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Espectacular cogida de Octavio García ‘El Payo’, que fue trasladado al Hospital de Torrecárdenas por una cornada de 18 centímetros / JUAN MARFIL
PRIMERA DE FERIA. Penoso juego de los novillos de La Quinta, mansos e inválidos. Octavio García ‘El Payo’ fue cogido
mientras toreaba de capa a su primer enemigo, Miguel Tendero salvó la tarde a última hora con una segunda oreja
que le dio la Puerta Grande y Alejandro Carmona mostró preocupantes lagunas
Nostalgia de los auténticos Santa Colomas
ALBERTO GUTIÉRREZ
Almería
al asunto cuando la primera
M crónica taurina de la feria co-
mienza hablando de los em-
presarios por algo tan prosaico como
las acreditaciones de los periodistas
para cubrir los festejos. Señor Cho-
pera: racanear las entradas para
quienes realizan un trabajo que di-
vulgará las bondades, o no, de siete
semanas de toros es pura casquería,
pura ridiculez y pura distracción
cuando hay otros menesteres mucho
más importantes que atender, en lu-
gar de torpedear al mensajero.
Y no quería empezar yo así, por-
que aún estoy celebrando el parti-
dazo de España ante los gigantes
americanos, quienes, por cierto, tie-
nen bula en relación al dopaje y no
es una leyenda urbana como creía.
Según el veterano periodista Ra-
món Trecet, experto en la NBA, los
jugadores yanquis han ido a las
Olimpiadas bajo la condición de no
ser objeto de ningún control antido-
paje. Es decir, que el juego está
adulterado, que España ha jugado
en inferioridad, que Gasol y compa-
ñía podían haber hecho la hombra-
da de su vida, pero unos anaboli-
zantes por aquí y otras sustancias
por allá se tropezaron en su cami-
no. Presuntamente. ¿Dónde están
los dirigentes deportivos para de-
nunciarlo? Veremos. ¿Que en los
toros hay doping? Espinoso tema
del que podríamos hablar otro día,
mas tengamos hoy la fiesta en paz.
Volviendo, y empezando, con la no-
villada de La Quinta, supuesta ga-
rantía de casta y vendaval de bravu-
M
ediocre novillada en
la que ‘El Payo’ fue
cogido y Tendero
salió a hombros
A 11
T OMREO
R ÍSA
ra, uno no puede más que sorpren-
derse -negativamente- por el hecho
de que este hierro lidiara ayer ejem-
plares inválidos, mansos y descas-
tados en nuestra plaza de toros.
¿Dónde están los auténticos Santa
Colomas, los que producían emo-
ción en los tendidos con sus vibran-
tes embestidas por el albero? Lo di-
ce quien ha visto excelentes novi-
lladas en cosos de relieve. Pero aquí
nos privan del jamón y degustamos
otras cosas, como en casi todo: re-
signación e indolencia, ¿a alguien
le suena?
Entre los novilleros hubo de to-
do. El Payo fue cogido a las prime-
ras de cambio mientras lanceaba
por apretadas tafalleras. Según pa-
rece, el mexicano hubo de ser tras-
ladado al hospital de Torrecárde-
nas por una cornada de varios cen-
tímetros que, esperemos, no sea
grave. Miguel Tendero, a quien vi
en Las Ventas el pasado mes de ma-
yo junto a mi ahijada María -a sus
once años le entusiasmaron los to-
ros, cosa que me dio tremenda ale-
gría y orgullo-, lidió con solvencia,
pues atesora tablas y conoce la téc-
nica, si bien le pierde la falta de
la NOVILLADA
PITOS Y APLAUSOS
F Octavio García ‘El Payo’’
El diestro mexicano quedó
prácticamente inédito, pero dejó
su sello de presentación en unos
ajustados lances por tafalleras.
Sufrió una cogida.
G Miguel Tendero
Está hecho, goza de cualidades
y técnica, pero le pierde la falta de
entrega. Un poco más de ajuste
hubiera sido agradecido. Dos ore-
jas.
G Alejandro Carmona
El joven almeriense mostró
una preocupante falta de técni-
ca y garra. Ovación, silencio y
silencio.
G La Quinta
Una completa decepción. El
encierro careció de fuerzas,
casta y de bravura. Un mansa-
da que debería poner a cavilar a
sus propietarios. La novillada
fue un saldo indigno.
ajuste, que es el gran problema de
los espadas actuales: mucho pico y
poca chicha. En su haber, una fae-
na meritoria al sexto del festejo, ba-
sada en el poder. Nuestro paisano
Alejandro Carmona repetía tras la
feria del año anterior y, de nuevo,
sorteó oponentes complicados, pe-
ro no insalvables. El chaval de Vera
tiene preocupantes carencias que,
ante ejemplares de sangre santaco-
lomeña,, salen a relucir con dema-
siada facilidad. Se equivocó aho-
gando las embestidas de sus novi-
llos, erró en los terrenos y pecó de
frialdad cuando la gente estaba lo-
ca por aplaudir algo, que para eso
acudió un público bullanguero, de
esos que se deleitan cuando la mon-
tera cae boca abajo, los monosabios
recogen los regalos de los bueyes o
el espada de turno protagoniza un
desplante a tres metros del astado.
Lo que podría llamarse casquería
taurina, tal cual los novillos de La
Quinta. Ojo al parche, ganadero.
Crítica de Carlos Crivell
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