Está en la página 1de 12

c 



 

El acantilado era muy alto, plano y pedregoso, el mar curvilíneo rompía hasta que las brumas borraron el
paisaje a lo lejos. Respiró la última brisa salina que pasó, dio media vuelta y volvió hacia el camino que
llevaba a su árbol.

Siguió su camino, reina y señora de sus tierras hasta su árbol. Sus hijos la vinieron a recibir, alegres y
juguetones.

Como tenían un hambre voraz, se abalanzaron todos a la vez para ver qué traía de rico. Cada uno de los
pequeños tiraba para conseguir una buena tajada de las delicias traídas por su madre. De vez en cuando,
ella se enfadaba y parecía decir: "¡Déjame acomodarlo al menos!"

Cuando la madre lo permitió, comieron a sus anchas hasta quedar llenos como un globo. Los cuatro críos
estaban tan repletos, que no les quedó más remedio que tumbarse a descansar.

Feliz de haber alimentado a su prole, subió muy ágilmente al árbol, olió el aire, se estiró satisfecha y
siguió, como siempre, ese ritmo pendular que la caracteriza. Barrió con su mirada la vasta planicie de su
territorio hasta llegar a donde yacían sus pequeñuelos, durmiendo unos encima de otros en revuelta
armonía.

Antes de dejarse llevar por el sueño, bajó para estar aun más cerca de sus cachorros, acomodándose a la
sombra del árbol, se recostó sobre su brazo izquierdo, dejando así a sus cuatro vástagos delante de su
vientre, para protegerlos de todo mal, como madre pantera que es.

   
El tren salió de su túnel oscuro, y los pasajeros se incandilaron con la luz del sol que estaba atardeciendo
en el mar. La niña de dorados rizos, que estaba sentada en el regazo de su mamá, le decía que todavía
habían bañistas en la playa aunque el verano playero acababa de terminar, y le preguntó:

--¿Las olas hablan, mamá?

--Claro, hijita, las olas son quienes viajan por todo el mundo con sus blancas bocas, y se cuentan unas a
otras lo que ha pasado, por los lugares donde han estado.

A veces se rien mucho, y por eso oyes muchos splash seguidos en la rompiente, otras veces están
enfadadas y hay holas grandotas que rompen haciendo mucho ruido, como quien da un portazo, en
algunas ocaciones están perezosas y ni se mueven, es porque están dormitando y una pequeña ola, que
casi no dice nada sobre la arena, significa que está roncando.

--¡Mira mamá! Qué nube más rara.

--Si, tienes razón, esa nube es la nube de los secretos. ¿Sabes qué hace esa nube? ²Le preguntó en
secreto la mamá.
--Si... Escucha los secretos de todos... ²Dijo la niña riéndose.

--Bueno, en cierta manera si. Todas las olas le cuentan sus secretos a ella, porque saben que ella no los
contará a nadie. También lo hacen los delfines y todos los animales del agua. ¿Sabes qué otros animales
de agua hay? ²Le preguntó animándola a pensar un poquito.

--Si... Los pájaros de agua ²Contestó riendo.

--Y... ¿Cómo se llaman? Ga... ²Le daba una ayudita.

--¡Gaviotas! ²Contestó contenta de saberlo². ¡Mira mamá!, ahí hay una que está jugando con las olas.
¿Sabes mami que las gaviotas flotan porque tienen una panza muy gorda?

--Si, también porque se llenan de aire ²Dijo la madre llenando sus cachetes de aire, abriendo los brazos
en redondo y moviéndose de lado a lado² y hacen como un flotador. A veces las gaviotas quieren
enterarse de los secretos que les cuentan las olas a la nube y la nube se va un poco enfadada para otros
lugares, y si la gaviota la molesta mucho entonces llueve. Otras veces, llueve sobre la tierra y los secretos
caen sobre las plantas, los árboles, las flores o simplemente sobre la tierra. Como no concocen a las olas,
no se enteran mucho qué significan esos secretos, aunque les caigan encima.

--Y, ¿qué pasa con los secretos que llueven sobre la tierra? ²Le preguntó mirando a traves de la
ventana.

--No pasa nada, caen como simples gotas de lluvia, guardando los secretos para siempre en el corazón de
cada gota y al ser absorvida por un árbol, o flor, o donde sea que caiga, guarda ese secreto como si
alguien se lo hubiera contado pero nunca puede recordar qué es en realidad, como cuando uno cree que
tiene algo por decir y no recuerda qué ²Le explicaba la mamá pegando su mejilla contra el de su hija de
cuatro años.

La niña se reacomodaba sobre el regazo de la madre y le llenaba la cara con sus tirabuzones dorados.

A medida que el tren traqueteaba algunas nubes rosa-azul-violeta se juntaban en el horizonte a escuchar
los secretos que alguien tenía para contarles, otras llegaban desde lejos justo a tiempo para disfrazarse con
el atardecer. Y entre contar nubes y nubes, fueron llegando hasta su estación, donde bajaron y se
despidieron de las señoritas del cielo hasta el día siguiente.

 



El chirrido de las viejas persianas anunció la llegada de don Renán Torreblanca, a la cantina de don
Mercedes, en el chapinísimo sector de la Calle de las Túnchez, de la capital guatemalteca. El olor al
fermento del aguardiente le llegó abriéndole más la gana del trago cotidiano.

El que hablaba era un obeso carpintero que cumplía con las órdenes de Baco, en el estanco.

²Eso sí que no te lo creo vos; porque eso sólo se lee en las novelas ²respondió el amigo, agregando ²
solo viendo lo creería.
El olor a las fritangas invadía el espacio y las risotadas apagaban los comentarios. Don Mercedes con su
limpiador al hombro y su gabacha, departía con sus clientes mientras les servía las tandas.

² ¡Tanda servida, tanda pagada! Repetía el cantinero, agregando ²Para evitar clavos posteriores.

Todos celebraban la puntada con una sonora carcajada.

Don Mercedes se fue acercando a la mesa del carpintero y el amigo que le acompañaba. Al calor de los
tragos el tema era don Renán, que lejano de los comentarios, tomaba una copa lejos del grupo.

²Yo sí que no creo en esas cosas, pero ya son varios los que han visto desaparecer a don Renán ²
agregó el cantinero.

² ¿Y qué le han contado don Mercedes?

²Bueno, no es que yo sea chismoso, pero la vez pasada, justamente donde están ustedes sentados, estaba
tomando el finado Félix, ya estaba un tanto borracho, cuando salió atrás de don Renán. Al poco tiempo
regresó todo asustado gritando y diciendo que había visto palpablemente cómo don Renán había
desaparecido ante su vista. Con decirles que la gran soca se le fue del puro susto, pero yo lo atribuí a los
tragos que don Félix se había tomado.

En la cantina ³La Copa de Oro´ el bullicio no se hacía esperar. Una vez más el chirrido de la persiana
anunció la llegada de don Renán. Solicitó don Meches, el cantinero, fue hasta la mesa de nuestro
personaje para ofrecerle su servicio.

² ¿Qué tal don Renán, cómo lo trata la vida? Saludó el cantinero muy sonriente. Don Renán sin verle a
los ojos le respondió:

²Pues como lo ve, don Meches, trabajando duro y dando la vuelta por aquí para relajarme un poco,
porque no todo es trabajo en esta vida.

El cantinero, mientras limpiaba la mesa, le respondió: ²En eso sí que tiene razón, pero lo veo tan
solitario siempre, sin amigos, sin quien lo acompañe en su mesa y por eso mi pregunta: ¿porqué tan
solitario y sin compartir? ²cuando escuchó esto, don Renán lo fulminó con la mirada, respondiendo:

²La verdad es que uno tiene que escoger a sus amigos y no alternar con cualquiera. ²El cantinero se
sintió mal por la pregunta indiscreta y como para ablandar el momento sugirió:

²Bueno, disculpe una vez más, no volveré a preguntar nada y me dirá que le sirvo.

Ahora don Renán fue el que sonrió sarcásticamente, respondiendo:

²Lo de siempre, don Meches« lo de siempre«

No cabe duda que la pregunta cayó como balde de agua fría y el cantinero se retiró muy cortésmente de la
mesa de don Renán simulando una sonrisa.
Al poco tiempo don Renán abandonó la cantina rumbo a la calle, sin despedirse de nadie. En ese
momento el cantinero fue llamado por los parroquianos que ocupaban la mesa del carpintero. Fue éste el
que preguntó cómo le había ido con don Renán.

²Pues verán, pero a este hombre no se le saca nada; es más, como que se mosqueó cuando quise llegar al
meollo del asunto y mejor me quedé callado porque prefiero mantener un cliente que perderlo. El
carpintero sorbió la copa de licor y chupó un poco de limón para luego concretar:

²A mí se me está afigurando que el tal don Renán hasta puede ser alma de la otra vida. ²Hoy sí que me
hizo reír, los espantos no chupan, sólo espantan. ²acotó el cantinero.

La carcajada fue generalizada en la mesa, todos sacaron chiste de la puntada.

²Bueno, tienen razón, don Renán es como nosotros, de carne y hueso, pero yo hasta no ver no creer
como dijo Santo Tomás.

Un hombre bajito de abdomen prominente y gran bigote, se acercó a la mesa y pidiendo disculpas por
meterse donde no lo llamaban, habló con aire de conocimiento en la materia:

²Pues verán, yo he leído un mi poquito, soy tan tonto como puedan creer, pero según los entendidos en
la materia hay personas que desaparecen porque su cuerpo astral se los permite, es decir, tienen dos
cuerpos, el astral y el físico.

Un tanto incrédulo don Mercedes atacó de nuevo al que hacía el comentario:

²Barajéemela más despacio, por favor y cuénteme que esto está mero interesante. ²Ahora el hombre
bajito y barrigón se sentó sin pedir permiso y principió a explicar el fenómeno:

²Bueno, como les decía, hay personas que tienen esa virtud: es decir, la de tener dos cuerpos: el astral y
el físico que todos tenemos, y estas personas, sin quererlo, se manifiestan muchas veces en dos sitios a la
vez. A esto los conocedores en la materia le llaman ³Bilocación´ y otros le llaman ³fantasmas vivientes´.
Yo creo que en esa fase está don Renán.

Por cuenta de la casa, don Mercedes le sirvió un trago al hombre bajito, mientras comentaba en voz alta:

²Hoy si me la pusieron difícil y créanme que ya me está dando miedito, porque don Renán a veces se
queda aquí hasta que cierro el negocio y su mirada profunda y rara lo pone a uno en el avispero.

Alguien gritó desde el fondo que solicitaba bocas para mesa cinco y don Mercedes tuvo que abandonar al
grupo. Mientras tanto, uno del grupo comentó que el caso de don Renán era realmente extraño, muy
extraño y que era primera vez en su vida que escuchaba un comentario de los espantos vivos. Aquella
mesa daba justamente a la punta del mostrador, muy cerca de la barra, desde allí don Mercedes hizo otro
comentario como para extender la charla.

²Bueno, pues desde hoy en adelante lo voy a controlar más de cerca porque ustedes ya me pusieron en
qué pensar. Imagínense uno hablando con un muerto. ¡Dios me guarde! Es capaz que caigo muerto del
susto, pero ya se han dado casos y por eso no hay que creer ni dejar de hacerlo. Y explicado el asunto
como lo hace aquí el señor pues hombre, hay mucho de raro en el caso.
El ayudante de don Mercedes mientras limpiaba unos vasos, comentó desde lejos:

²Lo mejor sería seguirlo la próxima vez, regularmente el viernes es cuando se echa sus capirulazos más
de la cuenta y se va un poco tarde. Es cuestión que dos valientes se pongan de acuerdo y seguirlo para
salir de dudas; eso sí, háganlo ustedes porque lo que soy yo, por baboso.

Llegó el día viernes esperado, que lamentablemente lucía gris y la lluvia a manera de temporal arreciaba y
después continuaba con una llovizna pertinaz. La cantina lucía desierta porque la lluvia había caído
durante todo el día. En ese momento entró don Renán, con más borrachera que alegría, un tanto
platicador, lo cual era raro en él.

c !"

Hay en la Iglesia del Milagro, en Corrientes, una rústica cruz que es venerada con el nombre de
"Cruz de los Milagros". Una curiosa leyenda justifica ese nombre.

Cuenta la tradición que los españoles, cuando fundaron San Juan de Vera de las Siete
Corrientes, llamado hoy Corrientes, después de elegir el lugar y antes de levantar el fuerte,
decidieron erigir una gran cruz, símbolo de su fe cristiana.

La construyeron con una rama seca del bosque vecino, la plantaron luego, y a su alrededor
edificaron el fuerte, con ramas y troncos de la selva.

Construido el fuerte y encerrados en él, los españoles se defendían de los asaltos que, desde el
día siguiente, les llevaban sin cesar las tribus de los guaraníes, a los cuales derrotaban
diariamente, con tanta astucia como denuedo. Los indios, de un natural impresionable, atribuían
sus desastres a la cruz, por lo que decidieron quemarla, para destruir su maleficio. Se retiraron a
sus selvas, en espera de una ocasión favorable, la cual se les presentó un día en que los
españoles, por exceso de confianza, dejaron el fuerte casi abandonado.

La indiada, en gran número, rodeó la población, en tanto que huían los pocos españoles de la
guardia, escondiéndose entre los matorrales.

Con ramas de quebracho hicieron los indios una gran hoguera, al pie de la cruz que se levantaba
en medio del fuerte. las llamas lamían la madera sin quemarla; un indio tomó una rama
encendida y la acercó a los brazos del madero; entonces, en el cielo límpido, fue vista de pronto
una nube, de la cual partió un rayo que dio muerte al salvaje.

Cuando los otros guaraníes lo vieron caer fulminado a los pies de la cruz, huyeron despavoridos
a sus selvas, convencidos de que el mismo cielo protegía a los hombres blancos. Los españoles,
que escondidos entre la maleza presenciaban tan asombrosa escena, divulgaron luego este
suceso, que no cayó, por cierto en el olvido. En la Iglesia del Milagro, en Corrientes, se
encuentra hoy la Cruz de los Milagros: se la guarda en una caja de cristal de roca, donada por la
colectividad española
4   

  
#  $ %%& '     ( 
  
Otro día habla el conde Lucanor con Patronio, su consejero de este modo:

-Patronio, bien se que Dios me ha dado mucho más de lo que me merezco y que en todas las demás cosas
solo tengo motivos para estar muy satisfecho, pero a veces me encuentro tan necesitado de dinero que no
me importaria dejar esta vida. Os pido que me deis algún consejo para remediar esta aflición mía.

Señor conde Lucanor-dijo Patronio-, para que vos os consoleis cuando os pase esto os convendría saber lo
que pasó a dos hombres que fueron muy ricos.

El conde le rogó que lo contara.

-Señor conde-comenzó Patronio-, uno de estos hombres llego a tal extremo de pobreza que no le quedaba
en el mundo nada que comer. Habiendose esforzado por encontrar algo, no pudo más que encontrar una
escudilla de altramuces. Al recordar cuan rico habia sido y a pensar que ahora estaba hambriento y no
tenía más que los altramuces, que son tan amargos y saben tan mal, empezo a llorar, aunque sin dejar de
comer los altramuces, por la mucha hambre, y de echar las cáscaras hacia atrás. En medio de esta congoja
y este pesar, notó que detrás de él había otra persona y , volviendo la cabeza, vió que un hombre comía
las cáscaras de altramuces que el tiraba al suelo. Este era el otro de quien os dije tambien había sido rico.

Cuando aquello vió el de los altramuces, preguntó al otro por que comía las cáscaras. Respondiole que,
aunque había sido más rico que él, había ahora llegado a tal extremo de pobreza y tenía tanta hambre que
se alegraba mucho de encontrar aquellas cáscaras que él arrojaba. Cuando esto oyó el de los altramuces se
consoló, viendo que había otro más pobre que él y que tenía menos motivo para serlo. Con este consuelo
se esforzó por salir de pobreza, lo consiguió con ayuda de Dios y volvió otra vez a ser rico.

Vos, señor conde Lucanor, debeis saber que, Por permisión de Dios, nadie en el mundo lo logra todo.
Pero, pues en todas las demás cosas os hace Dios señalada merced y salís con lo que vos quereis, si
alguna vez os falta dinero y pasais estrecheces, no os entristezcais, sino tened por cierto que otros más
ricos y de más elevada condicion las estarán pasando y que se tendrían por felices si pudieran dar a sus
gentes aunque fuera menos de lo que vos les dais a los vuestros.

Al conde agradó mucho lo que dijo Patronio, se consoló y, esforzandose, logró salir, con ayuda de Dios,
de la penuria en que se encontraba. Viendo Don Juan que este cuento era bueno, lo hizo poner en este
libro y escribió unos versos que dicen:

Por pobreza nunca desmayeis, pues otros más pobres que vos vereis.
 

Cierto hombre ávaro vendió cuanto poseía y convirtió su precio en oro, el cual enterró en un
lugar oculto; y teniendo todo su ánimo y su pensamiento puesto puesto en el tesoro, iba
diariamente a visitarlo, lo que observado por otro hombre fue a aquel sitio, desenterró el oro y se
lo llevó. Cuando el ávaro vino según costumbre a visitar su tesoro, vió desenvuelta la tierra, y
que lo habían robado, se puso a llorar y a arrancarse los cabellos. Uno que pasaba viendo los
extremos que hacía aquel hombre, se llegó a él, y después de informarse de la causa de su dolor,
le dijo: ¿Por qué te entristeces tanto por haber perdído un oro que tenías como si no lo
poseyeras? Toma una piedra y entiérrala, figurandote que es oro, una vez que tanto te servirá ella
como te servía ese oro que nunca hacías uso.

Esta fábula enseña que de nada sirve poseer una cosa, si no se disfruta.

  
c 
   
 (
Conocimiento propio

De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía al decir a Dios:


'Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo"
Conforme me fui haciendo adulto me di cuenta que me había pasado media vida sin haber
conseguido cambiar a una sola alma, transformé mi oración y empecé a decir:

'Señor, dame la gracia de transformar a cuántos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a
mi familia y a mis amigos. Con esto me doy por satisfecho"

Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he
sido. Ahora mi única oración es la siguiente:

")*  + 


  
 (
"


$ 
 +     %

%
*$ (  +  

,

  (  

4
Hace mucho tiempo, en un reino distante, vivía un rey que no creía en la bondad de Dios. Tenía,
sin embargo, un súbdito que siempre le recordaba acerca de esa verdad.
En todas las situaciones decía: "!Rey mío, no se desanime, porque todo lo que Dios hace es
perfecto. El nunca se equivoca! "
Un día el rey salió a cazar junto con su súbdito, y una fiera de la jungla le atacó. El súbdito
consiguió matar al animal, pero no evitó que su Majestad perdiese el dedo meñique de la mano
derecha. El rey, furioso por lo que había ocurrido, y sin mostrar agradecimiento por los esfuerzos
de su siervo para salvarle la vida, le preguntó a éste:
-"Y ahora, que me dices, Dios es bueno?, Si Dios fuese bueno yo no hubiera sido atacado, y no
hubiera perdido mi dedo.³El siervo respondió:

-"Rey mío, a pesar de todas esas cosas, solamente puedo decirle que Dios es bueno, y que
quizás, perder un dedo, sea para su bien. Todo lo que Dios hace es perfecto. !El nunca se
equivoca! "

Continúa con el rebote del Rey y cómo sigue...

El rey, indignado con la respuesta del súbdito, mandó que fuese preso a la celda más oscura y
más fétida del calabozo. Después de algún tiempo, el rey salió nuevamente para cazar, y fue
atacado, esta vez, por una tribu de indios que vivían en la selva. Estos indios eran temidos por
todos, pues se sabía que hacían sacrificios humanos para sus dioses.

Inmediatamente después que capturaron al rey, comenzaron a preparar, llenos de júbilo, el ritual
del sacrificio. Cuando ya tenían todo listo, y el rey estaba delante del altar, el sacerdote indígena,
al examinar a la víctima, observó furioso:

-"!Este hombre no puede ser sacrificado, pues es defectuoso!....!Le falta un dedo!´ Luego, el rey
fue liberado.

Al volver al palacio, muy alegre y aliviado, liberó a su súbdito y pidió que fuera a su presencia.
Al ver a su siervo, le abrazó afectuosamente diciendo:

-"!Querido, Dios fue realmente bueno conmigo! Tú debes haberte enterado que escapé
justamente porque no tenía uno de mis dedos. Pero ahora tengo una gran duda en mi corazón: si
Dios es tan bueno, por que permitió que estuvieses preso, tú que tanto lo defendiste?³ El siervo
sonrió, y dijo: ...

-"Rey mío, si yo hubiera estado junto con usted en esa caza, seguramente habría sido sacrificado
en su lugar, !ya que no me falta ningún dedo! Por lo tanto, acuérdese siempre: Todo lo que Dios
hace es perfecto. !El nunca se equivoca! "
K
+ '( 


!#&c 

(Guatemala, 1873 - París, 1927) Escritor guatemalteco. Vivió algún tiempo de su infancia en
Santa Tecla (El Salvador) y la mayor parte de su existencia en París, a donde llegó en 1891; pero
realizó viajes a España y a otros países, incluso a Guatemala, donde estuvo en 1898 y apoyó la
candidatura de Estrada Cabrera. Su agitada vida (podríamos también hablar de su agitada vida
literaria) lo presenta a nuestros ojos a veces como un bohemio, a veces como un aventurero, pero
sin perder nunca cierto sentido rector que le permite siempre administrarse.

Algunas anécdotas pueden darnos una impresión de su carácter y personalidad. Siendo niño,
decidió utilizar los dos apellidos de su padre, el historiador Agustín Gómez Carrillo, porque si
usaba como segundo apellido el de la madre, de origen belga, Josefina Tible, sus compañeros de
estudios lo hacían víctima de sus bromas y lo llamaban "Comestible" (Gómez Tible).

Se dijo insistentemente que Gómez Carrillo llevó con engaños a París a la artista Mata-Hari, con
lo que facilitó su detención por la policía francesa; acusada de espionaje, la artista fue fusilada; el
escritor se defendió en un libro titulado El misterio de la vida y la muerte de Mata-Hari, que no
aclaró gran cosa, aunque el caso se aclaró definitivamente por las autoridades francesas en 1934,
lo que constituyó para nuestro autor una exculpación póstuma.

Llegó a adoptar la nacionalidad argentina para poder ser cónsul al servicio de la república del
Plata. Se casó tres veces: con Aurora Cáceres, con Raquel Meller y con Consuelo Sunzin; a su
muerte, las reclamaciones sobre su herencia se complicaron por los derechos de una hija que
Gómez Carrillo había tenido de la poetisa Anny Percy. Las anécdotas podrían seguir
multiplicándose: audaz y experto en el duelo, nunca rehuyó la posibilidad de llegar a los fines
que se propuso.

-+ 
(Cali, 1837 - Ibagué, 1895) Escritor colombiano. Realizó sus estudios de primaria en la escuela
de Cali y en Popayán y los continuó en la capital de la República entre 1848 y 1852.

Regresó a Cali sin terminar el bachillerato, debido a la difícil situación económica de su familia,
lo que le hizo olvidar su sueño de ir a estudiar medicina a Inglaterra. Participó en 1854 en las
campañas del Cauca, contra la dictadura del general José María Melo. Dos años después contrajo
matrimonio con Felisa González Umaña. En 1860, volvió a tomar las armas y participó en
defensa del gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez, contra el general Tomás
Cipriano de Mosquera.

Renunció al cargo y regresó a Cali a terminar la redacción de la obra. El 16 de marzo de 1861


murió su padre, suceso que le obligó a dejar a un lado su afición por la anatomía, la botánica y la
medicina y a dedicarse a salvar de la ruina las haciendas y negocios de su padre. No logró
cancelar las deudas, motivo por el cual le entregó todos los negocios a su hermano Alcides.
De vuelta a Bogotá, se encuentra en 1864 instalado en la capital de la República como
comerciante en un almacén donde vendía telas, herramientas y cristalería importada que
anunciaba en los avisos de los periódicos. Por iniciativa de su amigo José María Vergara y
Vergara, publicó su primer libro de Poesías (1864) e hizo su aparición literaria por mediación del
grupo El Mosaico, donde Isaacs empezó a dar a conocer algunos de sus escritos. Representó al
Tolima en el Congreso de 1868 y 1869. Fue conservador y en 1869 se convirtió al partido
radical. Esta conversión no le fue perdonada por muchos de sus antiguos copartidarios y le causó
burlas y rencores hasta el final de su vida. Fue nombrado Secretario de Gobierno del Cauca y
simultáneamente Secretario de Hacienda (1870).

En 1871-1872 representó a los Estados Unidos de Colombia como cónsul general en Chile. En
1873 regresó nuevamente a Colombia y se dedicó a organizar la educación en Cali. Se preocupó
por la calidad de la enseñanza en todos sus aspectos, tanto en preparación y capacitación de los
maestros, como en dotación de los centros educativos. Promovió la educación de la mujer,
procuró la creación de escuelas nocturnas, agrícolas y de oficios. Seguidamente, ocupó el cargo
de superintendente general de Instrucción Pública Primaria en el Estado del Cauca (1875) y en el
de Tolima (1883-1884).

En enero de 1880 se proclamó como Jefe Civil y Militar de Antioquia, pero como no encontró
apoyo del gobierno central ni de su partido, tuvo que rendirse. Por tal motivo fue expulsado de la
Cámara. Después de su fracaso como político en el intento revolucionario antioqueño, se
estableció con su familia en Ibagué y abandonó la política. Rafael Núñez lo nombró secretario de
la Comisión Científica en 1881 y comenzó su vida de explorador. Realizó su primer viaje desde
Santafé de Bogotá hacia el estado del Magdalena, exploró la región occidental, los desiertos de
Aracataca -donde descubrió yacimientos carboníferos-, visitó la Sierra Nevada y la Guajira.

  
 

En mayo de 1867 apareció en Bogotá su obra cumbre, María, novela que alcanzó un éxito
inmediato, hasta el punto de alcanzar más de veinte ediciones a lo largo del siglo XIX. Los
críticos literarios la han reconocido como la mejor novela romántica de América Latina, y le ha
merecido a su autor el lugar que en la historia literaria corresponde a los clásicos universales.

La anécdota de la obra, narrada en primera persona por el protagonista, es mínima. Efraín,


terminados sus estudios, regresa a la hacienda paterna, en el valle del Cauca; allí encuentra de
nuevo a su prima María, joven de quince años, adoptada por la familia. El amor, primero
levemente insinuado, se convierte después en una pasión avasalladora, mientras sombríos
presentimientos (la enfermedad de María, la misteriosa ave) anuncian el triste final. El padre del
muchacho decide enviar a éste a Inglaterra, para que curse estudios de medicina; al año una carta
le anuncia la grave enfermedad de María. Efraín regresa a su casa, pero ya es tarde: los últimos
momentos vividos por la amada los conocerá a través de la narración de su hermana Emma.


+ c
('
c%  
#
Materia: Lenguaje
Catedrático: Juan Bernave

./  




01- + 
 

#123
c$
  +*45 6 
 7848
 
#

En el siguiente contenido se dan a conocer cuentos y leyendas de nuestro


querido país, las cuales ya forman parte de nosotros con el transcurrir de los
años, y pasando de generación en generación, así como las anécdotas que nos
dejan una reflexión acerca de la vida.

También podría gustarte