como un árbol sin hojas. Sólo un vuelo de ingrávidas gaviotas surca el cielo que ya gira hacia el sur. Por la bahía, rompe el mar. Y esa forma de sequía, si engaña con su ritmo, da el consuelo del apasionamiento, del desvelo de perseguir un fin. Es atonía, sin embargo, nacida del derroche de la fuerza cautiva y sin salida: tan bella, tan inútil en su empeño. Pesa la soledad como la noche que tarda. No hay un alma que no pida súbita oscuridad, súbito sueño.
El espíritu del páramo: antología poética (1977-2007)