas construyan por encima de dos
alturas.

Sociología del derecho,

Rama de la sociología que estudia las condiciones sociales de la creación del derecho, la
normativa legal y las instituciones jurídicas, así como la influencia del ordenamiento jurídico
sobre la sociedad.

La sociología del derecho, como una sociología especial, estudia la propia realidad jurídica y su
influencia en los individuos. La sociología descriptiva del derecho compara la eficacia del
derecho con respecto a su contenido, analizando, por ejemplo, documentos y estadísticas de la
administración de justicia. Mediante muestreo (encuestas, entrevistas, tests) se compara el
sistema legal ‘ideal’ (tal y como debería ser según la legalidad vigente) con el ‘real’ (tal y como
es en la práctica) —por ejemplo, la comparación de las disposiciones en la aplicación de una
pena con su aplicación real.
La sociología del derecho funcional (causal) se ocupa de las relaciones e interacciones entre la
vida social y la normativa y ordenamiento jurídico reales. La sociología criminal y algunas partes
de la sociología administrativa son importantes en la sociología del derecho.

Sumario (derecho),

Conjunto de actuaciones que realiza el juez al objeto de averiguar los hechos que pueden ser
constitutivos de delito y las personas responsables de haber incurrido en una conducta punible,
y adoptar las medidas que determinen las responsabilidades que de todo ello se derivan. Son
actos de iniciación, de desarrollo y de terminación. Los primeros son la denuncia y la querella.
Si como consecuencia de ellos el juez acuerda la formación de un sumario, es decir, la
realización del conjunto de averiguaciones aludidas, se producen los llamados actos de
desarrollo, de carácter muy heterogéneo, que no obedecen a una predeterminación legal sino
que responden (no siguiendo una secuencia lineal) a las necesidades y resultados que cada
uno de ellos provoca y produce.

Entre las diligencias más señaladas que pueden llevarse a cabo por el juez se encuentran las
relativas a la comprobación del cuerpo del delito, si fuere encontrada la persona o cosa objeto
del mismo, por medio de la descripción detallada de su estado y circunstancias, y en particular
las que guardan relación con el hecho punible. Asimismo se recogerán en los primeros
momentos las armas, instrumentos o efectos de cualquier clase que puedan tener relación con
el delito y se hallen en el lugar donde se cometió, en sus inmediaciones o en poder del reo, con
descripción minuciosa de todo ello.

En particular, el juez debe ordenar el levantamiento y enterramiento del cadáver, previa


identificación por testigos de conocimiento o por comunicación pública, con expresión del lugar
y hora en que fue hallado, prendas que viste y otros datos, en el caso de que alguien pueda dar
información que conduzca a su identificación y a la aclaración de los hechos. Del mismo modo
se ordenará, si se considera necesaria —aunque no en todos los casos— la práctica de la
autopsia y, en caso de envenenamiento, heridas u otras lesiones, la evaluación del dictamen
médico pericial correspondiente.

La inspección ocular o reconocimiento por el juez de todo aquello que pueda tener relación con
la existencia y naturaleza de los hechos, procediendo a su reconstrucción y a la toma de
huellas, para todo lo cual se presenta el juez, acompañado del secretario y personal auxiliar
necesario en el lugar de los hechos procediendo a su descripción y a cuantas medidas estime
oportunas.

La declaración de testigos y posibles inculpados, previa su identificación. Tanto unos como


otros están obligados a acudir al juzgado, bien de un modo espontáneo, por citación previa, o
siendo conducidos por la fuerza pública. La ley señala algunos supuestos en que se está
exento del deber de declarar, como por razón de parentesco próximo, o secreto profesional, y
prevé algunos casos en que puede hacerse por medio de un informe escrito en el despacho
oficial o sede del órgano al que pertenezcan determinadas personas como diputados,
senadores, presidentes de altos órganos del Estado y otros. Si se observan contradicciones
entre algunos de los declarantes, el juez puede acordar la práctica de un careo.
Informes periciales. Son realizados por expertos o personas preparadas en una determinada
materia cuando sus conocimientos son precisos para la determinación de los hechos. Tanto el
perito como el testigo no se constituyen en parte del procedimiento y serán indemnizados por
los gastos que a su actuación y pericia, en su caso, correspondan.

Identidad del delincuente y de sus circunstancias personales. Para ello existen diligencias como
el reconocimiento en rueda de identificación o entre otras personas, así como la indagación de
sus antecedentes penales que pueden agravar la posible pena a señalar en casos de
reiteración o reincidencia, la justificación de su edad, de su conducta por razón de enfermedad,
demencia u otras causas.

Asimismo el juez puede autorizar la entrada y registro en domicilios, la incautación de libros y


papeles privados, y la apertura de correspondencia, todo ello con respeto de las garantías
establecidas en la Constitución. Puede adoptar las medidas necesarias para la detección de
alcohol y drogas, dándoles el destino señalado en la ley, que por regla general es el depósito o
la destrucción en su caso.

Uno de los aspectos más relevantes en las actuaciones judiciales es el de la adopción de las
medidas cautelares necesarias para asegurar las responsabilidades civiles y penales que se
deriven para las personas y los bienes de la comisión de delitos o faltas, a cuyo término podrá
decretarse la detención y prisión preventiva o provisional, o la libertad bajo fianza en metálico u
otras garantías documentales seguras y suficientes. Asimismo, dictaminar el embargo de
bienes, sueldos o cuentas corrientes, para asegurar el cumplimiento de las responsabilidades
civiles que resultan de la responsabilidad penal, todo ello de conformidad con lo dispuesto en
las leyes penales, y en la forma documental y solemne que suele ser la de una resolución o
auto de procesamiento.

Una vez practicadas todas las actuaciones de comprobación del delito y averiguación de los
responsables, el juez dicta otra resolución declarando concluido el sumario, abriendo la
posibilidad de juicio, para lo cual remite las actuaciones al tribunal superior que ha de conocer
del asunto, todo ello respondiendo al principio de absoluta separación entre la instrucción y el
fallo, de manera que no sean las mismas personas las que se encarguen de ambas funciones,
para garantizar la imparcialidad del proceso, lo cual obedece a un principio tradicional
reconocido en todas las Constituciones. Por ello, junto a la notificación del auto de conclusión
del sumario, emplazará a las partes y al ministerio fiscal ante dicho tribunal superior.

Recurso de amparo,

Acción para la protección de los derechos fundamentales, que ha de gozar de ciertas garantías
de eficacia y urgencia, sobre todo teniendo en cuenta el tradicional retraso en la toma de
decisiones jurisdiccionales. El recurso de amparo tiene sus orígenes en el Derecho hispano:
concretamente, en la Constitución de México de 1917 y en la de la II República española
(1931). Esta garantía se predica frente a los ataques que los poderes públicos pudieran realizar
frente a nuestros derechos constitucionales. El organismo que juzga estas materias se
denomina Corte o Tribunal Constitucional.

Los derechos fundamentales protegidos por este tipo de recurso son generalmente los de la
igualdad ante la ley, sin discriminación por razones de género, edad, raza, ideario o credo; la
intimidad personal y familiar; la libertad de expresión; el derecho de asociación política y
sindical; el derecho a la objeción de conciencia; la libertad de cátedra; la libertad religiosa; el
derecho a un proceso con todas las garantías, o la inviolabilidad del domicilio.

Su naturaleza jurídica depende de quién tenga que conocer en cada caso concreto este
recurso, ya que se divide en dos cuestiones muy importantes. La primera tiene que ver con el
recurso contra los actos del poder legislativo lesivos de los derechos fundamentales, de los que
el Tribunal o Corte Constitucional ha de conocer en primera y única instancia. La segunda se
relaciona con la obligación de agotar la vía judicial previa en los recursos de amparo contra los
actos del poder ejecutivo y del judicial. La cuestión, pues, es ver si en verdad se recurre ante
una instancia superior o no, si se revisa una actuación anterior, en cuyo caso puede constituir
un verdadero instrumento de impugnación.

En torno a esto hay dos teorías. Una aboga por la consideración de la Corte o Tribunal
Constitucional como “jurisdicción especial”, alejada de la ordinaria. La otra la considera una
especie de “supercasación” o último recurso, una vez agotadas las posibilidades en los
tribunales ordinarios, ya que el juzgador está facultado para anular una resolución que impida
ejercer un derecho fundamental.

Este recurso de amparo puede ejercitarse tanto por ciudadanos nacionales como por
extranjeros, no sin ciertas salvedades, según se desprende de una interpretación conjunta de
los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, la Constitución de cada país y, en su
caso, la Convención Europea de Derechos Humanos. A su vez, también se le reconoce a las
personas jurídicas privadas; hay dudas en cuanto a su reconocimiento a las de naturaleza
pública.

Prescripción,

en su modalidad extintiva, supone una variante de extinción de los derechos y las acciones a
causa de su no ejercicio por el titular de los mismos durante el tiempo fijado por la ley. Así, por
ejemplo, si una persona debe a otra una determinada cantidad de dinero, no paga y la persona
que tiene derecho a reclamar no ejerce su prerrogativa y permanece en silencio durante un
tiempo ya establecido por ley, ocurrirá que si la demanda se produce pasado ya ese tiempo, el
deudor podrá pagar si lo desea, pero ya no estará obligado a hacerlo pues la deuda ha
prescrito. En algunos ordenamientos se entiende que se ha extinguido el derecho; en otros, que
el derecho no se ha extinguido, pero sí la acción para exigir que se haga efectivo, ya que si el
titular del derecho ejercita una acción judicial, su oponente podrá ceder y pagar; pero si no
desea hacerlo, podrá oponer la prescripción y el juez no podrá condenarle al pago.

La modalidad de prescripción adquisitiva, también denominada usucapión, es un modo de


adquirir la propiedad u otros derechos reales (usufructo, servidumbres, entre otros) por la
posesión prolongada durante los plazos que marca la ley. Por ejemplo, si la cosa vendida no
pertenecía al vendedor, el comprador no habrá adquirido su propiedad a consecuencia de la
venta, pero si posee la cosa durante el tiempo que señala la ley sin que el verdadero dueño la
reivindique, se convertirá de hecho en propietario de la misma, no por vía de compra, sino por
prescripción adquisitiva o usucapión. En esta clase de prescripción, el factor crucial en cada
caso es la posesión del objeto o del derecho de que se trate. El tiempo que se requiere es por
lo común más largo en el supuesto de que sean bienes inmuebles que en el de bienes muebles.
Y si el que va a conquistar el derecho (denominado usucapiente) no puede ampararse en un
título anterior (en el ejemplo clásico este título es la venta de cosa ajena que celebró con el
vendedor no dueño de la cosa), el plazo requerido va a ser también muy superior. Así ocurre
cuando una persona, sin título alguno, entra en posesión de una finca ajena: acabará ganando
por usucapión si el dueño no reacciona y actúa en consecuencia, conforme a lo establecido por
la ley durante un determinado periodo de tiempo. Igual sucede si el usucapiente conoce la
irregularidad de su situación posesoria, es decir, si sabe que la cosa no pertenecía a quien se la
vendió o si es consciente de que no tiene ningún derecho a poseer la cosa.

Retroactividad (derecho),

Aplicación de una ley a casos, hechos o situaciones anteriores a su promulgación. La regla


general es la irretroactividad de las leyes, lo que significa que las leyes no tienen efecto en
situaciones ocurridas antes de su promulgación salvo que en ellas se disponga lo contrario. El
principio es lógico, pues cada vez que sobreviene un cambio en las leyes, la derogación de una
norma anterior y su relevo por una nueva ley plantea el problema de cuál ha de ser el alcance
temporal de ambas.

En muchas constituciones el principio de la irretroactividad se entiende como un planteamiento


básico de la organización jurídica del Estado, pues la seguridad de los ciudadanos y la propia
equidad exigen que las situaciones creadas al amparo de la anterior ley se conserven o, al
menos, que los derechos adquiridos se mantengan y respeten a pesar de que la nueva ley no
prevea derechos semejantes para el futuro.

La irretroactividad es muy apreciable en Derecho penal: si nadie puede ser condenado por un
acto que, en el momento de su comisión no era considerado delictivo según la legislación
vigente en ese momento, se debe en concreto a que la ley penal no es retroactiva. Se trata de
un principio que aparece en todas las declaraciones universales de derechos humanos. Es
frecuente también que si la antigua ley condenaba al autor a una pena más dura que la nueva,
se aplique la sanción más favorable. Ello puede causar extrañeza, porque el que cometió el
hecho en aquel momento conocía o debía conocer el alcance de la pena, pero sería peor que
por un mismo hecho hubiera dos personas condenadas a penas diferentes.

Lo mismo que en el Derecho penal, se entiende que tampoco han de tener retroactividad las
leyes que recorten derechos individuales.

Una vez superados estos límites, la ley puede marcar un efecto retroactivo para las situaciones
creadas con anterioridad, que, según su alcance, permite hablar de grados de retroactividad
(máxima, media y mínima). Estos problemas son abordados en las leyes a continuación de su
articulado, en las llamadas disposiciones transitorias.

Ministerio fiscal,

figura y órgano judicial que, en Derecho penal, tiene como misión promover la acción de la
justicia en defensa del Derecho, el orden jurídico y la legalidad vigentes. Protección, por tanto,
de los derechos de los ciudadanos y del interés público. Y así, aunque la víctima de un delito no
formule la correspondiente denuncia, el ministerio fiscal es el responsable de iniciar el
procedimiento judicial, pues aunque a la víctima no le convenga o no le interese que el autor del
delito sea procesado, la sociedad no aprueba que tales conductas ilícitas tengan lugar. El papel
del fiscal es muy relevante en los países anglosajones, donde cada vez que se abre la sesión
de un juicio, se pronuncian fórmulas del estilo de “el Pueblo contra el señor X”, que subrayan
que así como el acusado es defendido por su abogado, al fiscal corresponden la representación
y defensa, no ya de la víctima, sino de la propia comunidad agredida por la comisión de un
delito.

En Derecho privado el fiscal interviene en los procesos civiles, ya sea como asesor del juez o
como parte interesada en el proceso, y siempre como garantía de un mejor cumplimiento del
Derecho. En ocasiones la ley otorga al fiscal la opción de promover un procedimiento civil (por
ejemplo, para instar la nulidad de un matrimonio; para ejercitar una acción de filiación en
nombre de un menor de edad) o participar en él como parte interesada (por ejemplo, para
representar y defender a una persona a la que se pretende incapacitar por locura). En otras
oportunidades la ley puede exigir al juez que escuche al fiscal antes de adoptar determinadas
resoluciones (por ejemplo, cuando se trata de decidir la venta de un bien de un hijo no
emancipado u otra operación que pueda repercutir en sus intereses).

Enfiteusis,

Censo en el que una persona cede a otra el dominio útil de una finca, reservándose el directo y
el derecho a percibir del enfiteuta una pensión anual en reconocimiento de este dominio. Esta
institución ha permanecido en el Derecho español hasta tiempos muy recientes, pues el Código
Civil de 1889 aún la mantenía, y sólo la última reforma la ha hecho desaparecer. En algunos
países latinoamericanos todavía pervive.

La institución es heredera directa del derecho medieval. En España se presentaba bajo otras
formas feudales, como el solariego o el foro. A lo largo del tiempo, la enfiteusis sufrió distintas
modificaciones, tales como permitir la redención (mediante adquisición del dominio), eliminar el
laudemio (reconocimiento feudal del dominio) y suprimir la subenfiteusis, pero el aspecto
esencial, su carácter perpetuo, se mantuvo. Guarda semejanzas con el usufructo, del que se
diferencia por la obligación del pago de un canon y la perpetuidad. Es, en todo caso, un
derecho real de naturaleza especial, que sigue la concepción medieval de propiedad dividida.

De facto,

Expresión utilizada para calificar el ejercicio de un poder realizado sin autorización legal. De
facto, se contrapone a de iure, que califica el ejercicio legal del poder. La frase se aplica
también cuando una persona o un grupo ocupa un cargo público o cualquier otra autoridad, o
cuando pretende ejercitar derechos políticos sin tener reconocida esa posibilidad.

En Derecho constitucional e internacional, de facto se refiere a un poder ejercitado sin tener


establecida la base legal para ello. Puede ser aplicado a un Gobierno revolucionario, como el
Congreso Continental de Estados Unidos, que no tenía base legal, pero que mostró que su
autoridad era efectiva a través de la dirección victoriosa de la independencia americana. El
triunfo en la guerra culminó con el reconocimiento de la independencia de 13 colonias y el
reconocimiento de iure del Congreso Continental por Gran Bretaña y otros países. Por razones
varias, si una nación quiere entablar relaciones con un Gobierno revolucionario, pero por otro
lado, no quiere llegar hasta un reconocimiento de iure, normalmente acordará hacer un
reconocimiento de facto.

En Derecho mercantil, una corporación de facto es aquella que funciona en cumplimiento de


una oferta hecha de buena fe para organizar una corporación dentro de la ley existente. Si una
corporación de facto ha funcionado como tal durante un considerable periodo de tiempo y omite
sin premeditarlo algún requerimiento para formalizarse como tal, en muchos países suele
entenderse que goza de los mismos derechos y merece la misma protección que una
corporación constituida o de iure.

Asimismo, en algunos supuestos las decisiones de cuerpos públicos generarán efectos jurídicos
aunque hayan sido ejercitados de facto sin contar con una base legal formal.

Fallo judicial,

Parte dispositiva de la sentencia o resolución judicial que determina su pronunciamiento estricto


de condena o absolución. Toda sentencia debe contar con un encabezamiento, que tiene por
objeto expresar los antecedentes del fallo, y que comprende una serie de datos, referentes a las
partes del proceso, al objeto de éste y al lugar, tiempo y forma en que la sentencia se emite.
Acto seguido viene la motivación de la sentencia, en la que el juez o el tribunal competente da a
conocer la argumentación del fallo, refiriendo los motivos de hecho y los motivos de Derecho.
Los primeros son los hechos en que las partes han basado sus pretensiones, que hayan sido
oportunamente alegados y que guarden relación con las cuestiones que hayan de resolverse en
la sentencia. Es frecuente que se numeren y comience cada uno con la palabra ‘resultando’.
Los motivos o fundamentos de Derecho son los elementos legales que se estiman procedentes
para llegar al fallo, con cita de las leyes y de la doctrina que se considere aplicable. También
suele exigirse que aparezcan numerados y, con frecuencia, que cada uno se presente con la
palabra ‘considerando’. Y por último, el fallo, para el que no suele exigirse una fórmula concreta,
ya que ha de venir expuesto de acuerdo con lo que exijan las circunstancias del caso concreto.
Sin embargo, una práctica muy extendida en el ámbito judicial es la que comienza con la
expresión “fallamos que debemos condenar y condenamos” (o declarar o absolver), y concluye
con “así por esta nuestra sentencia, definitivamente juzgando, lo pronunciamos, mandamos y
firmamos”, o con una fórmula semejante.

Qué es el tercer estado?,

nombre por el que es conocida en español la octavilla escrita por el sacerdote y político francés
Emmanuel Joseph Sieyès, publicada anónimamente en enero de 1789 en París a modo de
panfleto con el objeto de reivindicar, en los prolegómenos de lo que sería la Revolución
Francesa, los derechos del denominado tercer estado. Qu’est-ce que le tiers état? (su
verdadero título) formulaba expresamente la exigencia de la mayoría de la población francesa:
que la igualdad de los derechos de todos los hombres fundamentara una jerarquía establecida
según los méritos de cada individuo y no según los privilegios de los otros dos estamentos, el
nobiliario y el eclesiástico. Este opúsculo es considerado uno de los prólogos ideológicos
fundamentales del proceso revolucionario que se iba a desencadenar en toda Francia meses
después de su aparición.

Recurso,
acto procesal por medio del cual la parte de un proceso o juicio —considerando perjudicial la
resolución, definitiva o de trámite que le afecta— solicita un nuevo examen de los hechos o del
derecho aplicable para que sea sustituida por otra que le pueda favorecer.

Existen distintos tipos de recursos según se trate de un proceso civil o penal, y, en el orden
administrativo, según se trate de procedimiento sancionador o revisor en materia administrativa
o tributaria. Pero en general pueden reducirse a los recursos que se presentan contra
resoluciones de trámite (denominados de reposición), reforma o queja, que se presentan ante la
misma autoridad que dictó el acto judicial o administrativo, o aquellos que resuelven un asunto
con carácter definitivo o los que recayendo en un simple trámite producen un estado de
indefensión de la parte interesada o le privan de un derecho en el curso de su tramitación; en
este supuesto, aun presentándose la mayoría de las veces ante la autoridad que dictó el acto,
estos recursos se resuelven por una autoridad superior a través de la vía de apelación, donde
se revisan de nuevo las actuaciones, o por medio de la vía de casación o anulación en que sólo
se accede al estudio de motivos marcados por la ley. Los primeros son resueltos por
autoridades de nivel intermedio, mientras que los últimos se resuelven por las más altas
instancias en la jurisdicción, tribunales supremos, o en el orden administrativo, tribunales
centrales, ministros entre otros cargos de la función pública.

La diferencia fundamental es que mientras en los tribunales judiciales no cabe acudir a una
autoridad superior, excepto en los casos de anticonstitucionalidad que afectan a un Tribunal
Constitucional, en los Estados que forman parte de una comunidad de naciones cabe recurso
ante un tribunal internacional de Justicia que será establecido por el convenio que corresponda
y haya sido firmado por el Estado en cuyo territorio se hayan producido los hechos.

ESTADO,
Denominación que reciben las entidades políticas soberanas sobre un determinado territorio, su
conjunto de organizaciones de gobierno y, por extensión, su propio territorio.

La característica distintiva del Estado moderno es la soberanía, reconocimiento efectivo, tanto


dentro del propio Estado como por parte de los demás, de que su autoridad gubernativa es
suprema. En los estados federales, este principio se ve modificado en el sentido de que ciertos
derechos y autoridades de las entidades federadas, como los länder en Alemania, los estados
en Estados Unidos, Venezuela, Brasil o México, no son delegados por un gobierno federal
central, sino que se derivan de una constitución. El gobierno federal, sin embargo, está
reconocido como soberano a escala internacional, por lo que las constituciones suelen delegar
todos los derechos de actuación externa a la autoridad central.

Aunque el siglo XX ha sido escenario del nacimiento de muchas instituciones internacionales, el


Estado soberano sigue siendo el componente principal del sistema político internacional. Desde
esta perspectiva, un Estado nace cuando un número suficiente de otros estados lo reconocen
como tal. En época moderna, la admisión en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y
en otros organismos internacionales proporciona una constancia eficiente de que se ha
alcanzado la categoría de Estado.

. ESTADO SOCIAL,
Término que designa el conjunto de instituciones y estructuras del Estado comprometido con la
igualdad y la seguridad social. Casi todos los países del entorno europeo son Estados sociales
de derecho y, por tanto, comprometidos con los objetivos del Estado social.

El Estado social se ocupa de proteger a los individuos ante las consecuencias sociales del
desempleo y de la incapacidad laboral, la jubilación y la enfermedad, todo ello en la medida en
que lo estime posible y oportuno. Del principio de Estado social emanan las obligaciones no
sólo del Estado frente a los individuos, sino también del individuo con la sociedad representada
por el Estado. Esto supone para el Estado obligaciones como las de ayuda y protección social,
y para el individuo, el comportamiento social y el pago de las cuotas sociales (véase Seguridad
Social).

NACIONALIDAD,
vínculo del individuo con un Estado concreto, por el que queda adscrito a una nación concreta y
por el que se generan derechos y deberes recíprocos. Toda vez que resulta corriente que un
Estado pueda entrar y entre a diario en relación con personas no nacionales, algunas de estas
relaciones se regularán con arreglo a las leyes de ese Estado. Pero la relación del Estado con
nacionales es mucho más estrecha que con otras personas, y esto adquiere una relevancia tal
que, en el ámbito del Derecho privado, la nacionalidad se considera como un estado civil más
del individuo, generador de derechos y obligaciones (así por ejemplo, la nacionalidad determina
la obligación de prestar el servicio militar o, unida a la residencia, que el nacional tenga que
declarar sus impuestos en ese país). En el ámbito del Derecho público, la nacionalidad
representa un vínculo político del individuo con el Estado que le da derecho a votar en las
elecciones o a ser elegido en las mismas, por ejemplo.

Se denomina nacionalidad originaria a la que se adquiere por el hecho del nacimiento. Los
diferentes sistemas jurídicos combinan dos aspectos para la determinación originaria de la
nacionalidad: el llamado ius sanguinis (derecho de sangre) y el ius soli (derecho de suelo)
generalizado en América Latina. El primero procede de la estirpe a la que pertenece la persona:
se trata de criterios de atribución de la nacionalidad que consisten en dar al hijo la nacionalidad
de su padre o de su madre; el segundo es un criterio basado en el lugar de nacimiento.

Se denomina nacionalidad derivativa a la que supone un cambio en la nacionalidad originaria.


El nacional de un país puede adquirir otra nacionalidad por concesión del Estado de acogida
(carta de naturaleza o naturalización), por residencia legal y continuada en éste, y por opción
(hecha, por ejemplo, por el extranjero mayor de edad que sea adoptado). Especial importancia
tiene la adquisición por residencia en el ámbito de la comunidad iberoamericana, pues si las
leyes exigen un determinado número de años de residencia para obtener la nacionalidad, el
plazo se acorta de modo muy notable cuando se trata de nacionales de países
iberoamericanos. Además, la adquisición de la nacionalidad de un país iberoamericano en
muchos casos no implica la pérdida de la nacionalidad de origen, lo que además se ve
favorecido por los convenios de doble nacionalidad celebrado entre esos países.

Las leyes regulan los casos en que se puede perder la nacionalidad, por lo general reducidos a
supuestos graves, como pueden ser entrar al servicio de las armas de un país extranjero contra
los intereses del país del que se es nacional o la condena a perder la nacionalidad por
sentencia firme. Lo normal es que la pérdida no tiene lugar si se es nacional de origen, sino sólo
en supuestos de nacionalidad derivativa. También se establecen por vía legal las formas de
recuperar la nacionalidad (así, en el caso de quien emigró de niño, perdió su nacionalidad y
ahora desea recuperarla) y los requisitos que se deben cumplir para ello.

CIUDADANÍA,
condición social de un miembro nativo o naturalizado de una ciudad o Estado. La ciudadanía,
posición de miembro de un Estado con derechos y deberes definidos, ha sido asociada
históricamente a la Revolución Francesa del siglo XVIII que logró derrocar a la monarquía (en la
que los ciudadanos eran súbditos de la Corona, carecían de derechos y debían acatar las leyes
que ellos no podían establecer). La guerra de la Independencia estadounidense logró derrocar
de forma similar a la Corona británica para promulgar a continuación una Constitución de
libertades ciudadanas. El concepto de ciudadanía, base y fundamento de la legitimidad y la
representación política aparece en la primera Constitución liberal española de 1812, pero
también se extendió por toda la América española, sirviendo de fundamento a los movimientos
de emancipación, que desembocaron en la independencia y la redacción de las constituciones
liberales en los nuevos países.

A finales del siglo XX la ciudadanía sigue siendo un principio extremadamente importante y


polémico, en especial en aquellos países sin democracia parlamentaria. La creación de la Unión
Europea es un caso especialmente interesante cuando, más allá del libre comercio económico,
intenta crear alianzas políticas internacionales y establecer una misma legislación para los
ciudadanos miembros. También están despertando lentamente los derechos de individuos y
grupos minoritarios allí donde las Naciones Unidas pueden intervenir para prestar ayuda
humanitaria.

La teoría moderna de la ciudadanía, que surge con las publicaciones de Thomas Paine, fue
definida en Gran Bretaña por T.H. Marshall como una lucha entre el sistema de clases sociales
y los derechos de los ciudadanos. El sistema de clases utiliza el mercado para conferir poder y
ventajas sociales, y el resultado de la mercantilización del estatus social es, típicamente, la
desigualdad. La ciudadanía se relaciona con el Estado para demandar derechos para sus
miembros y, a cambio, el Estado le impone deberes como el servicio militar o el cumplimiento
del derecho vigente. El creciente poder de la ciudadanía se inicia con la inauguración de los
derechos fundamentales de hábeas corpus en el siglo XVIII y a continuación sigue con la lenta
difusión del sufragio político en el siglo XIX y la posterior extensión de los derechos sociales a
las pensiones, la sanidad y la educación ya en el siglo XX. Algunos opinan que el sistema de
clases y la ciudadanía están en pie de guerra y que el Estado de bienestar es su campo de
batalla actual.

RECURSO DE CASACIÓN,
Recurso en el que se pide al tribunal superior de la jerarquía jurisdiccional que anule (case, del
francés casser, 'romper') una sentencia, porque en ella el juez ha violado alguna norma jurídica
o se ha quebrantado alguna de las formas esenciales del juicio que ha producido indefensión al
recurrente.

El recurso de casación tiene una cierta función pública más allá de la típica función privada de
todo recurso. Junto al interés de la parte que ha visto desestimadas sus pretensiones, hay un
interés de la colectividad por el respeto de las normas de carácter material y procesal y por la
uniformidad en su interpretación, para que se anule toda sentencia contraria a este cuerpo
legal. Por ello, el recurso de casación tiene una especial importancia y se resuelve por un único
tribunal, que es además el tribunal supremo en su género, siendo el precedente más claro el
Tribunal de cassation francés, creado en 1790 con el objetivo de defender la supremacía de la
ley sobre las interferencias de los jueces que tanta desconfianza generaban en los
revolucionarios franceses. En cada Estado, el tribunal de casación (llamado con diversos
nombres, por ejemplo Tribunal Supremo en España) vela por que los tribunales apliquen en la
práctica la legislación vigente y, a su vez, dictan justicia en el caso concreto, no sólo anulando
la sentencia, sino además sustituyéndola por otra conforme a derecho. De esta forma, la
doctrina establecida por el tribunal de casación es fundamental para el estudio de cada una de
las instituciones jurídicas, ya que se convierte en el defensor de la legalidad en cada caso. Por
estas razones las sentencias del tribunal de casación son las que suelen considerarse como
constitutivas de jurisprudencia.

El objeto del recurso de casación no es el caso que se planteó al anterior juzgador, sino la
adecuación de su sentencia a derecho: se revisa un juicio emitido sobre el fondo del asunto
antes que el fondo en sí. Sólo en el caso de que la sentencia sea anulada el tribunal se ocupará
del fondo, porque no se trata de volver a juzgar, sino de juzgar la actividad enjuiciadora. En este
sentido, es bastante habitual que el tribunal de casación no modifique la reconstrucción de los
hechos (quaestio facti) elaborada por los tribunales de rango inferior y se limite a la quaestio
iuris.

El recurso de casación está influido por sus dos finalidades y por ello sólo puede interponerse
por una serie de causas tasadas (en general infracción de alguna norma legal, ignorancia de la
jurisprudencia o vulneración de las garantías procesales) y por quien tenga interés en él: una de
las partes que se haya visto perjudicada por la sentencia precedente (aunque hubiera una
infracción legal no podría interponer el recurso quien ha sido satisfecho en todas sus
pretensiones). En el recurso de casación se distinguen cuatro fases (similares a los demás
recursos devolutivos, como el de apelación): preparación ante el juez a quo (el que dictó la
sentencia que se recurre), interposición ante el tribunal de casación para la posterior
substanciación, vista y resolución.

RECURSO,
acto procesal por medio del cual la parte de un proceso o juicio —considerando perjudicial la
resolución, definitiva o de trámite que le afecta— solicita un nuevo examen de los hechos o del
derecho aplicable para que sea sustituida por otra que le pueda favorecer.

Existen distintos tipos de recursos según se trate de un proceso civil o penal, y, en el orden
administrativo, según se trate de procedimiento sancionador o revisor en materia administrativa
o tributaria. Pero en general pueden reducirse a los recursos que se presentan contra
resoluciones de trámite (denominados de reposición), reforma o queja, que se presentan ante la
misma autoridad que dictó el acto judicial o administrativo, o aquellos que resuelven un asunto
con carácter definitivo o los que recayendo en un simple trámite producen un estado de
indefensión de la parte interesada o le privan de un derecho en el curso de su tramitación; en
este supuesto, aun presentándose la mayoría de las veces ante la autoridad que dictó el acto,
estos recursos se resuelven por una autoridad superior a través de la vía de apelación, donde
se revisan de nuevo las actuaciones, o por medio de la vía de casación o anulación en que sólo
se accede al estudio de motivos marcados por la ley. Los primeros son resueltos por
autoridades de nivel intermedio, mientras que los últimos se resuelven por las más altas
instancias en la jurisdicción, tribunales supremos, o en el orden administrativo, tribunales
centrales, ministros entre otros cargos de la función pública.
La diferencia fundamental es que mientras en los tribunales judiciales no cabe acudir a una
autoridad superior, excepto en los casos de anticonstitucionalidad que afectan a un Tribunal
Constitucional, en los Estados que forman parte de una comunidad de naciones cabe recurso
ante un tribunal internacional de Justicia que será establecido por el convenio que corresponda
y haya sido firmado por el Estado en cuyo territorio se hayan producido los hechos.

Anticresis.
Contrato en que el deudor consiente que su acreedor goce de los frutos de la
finca que le entrega, hasta que sea cancelada la deuda

PRINCIPIOS
De derecho. m. Der.
Norma no legal supletoria de ella y constituida por doctrina o aforismos que
gozan de general y constante aceptación de jurisconsultos y tribunales
De legalidad. m. Der.
Principio jurídico en virtud del cual los ciudadanos y todos los poderes
públicos están sometidos a las leyes y al derecho.

ACCIÓN, JUDICIAL

Concepto jurídico que hasta mediados del siglo XIX mantuvo un significado
semejante al de derecho subjetivo (derechos que corresponden al individuo).
Se decía que la acción es el derecho en su aplicación práctica, o lo que es lo
mismo, el derecho perseguido en un juicio. Con el paso del tiempo fue
construyéndose un sistema en virtud del cual se consideraba el derecho como
el aspecto sustancial del poder conferido a una persona a través del
ordenamiento jurídico y la acción era el aspecto formal del derecho, que
habilita la posibilidad de hacerlo valer en un juicio cuando es ignorado o
desconocido por propia voluntad.

Hasta tal punto se hizo importante este segundo aspecto que ha dado origen
al nacimiento de una disciplina jurídica autónoma: el Derecho procesal, que
tiene como base la acción y origina las diferentes clases de juicio, partiendo
del Digesto (44.7,51) que es un documento donde se guardan las decisiones
del Derecho romano y que expresa que la acción es el derecho de perseguir
en un juicio lo que se nos debe. La independencia total de la acción respecto
del derecho, como concepto civil, genera el concepto de pretensión de tutela
jurídica, es decir el derecho frente al Estado y contra el adversario de carácter
público, independiente del derecho subjetivo o individual, mediante la
condena del demandado por sentencia favorable al actor o demandante, que
hoy tiene un respaldo constitucional a través de lo que se llama el derecho a
la tutela judicial efectiva.

TUTELA JUDICIAL EFECTIVA.


Se trata de un derecho fundamental de acudir, pedir y exigir la tutela
jurisdiccional de los órganos públicos del Estado que tienen encomendada esa
función, e implica la prohibición de la autodefensa. Ello hace posible un
concepto de acción que se puede aplicar en todos los órdenes jurisdiccionales
(civil, penal, laboral y contencioso administrativo) que a su vez será matizado
en función del ordenamiento jurídico que la protege de forma concreta y
específica.

Sin embargo, la acción dentro del proceso adquiere un significado especial,


ya que el derecho a la tutela efectiva de carácter constitucional se traduce en
una serie de principios como el de que nadie puede ser condenado sin ser
oído (lo que a su vez implica la necesidad de hacer las notificaciones y
emplazamientos con todas las garantías de que puedan llegar al interesado)
que se efectúe un juicio contencioso o contradictorio, se permita la
oportunidad de prueba y otras alegaciones y recursos que se van incluyendo
de una forma gradual de acuerdo con la jurisprudencia de los tribunales, de
modo que su consolidación y reconocimiento reiterado, hagan factible su
incorporación posterior al derecho positivo de los diferentes países.

PRINCIPIO DE LEGALIDAD

La conducta debe ser contraria a lo que el Derecho demanda y encontrarse


recogida por la ley. La tipicidad es una consecuencia del principio de
legalidad imperante en el Código Penal. El legislador se debe valer de la
abstracción y del lenguaje para definir el tipo, por lo que siempre se distingue
la tensión entre el casuismo exagerado y la vaguedad que no permite definir
los limites de cada supuesto. De entre los elementos del tipo se pueden
distinguir: los descriptivos, integrados por los de carácter objetivo
(procedentes de la realidad perceptible, como por ejemplo matar) y los
subjetivos (integrantes del mundo psíquico, como tener la finalidad de algo o
actuar contra la voluntad de alguien); los elementos normativos que exigen
valoraciones, como los calificativos: ajeno, inmoral, peligroso... y los
elementos negativos del tipo que lo excluyen por implicar la ausencia de los
fundamentos de la antijuridicidad. Las causas de exclusión de la
antijuridicidad son la legítima defensa, el estado de necesidad justificante, el
cumplimiento de un deber (de tal forma que tanto el deber deriva del
ordenamiento jurídico, como su cumplimiento se ajusta al mismo) o el
ejercicio legítimo de un derecho, el oficio (la profesión médica por ejemplo) o
el cargo, y la obediencia debida.

La culpabilidad es otro elemento del delito, de tal forma que se puede afirmar
que no hay pena sin culpa (nullum crimen sine culpa). Con carácter general,
existe culpabilidad cuando existía la opción de haber actuado de forma
diferente a como se hizo, lo cual supone situar en el fundamento de la misma
a la libertad y exige la imputabilidad, definida en concreto como la capacidad
de actuar de forma culpable. Así, una persona es imputable cuando por sus
caracteres biopsíquicos y de acuerdo con la legislación vigente es capaz de
ser responsable de sus actos. Las formas, que se excluyen a sí mismas, son el
dolo y la culpa. El dolo caracteriza a quien actúa sabiendo lo que hace y con
intención mientras que la culpa se produce cuando quien actúa omite la
diligencia debida.

SUBVERTIR.
Trastornar, revolver, destruir, especialmente en lo moral..

MEDIDA CUTELAR

Uno de los aspectos más relevantes en las actuaciones judiciales es el de la


adopción de las medidas cautelares necesarias para asegurar las
responsabilidades civiles y penales que se deriven para las personas y los
bienes de la comisión de delitos o faltas, a cuyo término podrá decretarse la
detención y prisión preventiva o provisional, o la libertad bajo fianza en
metálico u otras garantías documentales seguras y suficientes. Asimismo,
dictaminar el embargo de bienes, sueldos o cuentas corrientes, para asegurar
el cumplimiento de las responsabilidades civiles que resultan de la
responsabilidad penal, todo ello de conformidad con lo dispuesto en las leyes
penales, y en la forma documental y solemne que suele ser la de una
resolución o auto de procesamiento.

Una vez practicadas todas las actuaciones de comprobación del delito y


averiguación de los responsables, el juez dicta otra resolución declarando
concluido el sumario, abriendo la posibilidad de juicio, para lo cual remite las
actuaciones al tribunal superior que ha de conocer del asunto, todo ello
respondiendo al principio de absoluta separación entre la instrucción y el
fallo, de manera que no sean las mismas personas las que se encarguen de
ambas funciones, para garantizar la imparcialidad del proceso, lo cual
obedece a un principio tradicional reconocido en todas las Constituciones. Por
ello, junto a la notificación del auto de conclusión del sumario, emplazará a
las partes y al ministerio fiscal ante dicho tribunal superior.

INNOMINADO, DA.
Que no tiene nombre especial.
Contrato, figura que define el acuerdo de voluntades destinado a producir
efectos jurídicos.

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