Todos aquellos estímulos que podamos introducir en la situación de respuesta del niño
(en el aula de clase, por ejemplo) que tiendan a hacer más probable la aparición de la
misma , constituyen lo que se denomina reforzador positivo . Si se introduce como un
estímulo favorecedor de la respuesta el jugar unos minutos con plastilina, ésta se
convierte en reforzador positivo porque, mediante procesos de aprendizaje asociativo, se
establece la vinculación entre la satisfacción producida con tal juego (1) y la emisión de
la respuesta anterior.
TIPOS DE REFORZADORES
Extrínsecos si vienen administrados por otra persona distinta del alumno. Por ejemplo:
cuando el profesor le proporciona un elogio al niño por estar breves segundos o minutos
atendiendo en la clase. En este caso el refuerzo también es positivo porque ha
introducido algo nuevo (un estímulo) en la situación de respuesta (atender en clase) que
es el elogio. En el caso de un reforzador extrínseco negativo sería aquel administrado
por otra persona que eliminara una situación aversiva para el niño. Por ejemplo: “Ya
puedes dejar de permanecer cara a la pared y sentarte”. El dejar de estar de cara a la
pared funciona como un reforzador negativo, el cual, al eliminarlo de la situación de
respuesta del alumno puede favorecer la ocurrencia de la respuesta que se desea.
Se les denomina Intrínsecos cuando son reforzadores internos, generados por los
sentimientos, pensamientos o emociones del niño. Son ejemplo de ello: los sentimientos
de autosuficiencia, pensamientos autoderrotantes, emociones de alegría, etc. Este tipo de
reforzadores son difícilmente detectables por el observador exterior.
MATERIALES : cuando son objetos, cosas, etc., tales como juguetes, chucherías,
cuentos, prendas, etc.
SOCIALES : tales como el elogio, las sonrisas, las alabanzas, el sentirse querido, la
expresión de alegría, gestos de aprobación, etc.
ACTIVIDADES : jugar con el rompecabezas, ver la TV, disfrutar de más tiempo libre,
salir a la calle, ir de excursión, etc.
SITUACIONES : Estar con alguien, acudir a un lugar, permanecer en determinada
posición, estar con los amigos, etc.
SISTEMA DE FICHAS : obtener vales, puntos, tarjetas, registros…, para el canje de
reforzadores.
Para que el reforzador se constituya como realmente efectivo para el alumno y para
lograr mayor eficacia en su administración, deben tenerse en cuenta las siguientes
pautas por parte del profesor – tutor que lleve a cabo un programa de cambio de la
conducta problemática:
1. Confeccionar un listado de cuáles van a ser los posibles reforzadores para el alumno
de modo que sean efectivos (motivadores).
2. El alumno no debe recibir excesivas explicaciones y razones acerca de porqué está
siendo reforzado.
3. El reforzador debe estar asociado contingentemente a la respuesta deseada, es decir,
administrado inmediatamente después de su ocurrencia.
4. Los reforzadores se deberán aplicar siguiendo un plan preestablecido que indique su
frecuencia (razón fija, variable, continuo de intervalo, etc.) y no administrarlo de un
modo discontinuo y asistemático.
5. Al principio de iniciar el plan de modificación de conducta deberán administrarse los
reforzadores de modo más continuo reduciendo gradualmente la frecuencia del mismo
en función de la ocurrencia y de la persistencia de la conducta – objetivo.
6. Debe controlarse hasta qué punto el reforzador que se le administra produce saciedad
en el alumno. En el caso de que así ocurra deberá disponerse de otros reforzadores para
su administración alternativa.
7. Deben combinarse los reforzadores materiales con los sociales.
8. Al utilizar reforzadores materiales es conveniente que el alumno se encuentre
previamente en una situación de relativa de privación o carencia del mismo.
La atención que presta el profesor a los alumnos constituye un poderoso reforzador para
la modificar la conducta problemática de éstos. Por atención debe entenderse aquellos
refuerzos positivos o negativos administrados de modo intencional o involuntariamente
por el profesor: comentarios, miradas, gestos, elogios,, censuras, reprimendas, y toda
expresión que tienda a premiar o castigar la conducta del alumno.
En este sentido, a la mayoría de los alumnos les gusta recibir un elogio de su profesor,
les gusta que la expresión facial del profesor sea alegre, les gusta que se le haga un
gesto de aprobación. Todas estas manifestaciones de la atención del docente suelen
darse, en muchas de las ocasiones, como consecuencia de haber realizado la conducta
no deseada. Es muy habitual el hecho de dirigir un comentario (prestar atención) a un
alumno cuando éste no ha terminado la tarea escolar. El alumno recibe una regañina
(prestar atención) cuando se levanta de la silla y, así, podrían enumerarse un sinfín de
situaciones en las que tiene lugar la contingencia de prestar atención a conductas no
deseadas o a las que se les pretende modificar.
Una regañina puede tener efectos de extinción de determinada conducta pero lo más
frecuente es que no surta efecto sino que el alumno llegue a habituarse al estímulo, en
este caso, a la regañina. Si esta contingencia se repite muchas veces el alumno llega a
valorar la ragañina como un … tomarle en consideración por lo que hace y así,
recibiéndola, la configura como necesaria y se establece la asociación entre conducta no
deseable versus regañina.
Otros tipos de comentarios pueden producir el mismo efecto negativo en la conducta del
alumno: comentarios tales como: “…tan mayor como eres”, “…no te da vergüenza”,
“…Quieres hacer el favor de …”, “Ya es hora de que te sientes”, u otros comentarios
similares los cuales llegan a constituirse como verdaderos reforzadores positivos para la
conducta que se desea eliminar.
A. REFUERZOS POSITIVOS
B.REFUERZOS NEGATIVOS
Notas:
(1)El juego con la plastilina es meramente un ejemplo cualquiera. Previamente deberá
elaborarse un listado en el que figuren cuáles son los estímulos que “agradan”, motivan,
inducen al alumno obteniendo autosatisfacción en la realización, visión exposición, etc.,
ante los mismos.
(2)Una ampliación del tipo de reforzadores y ejemplos de ellos la encontrará el lector en
la pág. 214 y ss.
(3)Bandura, A.: Principios de modificación de conducta. De. Sígueme, pág. 343.
(4)Horst Nickel: Psicología de la conducta del profesor. De. Herder. Barcelona, 1981,
pág. 78.