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Ley de arbitraje

El artículo 26 de la ley, contempla que, salvo acuerdo en contrario de

las partes, el tribunal puede dictar medidas cautelares respecto al objeto del

litigio y puede exigir garantía suficiente a la parte solicitante. En ese

sentido, es necesario que se cumplan los requisitos establecidos en las

normas procesales para el otorgamiento de tal tipo de medidas. Al efecto,

los consagrados en los artículos 585 y siguientes del Código de

Procedimiento Civil, expresa y tajantemente acogidos e incluso ampliados

por la jurisprudencia de nuestro Máximo Tribunal, a seguir: el “fumus boni

iuris” o presunción de buen derecho; el “pericullum in mora” o la

necesidad del dictado de las medidas en un tiempo óptimo y el “pericullum

in damni” o la demostración de los daños que el no decreto a tiempo de las

medidas solicitadas pueda producir.

Para la evacuación de las pruebas, el tribunal arbitral puede pedir la

asistencia de un Tribunal de Primera Instancia competente para evacuarlas,

así como, para la ejecución de las medidas cautelares. Evidentemente que

se aplica el principio de libertad de prueba, es decir que las pruebas que se

promueven no son tasadas, sino cualquiera que, obtenida de forma legítima,

sea demostrativa de los hechos alegados (también llamado principio de

flexibilidad probatoria).

El procedimiento arbitral culmina con un laudo dictado por escrito y

firmado por los árbitros, el cual ha de ser motivado, al menos que las partes

hayan convenido lo contrario. El laudo arbitral puede ser aclarado,

corregido y complementado

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